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Sinopsis Durante mucho tiempo se ha creído que la prosperidad del ser humano había aumentado gradualmente en el transcurso de la historia. Sin embargo, se trata de una distorsión, porque este avance no se tradujo en absoluto en mejoras en la calidad de vida. ¿Por qué el ser humano vivió estancado la mayor parte de su existencia? ¿Qué encendió la mecha de la enorme transformación de nuestros niveles de vida hace tan solo doscientos años? ¿Y por qué ese progreso ha derivado en una brecha de desigualdad tan grande en el mundo? A partir de estas tres cuestiones fundamentales, el eminente economista y pensador israelí Oded Galor desvela en esta fascinante y reveladora narración las claves para entender dos de los grandes misterios de la evolución de la humanidad: el progreso y la desigualdad. Al rastrear nuestra trayectoria y sustraer las influencias más evidentes, Galor llega a la explicación última de las causas de este desequilibrio y nos descubre el papel esencial que han tenido la diversidad genética y la riqueza geográfica en nuestro desarrollo que sigue perpetuándose hoy en día. Una perspectiva innovadora que hace que nos replanteemos la comprensión de nuestra historia para encarar el futuro con una mirada esperanzadora, que debe pasar por la educación, la tolerancia y una mayor igualdad de género, y que contiene las claves no solo de la prosperidad de nuestra especie, sino de nuestra supervivencia.
Oded Galor
EL VIAJE DE LA HUMANIDAD
El big bang de las civilizaciones:
el misterio del crecimiento y la desigualdad
Traducción de Olga García Arrabal
De El viaje de la humanidad se ha dicho:
«Con una prosa lúcida y accesible, Galor rastrea hábilmente los efectos de oscuras influencias a lo largo de los siglos… Este absorbente relato revela que causas sutiles pueden tener consecuencias asombrosas.» Publishers Weekly
« El viaje de la humanidad nos ofrece grandes ideas que merecen toda nuestra atención.»
Kirkus
«Uno de los libros más importantes del año.» The Irish Independent
«El proyecto de Galor es de una ambición impresionante. Propone un modelo bastante simple, muy centrado en el capital humano, que da respuesta a los miles de años de época maltusiana de casi estancamiento, a la Revolución Industrial y a su posterior y rápido crecimiento, a la transición demográfica que lo acompaña y a la aparición del progreso moderno basado en el capital humano. Y este modelo tendría que generar de forma endógena las transiciones de una etapa a la siguiente. El resultado es una poderosa mezcla de hechos, teoría e interpretación.»
Robert Solow, premio Nobel de Economía
«Ciencia en mayúsculas en su máxima expresión. Este libro aborda algunos de los temas de más alcance de la sociología, incorporando las teorías económicas más modernas a una rica investigación respaldada por un amplio abanico de pruebas empíricas. La erudición y la creatividad de Galor son destacables, y las ideas plasmadas en este libro tendrán un efecto que permanecerá en la economía.»
Stephen N. Durlauf, Universidad de Chicago
«Este libro, de fácil lectura pero profundamente argumentado, teje brillantemente los hilos de la historia económica mundial —tecnología, demografía, cultura, comercio, colonialismo, geografía, instituciones— para deconstruir el rico tapiz que es el mundo moderno. ¡Un tour de force!»
Dani Rodrik, Universidad de Harvard
«Basándose en el sofisticado y original programa de investigación que ha llevado a cabo durante los últimos treinta años, el economista Oded Galor ha elaborado un relato magistral de la evolución de la civilización humana desde sus orígenes prehistóricos hasta la actualidad. Con ello, pone en práctica las ciencias sociales conceptuales y empíricas en su máxima expresión. El viaje de lahumanidad también está maravillosamente escrito, con una prosa elegante y accesible. Un libro que se lee de una sentada, un thriller de suspense lleno de sorpresas, ingeniosos rompecabezas y profundas reflexiones.»
