Título original: Vidas de los sofistas
Filóstrato, 238
Traducción: María Concepción Giner Soria
Introducción y notas: María Concepción Giner Soria
Revisión: Aurelio Pérez Jimémez
Asesor para la sección griega: Carlos García Gual
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Nacido entre 160 y 170 d. C. Información sobre los varios sofistas de este nombre, biografía del autor y obras en G. W. BOWERSOCK, Greek Sophists in the Roman Empire, Oxford, 1969, capitulo I; cf. también la introducción de A. BERNABÉ PAJARES a su traducción: Filóstrato. Vida de Apolonio de Tiana, Bibl. Cl. Gredos, Madrid, 1979. Se dice que Filóstrato murió durante el reinado de Filipo el Árabe, 244-249.
[2] El texto de las Vidas permite dar como seguro el tiempo de la muerte de Heliogábalo, entre 222, mencionado en II 31, 625, y 238, año del acceso de Gordiano al sillón imperial.— Citamos, en adelante, los pasajes de Vidas por el libro, número de la biografía y página de la edición de OLEARIO
[3] Cf. la discusión en BOWERSOCK, Greek Sophists…, págs. 6 y sigs. Recientemente, I. AVOTINS, «The Date of the Recipient of the Vitae Sophistarum», Hermes 106 (1978), 242, para quien las Vidas se dedican a Gordiano I, mientras éste es procónsul de África en 237.
[4] Julia Domna muere en 217. Está confirmado epigráficamente que Filóstrato fue general hoplita, esto es, encargado de aprovisionamientos, en torno a 220, en Atenas. (Cf. J. S. TRAILL, «Greek inscriptions honoring Prytaneis», Hesperia 40 [1971], 308; en pág. 324, ratifica una opinión de K. MÜNSCHER en Philologus, suppl. X [1905-1907], 490 y 515).
[5] Cf. BOWERSOCK, Greek Sophists…, pág. 7, n. 1, y S. FOLLET, Athènes au II et au III siècle. Études chronologiques et prosopographiques, París, 1976, pág. 31.
[6] Cf. V. NUTTON, «Herodes and Gordian», Latomus 29 (1970). 718
[7] Es la tesis de J. H. OLIVER, en «The Ancestry of Gordian I», Am. Jour. Phil. 89 (1968), 345, que hace descender a Gordiano de un famoso sofista, Maecio Faustino. Precisamente, Maecia Faustina se llama la hija de Gordiano I, madre del pequeño emperador, de trece años, Gordiano III (238-244).
[8] Así T. D. BARNES, «Philostratus and Gordian», Latomus 27 (1968), 581. No hay tampoco base suficiente para este cambio.
[9] Cf. BOWERSOCK, Greek Sophists…, pág. 6.
[10] Cf. G. ALPÖLDI, «The crisis of the third Century as seen by contemporaries», Gr. Rom. and Byz. Stud. 15 (1974), 89.
[11] Cf. E. L. BOWIE, «Greeks and their Past in the Second Sophistic», Past and Present 46 (1970), 3.
[12] En otros pasajes de Vidas, este término significa, igualmente, escrito literario, obra de creación.
[13] Cf. W. SCHMID, Der Atticismus in seinen Hauptvertretern, Hildesheim, 1964 (=Stuttgart, 1896), vol. IV.
[14] Cf. W. SCHMID, Der Atticismus in seinen Hauptvertretern, Hildesheim, 1964 (=Stuttgart, 1896), vol. IV.
[15] Disimula la conducta de Herodes Ático con los atenienses y su rudeza fatal con Regila; silencia el destierro de Favorino; niega el de Dión de Prusa; calla las malas relaciones de Dionisio de Mileto con el emperador Adriano. (Cf. BOWERSOCK, Greek Sophists…, pág. 52).
[16] Cf. supra, pág. 2, y C. P. JONES, «The Reliability of Philostratus», págs. 11 y sigs., en G. W. BOWERSOCK (ed.), Approaches to the Second Sophistic, Pennsylvania, 1974. Expresa reservas B. P. REARDON, Courants littéraires grecs des II et III siècles a. J.-C., París, 1971, págs. 115 y sigs.
