Este segundo mensaje de Yosip Ibrahim llega al público en momentos de gran trascendencia para toda la humanidad. Estamos entrando en un año lleno de acontecimientos a cual más delicados, que presagian posibles consecuencias de imprevisible gravedad para todos los pueblos de la Tierra. Y este año está señalado por las anunciaciones de diferentes fuentes proféticas como el del comienzo de una serie de situaciones que pueden representar en todo el planeta el inicio de una luctuosa etapa de desastres, y hasta la posibilidad de una tercera guerra mundial. No queremos aparecer como agoreros, ni pretendemos afirmar que tal situación pueda relacionarse con los mencionados presagios. Pero nos basta observar el panorama del mundo para asegurar que este segundo mensaje de Ibrahim sale a la luz pública en el momento preciso para señalar hechos y ofrecer soluciones que muchos, en todas partes, vienen esperando con profundo anhelo.
Las apreciaciones y los consejos que Yosip Ibrahim da en este libro, han de constituir un valioso aporte y una sabia respuesta a todos aquellos que tienen ansia de paz y de felicidad en este turbulento mundo.
Y es, también, la antorcha luminosa que puede mostrar a muchos el sendero que los guíe en las horas cruciales de las grandes y dolorosas pruebas por las que ha de pasar, muy pronto, nuestra fustigada humanidad.
Yosip Ibrahim
Mi preparación para Ganimedes
El mundo maravilloso de los ovnis
ePub r1.0
XcUiDi 27.08.18
Título original: Mi preparación para Ganimedes
Yosip Ibrahim, 1975
Editor digital: XcUiDi
ePub base r1.2
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PRÓLOGO
Desde que se diera al público la Primera Edición de mi libro «YO VISITE GANIMEDES…», han llegado hasta mí centenares de cartas, remitidas por lectores que deseaban comunicarse conmigo para consultar diversos problemas personales, o para inquirir sobre la forma en que pudieran prepararse a fin de lograr una comunicación directa con nuestros Hermanos Mayores de aquel distante satélite de Júpiter.
A medida que el libro fue difundiéndose por todos los países, la correspondencia en tal sentido ha ido aumentando, sin que yo pudiera atender todas esas solicitudes, pues, como lo expuse desde un principio, mucho antes de salir a la luz pública la obra, yo había decidido prepararme junto con los míos para abandonar la Tierra y poder alcanzar el nivel que se requiere en un mundo tan adelantado como ése. Ésta es la razón por la que me he visto impedido de atender, personalmente, a la multitud de solicitudes similares que todos los días llegan a poder de mis Amados Hermanos José A. Rosciano y Evaristo Alprecht del Alcázar, que, junto con otros de Nuestra Antigua y Soberana Orden, han tomado sobre sus hombros la difícil tarea de hacer llegar a nuestra dolorida humanidad los mensajes luminosos de esa otra humanidad tan distante y, al mismo tiempo, tan cercana a nuestra Tierra. Porque, en verdad, desde que conociera la maravillosa existencia de un mundo tan diferente al nuestro, me propuse aceptar el ofrecimiento de mi querido Hermano «Pepe» y preparar a los míos para merecer, lo más pronto posible, la dicha de ingresar a un mundo y a una civilización que, comparados con lo que en este planeta conocemos, son un verdadero paraíso.
Y ello implicaba el alejamiento paulatino de todo lo que nos rodea en las turbulentas ciudades y en el alocado fárrago de la diaria vida a que estamos acostumbrados, para poder alcanzar la calma y la tranquilidad de cuerpo y de espíritu que se necesitan si deseamos lograr, a corto plazo, la transformación integral de nuestro «Yo Supremo» que nos piden los Hermanos Mayores de Ganimedes como requisito esencial de quienes aspiren a ingresar en su maravilloso mundo. Todos los que hayan leído «YO VISITE GANIMEDES…» sabrán, perfectamente, a lo que me estoy refiriendo.
Y ahora me decidí poner al alcance de todos ellos, los métodos y lecciones que mi esposa, mis hijos y yo estamos viviendo y practicando, con el propósito de alcanzar la meta de una perfecta armonía y de un elevado equilibrio integral de nuestro «ser», podrán comprender quienes no recibieron respuesta directa y personal mía, los motivos de fuerza mayor que me impidieron hacerlo. A todos ellos, a todos cuantos han tenido y tengan el noble anhelo de superarse y merecer una vida mejor en un mundo superior, les abro las puertas, con este nuevo mensaje, a la superación personal y colectiva que nos enseñan, como ejemplo, nuestros Hermanos Mayores de Ganimedes.
Para todos los que lean este nuevo llamado a la PAZ y la ILUMINACIÓN, vayan nuestras palabras de aliento y de confraternidad, en la elevada esperanza de que sean muchos quienes logren escuchar y seguir el SENDERO que a nosotros se nos está ya mostrando… Quiera la Divina Providencia que esta humanidad doliente recapacite en sus errores y que la amarga experiencia de sus muchas fallas le permita vislumbrar en forma clara los resplandecientes horizontes de otras humanidades superiores…
Janlitpur, Julio de 1974.
YOSIP IBRAHIM
PRIMERA PARTE
CAPITULO I
«NUESTRO VIAJE A JANLITPUR»
En mi libro anterior, «YO VISITE GANIMEDES…», explicaba cómo fui aleccionado por nuestro Muy Amado Hermano «Pepe» sobre la forma en que él podría continuar instruyéndonos desde ese lejano satélite del planeta Júpiter, a través del receptor-transmisor que trajera de allá y que dejó en mi poder, con instrucciones específicas y concluyentes. Ante todo, quiero explicar el porqué del apelativo de «Muy Amado Hermano» empleado por mí en varios pasajes de esta obra: es el título que acostumbramos darnos los miembros de la Antigua y Soberana Orden a la que pertenecemos todo el grupo que trabaja, abnegada y firmemente, en la misión de hacer conocer a la humanidad los trascendentales mensajes de estas horas cruciales para nuestro mundo. Y quienes leyeron «YO VISITE GANIMEDES…» estarán enterados de que esa pequeña y maravillosa máquina, del tamaño de una simple y muy chica máquina fotográfica moderna o de una radio a transistores, me ha servido para seguir comunicándome, a través de más de setecientos sesenta millones de kilómetros, con nuestro Hermano, desde los días en que dejó la Tierra para siempre.
De tal manera, cumpliendo estrictamente sus instrucciones, fui arreglando mis asuntos profanos para estar en condiciones de alejarme, lo más pronto posible, de mis ocupaciones y compromisos diarios de todo orden, a fin de conseguir que mi familia pudiese cambiar de vida y de domicilio en el momento oportuno. Al escribir estas líneas han transcurrido algo más de dos años de la fecha en que «Pepe» abandonara definitivamente la Tierra, como se narra con lujo de detalles en mi anterior libro. En ese lapso, me preparé con todo esmero a fin de estar listo a viajar con mi esposa y mis hijos, a un lejano lugar de Asia a donde seríamos conducidos en cuanto estuviéramos en condiciones de olvidamos, para siempre, de la vida que, hasta entonces, habíamos llevado. Esto fue lo que motivó nuestro paulatino alejamiento del ambiente que nos rodeara, y la consigna dada a nuestros Amados Hermanos mencionados en el prólogo, a fin de no ser molestados ni interrumpidos en el adiestramiento previo a nuestro viaje.