Glenn C. Loury, catedrático de Ciencias Sociales Merton P. Stoltz, Universidad de Brown
Para Erica
Misterios del viaje de la humanidad
Una ardilla gris se pasea por el alféizar de la ventana de un edificio neogótico en la Universidad de Brown. Se detiene un instante y echa un vistazo a un curioso ser humano que está empleando su tiempo en escribir un libro, en lugar de dedicar sus energías, como sería lógico, a buscar alimento. Esta ardilla desciende de aquellas que corretearon por los bosques vírgenes de Norteamérica hace miles de años. Del mismo modo que sus lejanos ancestros y sus contemporáneos en todo el mundo, la ardilla invierte la mayor parte de su tiempo en conseguir comida, huir de los depredadores, buscar pareja y hallar refugio cuando se presentan condiciones meteorológicas adversas.
Y, de hecho, durante la mayor parte de nuestra existencia, desde la aparición del Homo sapiens como especie diferenciada hace casi 300.000 años, el objetivo primero de la vida humana ha sido extraordinariamente parecido al de la ardilla, y no es otro que la persecución de la supervivencia y la reproducción. Los niveles de vida se han mantenido al límite de la subsistencia y apenas han cambiado en todo el planeta durante el último milenio. Pero, de manera asombrosa, a lo largo de los dos últimos siglos, este patrón se ha modificado drásticamente.
Desde el punto de vista histórico, la humanidad ha experimentado una mejora sin precedentes en su calidad de vida de la noche a la mañana, literalmente. Imagine que unos cuantos residentes en la Jerusalén de los tiempos de Jesús, hace 2.000 años, entrasen en una máquina del tiempo y viajasen a la época en que la ciudad estaba gobernada por los otomanos, en 1800. Es más que probable que se quedasen impresionados por el notable crecimiento de la población y la adopción de ciertos inventos, como la pólvora o el reloj de péndulo. Aun así, aunque la Jerusalén del siglo XIX fuera bastante diferente a su predecesora romana, nuestros viajeros del tiempo podrían integrarse con relativa facilidad en su nuevo entorno.
Es cierto que tendrían que adaptar su comportamiento a las nuevas costumbres culturales, pero podrían continuar con los mismos oficios que habían practicado a finales del siglo I, ya que el conocimiento y las habilidades adquiridas en la antigua Jerusalén estarían aún vigentes a comienzos del siglo XIX. Seguirían siendo vulnerables a los mismos peligros, enfermedades y desastres naturales con los que lidiaban en tiempos de Jesús, y sus expectativas de vida apenas se habrían visto alteradas.
Imagine, sin embargo, la experiencia de nuestros viajeros si la máquina del tiempo se los hubiese llevado de nuevo, pero esta vez doscientos años más adelante, a la Jerusalén de principios del siglo XX. Se habrían quedado completamente estupefactos. Sus habilidades se habrían quedado obsoletas, la educación sería un prerrequisito para conseguir la mayoría de los empleos, y esas tecnologías que a sus ojos equivaldrían poco menos que a magia se habrían convertido en necesidades cotidianas. Más aún: dado que muchas enfermedades fatales en el pasado se habrían erradicado, su esperanza de vida se hubiera doblado al instante, lo cual habría requerido de una mentalidad y un enfoque vital a largo plazo completamente diferentes. El abismo entre estas dos épocas hace difícil imaginar el mundo que dejamos atrás no hace tanto tiempo.
Como afirmó sin rodeos el filósofo inglés del siglo XVII Thomas Hobbes, la vida humana era realmente «desagradable, brutal y breve». meses de invierno transcurrían dentro de casas llenas de humo; un tiempo en el que la mayoría de la gente vivía en poblaciones rurales remotas y rara vez se aventuraba lejos de su lugar de nacimiento, sobrevivía a base de dietas miserables y monótonas y no sabía leer ni escribir; una época oscura en la que una crisis económica no exigía apretarse el cinturón, sino que conducía sin remedio a la hambruna y la muerte.
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