[17] El silencio total sobre Luciano de Samosata quizá se deba, simplemente, al fracaso de éste en su carrera sofística, aunque no deben descartarse otras causas.
[18] Eudoxo, León y, tal vez, Días vivieron en el siglo IV a. C.; Carnéades, en el II a. C.; Filóstrato, el egipcio, en el siglo I a. C. Aparecen en fugaz inventarío, sin pretensiones de biografía.
[19] De que los considera, con toda razón, sofistas, no hay duda. Cf. I 7, 487; 8, 491.
[20] Hay siempre una tácita admiración por el filósofo, aunque, en la vieja polémica por la primacía en la educación, venciera, finalmente, la retórica. Mucho antes del s. III d. C., es cosa común llamar filósofos a los que enseñan una doctrina filosófica que ellos no crean, a los moralistas que viajan divulgando principios éticos, a los que disertan sobre la libertad, la virtud o la ley. Las inscripciones dan, con frecuencia, el título de rétor y filósofo al mismo personaje. Cf., sobre el renovado antagonismo entre filosofía y retórica en el s. II a. C., G. KENNEDY, The Art of Persuasión in Greece, Londres, 1963, págs. 321 y sigs.
[21] G. R. STANTON, «Sophists and philosophers: Problems of classification», Am. Jour. Phil. 94 (1973), 350.
[22] Entre los filósofos que divulgaban sus convicciones con fluidez, se esperaría alguna alusión a Máximo de Tiro, que, en el último tercio del s. II d. C., pronunció por todo el Imperio innumerables conferencias filosóficas. En ellas muestra su dominio del arte verbal sofístico, como lo prueba la importante porción de su obra conservada, que recuerda, de continuo, las artes de Gorgias.
[23] Ella sola constituye una cuarta parte del libro II, como la de Polemón lo es respecto de las biografías del I, descontada la parte introductoria.
[24] Polemón y Arístides parecen poco fértiles a la hora de enumerar a sus alumnos.
[25]Flavii Philostrati Opera II, Hildesheim, 1964 (=Leipzig, 1871), pág. IX.
[26] En la introducción a Der Atticismus…
[27] No son los únicos. Podría también preguntarse por qué no incluye a Minuciano, ilustre orador de época de Antonino Pío, autor de varios tratados y abuelo de su amigo Nicágoras de Atenas.
[28] W. C. WRIGHT, Philostratus and Eunapius. The Lives of the Sophists, Loeb Classical Library, Londres, 1952 (=1922), página XIV.
[29] Se desprende de un pasaje de QUINTILIANO, De Institutione oratoria II 4, 41 que muchos tenían a este orador, escritor y hombre de Estado, como iniciador de nuevos empeños para la elocuencia.
[30] De Cilicia, Sicilia y Cirene. Seguramente es casual el lugar de origen de los mencionados, pero Filóstrato parece decir que, antes de Nicetes, había sofistas con pretensiones en las tres partes del mundo.
[31] Desde tiempo ha, reservadas a hombres sobresalientes por su elocuencia.
[32] Hay siempre causas sutiles difíciles de aprehender en los giros de la sensibilidad y el gusto, por debajo de las aparentes. ¿Por qué pervivió la oratoria, aunque sin hombres ni obras geniales, y conoció un renacimiento asombroso de su faceta artística, sin abandonar los oficios prácticos? La lírica, la épica, la tragedia y, en fin, otros géneros nobles parecen agotados para siempre. La elocuencia pretendió llenar un inmenso vacío.
[33] Las dos formas de educación propugnadas por Platón e Isócrates persistieron sin excluirse nunca. El joven estudioso que busca una educación completa frecuenta la escuela de retórica, pero no deja de asistir a cursos en una o varias escuelas de filosofía. Con todo, domina muy extensamente la formación retórico-humanística de las escuelas de elocuencia.
[34] La influencia de la cultura griega es anterior, en otros aspectos, por las naturales relaciones con los habitantes de la Magna Grecia y Sicilia. La conquista de estas regiones, en el s. III a. C., de Grecia continental y Asia Menor, en el II, multiplican repentinamente el influjo de todo lo griego.
[35] Y gente de toda laya, pícaros o, simplemente, menesterosos atraídos por la gran urbe, cuyas artimañas justifican el desprecio por el