ASCENSIÓN Y MIGUEL LEÓN-PORTILLA
LAS PRIMERAS
GRAMÁTICAS
DEL NUEVO MUNDO
CENTZONTLE
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Primera edición, 2009
Primera edición electrónica, 2013
D. R. © 2009, Fondo de Cultura Económica
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ISBN 978-607-16-1621-0
Hecho en México - Made in Mexico
CENTZONTLE presenta en esta ocasión un interesante acercamiento a las primeras gramáticas del Nuevo Mundo. Una es el Arte de la lengua mexicana de un misionero convertido en lingüista, fray Andrés de Olmos, quien logra una honda captación del náhuatl. Acierta, por ejemplo, en descubrir nuevos paradigmas en la naturaleza de la lengua y la unión de morfología y sintaxis que estructura la palabra-frase. Olmos enriqueció el universo de las ideas lingüísticas mostrando una gama muy diversa de los recursos de expresión de que puede disponer el lenguaje humano.
La otra gramática es el Arte de la lengua de Michuacán de fray Maturino Gilberti, quien fija un nuevo canon y nos lega la primera gramática impresa en el Nuevo Mundo. Gilberti toma el molde clásico para explicar la naturaleza de las palabras y destaca una nueva función que consiste en hacer de las partículas en combinación con el verbo el meollo de la palabra-frase y su análisis gramatical.
La codificación gramatical de Gilberti muestra la existencia de una lengua radicalmente diferente de lasconocidas en el mundo del pensamiento occidental, en un momento en que se vivía una verdadera fiebre por poner en gramática las lenguas vernáculas europeas.
Con estas dos artes, descritas y valoradas por los autores de este libro, se abrió un camino a la comprensión de la Babel americana. Los gramáticos novohispanos escucharon con diligencia a los pueblos originarios y nos dejaron un retrato vivo de la voz y la letra de nuestro pasado indígena.
LOS AUTORES
Ascensión H. de León-Portilla es historiadora y miembro del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Academia Mexicana de la Lengua. Ha publicado obras como Tepuztlahcuilloli, impresos nahuas, en la que describe cerca de tres mil de ellos. A ella se deben asimismo varios estudios sobre las gramáticas del náhuatl publicadas en el periodo novohispano.
Miguel León-Portilla es profesor investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México y de El Colegio Nacional. Entre otros libros, ha publicado La filosofía náhuatl, Visión de los vencidos, Toltecáyotl y Literaturas indígenas de México. Ha apoyado la lucha de los pueblos originarios por alcanzar su autonomía, la preservación de sus lenguas y su identidad cultural.
Índice
A la memoria de Ángel María Garibay K., que abrió camino en el estudio de las lenguas mesoamericanas
Introducción
Cuando con el viaje de Cristóbal Colón se inició el proceso del Encuentro de Dos Mundos se desarrollaron, además de múltiples confrontaciones, muchas formas de intercambio cultural. Entre ellas, las de carácter lingüístico tuvieron trascendental importancia. Quienes llegaban al Nuevo Mundo y quienes descendían de gente establecida en él hacía milenios requerían necesariamente comunicarse. Los que moraban en las islas del Caribe o en distintos lugares de la inmensa Tierra Firme en grupos y naciones diferentes se expresaban en un sinfín de idiomas. Algunos eran hablados y comprendidos por numerosos pueblos a lo largo de grandes extensiones; otros, en cambio, se escuchaban tan sólo en ámbitos reducidos.
Después de los españoles llegó al Nuevo Mundo gente portadora de distintas lenguas y culturas: portugueses, ingleses, franceses, italianos, holandeses y, por supuesto, africanos en condición de esclavos. Aunque en el continente americano han desaparecido muchos idiomas nativos, perduran hasta hoy no pocos que, al lado de los de origen europeo y de otras regiones del mundo, hacen de él un gran ámbito plurilingüístico y multicultural.
En busca de comprensión de las lenguas vernáculas de muchos de los pueblos del Nuevo Mundo, desde los años que siguieron al primer viaje de Colón hubo quienes emprendieron su estudio. Como nunca antes en la historia universal, se acometió una extraordinaria empresa lingüística dirigida a captar y describir las características fonológicas, léxicas y estructurales de muchos idiomas nativos. En tal empresa participaron conjuntamente los hablantes de ellos y buen número de frailes misioneros, franciscanos, dominicos, agustinos y de la Compañía de Jesús. Resultado de sus esfuerzos fue la elaboración de numerosas «artes» o gramáticas, así como de vocabularios o diccionarios de dichas lenguas.
La tarea, llevada a cabo especialmente a lo largo de los siglos XVI y XVII, hubo de superar grandes dificultades. Aunque en el contexto cultural de España se contaba con las recientes aportaciones de Elio Antonio de Nebrija (1444-1552), quien en 1492 había dotado al castellano de una gramática, la primera de entre las que llegaron a elaborarse de las modernas lenguas europeas, en realidad no existía un saber lingüístico plenamente formalizado que sirviera de base en el trabajo que se echaban a cuestas aquellos misioneros.
Con ingenuo anacronismo han criticado algunos modernos lingüistas a los dichos frailes por haber tomado como modelo para sus trabajos el Arte y el Vocabulario de Nebrija. Los críticos no parecen haberse preguntado qué otra cosa de mayor modernidad pudieron hacer entonces esos frailes. ¿Habría que pedirles que hubieran adoptado el enfoque de la gramática generativa de Noam Chomsky?
Siguiendo a Nebrija, pudieron ofrecer, en primer lugar, un adecuado marco de referencia a quienes iban a aprender las correspondientes lenguas. Además, y a pesar de las radicales diferencias entre el latín, el castellano y los idiomas indígenas, pudieron abarcar en la gran mayoría de los casos los rasgos y elementos propios de esos idiomas que por vez primera estudiaban y describían. No siguieron ellos al pie de la letra a Nebrija como muchos gratuitamente lo han supuesto. A modo de ejemplo cabe citar las palabras de quien dispuso la primerísima y muy bien lograda gramática de una lengua del Nuevo Mundo, fray Andrés de Olmos (c. 1485-1571), al que se debe el Arte de la lengua mexicana (azteca o náhuatl), concluida el primero de enero de 1547, es decir, sólo veintiséis años después de que Hernán Cortés tomara la ciudad de México. Nota Olmos:
En el arte de la lengua latina creo que la mejor manera y orden es la que Antonio de Nebrija sigue en la suya;