P RIMERO EBOOK EDICION 2012 POR A UDIO G O
T ODOS LOS DERECHOS RESERVADOS .
A LL R IGHTS R ESERVED .
E L C OMERCIO ISBN 978-1-62064-197-2
L A B IBLIOTECA ISBN 978-0-7927-9093-8
D ESENO DE LA CARATULA DE S AM F INK
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CONTENIDOS
L OS T RES D OCUMENTOS QUE H ICIERON A MÉRICA
I NTRODUCIDO
Mi nombre es Sam Fink. Tengo 87 años y mucha suerte. Nací en los Estados Unidos. Esto pasó porque mis dos parejas de abuelos vinieron aquí en 1880. En sus pueblos de Rusia y Polonia había llegado la noticia de que los Estados Unidos era un país donde reinaba la libertad y la oportunidad. Llegaron sin un centavo y no hablaban inglés. Lo único que tenían eran sus nombres y su deseo de forjarse una nueva vida. Con el tiempo encontraron lo que habían venido a buscar. No tenían idea de cuál era la razón por la que Estados Unidos era la tierra de los libres y el hogar de los valientes. Con el tiempo, lo descubrieron. Criaron a un total de trece hijos. Cada uno encontró su lugar en la sociedad. A través de la educación pública descubrieron que había tres documentos que hacían que sus vidas fueran posibles; la Declaración de Independencia de 1776, la Constitución de los Estados Unidos de América de 1787 y la Declaración de Derechos de 1791. Sabemos que el hombre no puede caminar erguido sin una columna vertebral. Una nación tampoco puede. Estos tres documentos son la columna vertebral de los Estados Unidos. A medida que lees las ideas expresadas en este documento, comenzarás a comprender lo que sucedió cuando un milagro se hizo realidad. En la Declaración de Independencia, escucharás la lógica, el razonamiento agudo que llevó a las colonias a querer separarse de Gran Bretaña. Las palabras nacieron de la pluma de Thomas Jefferson, uno de los escritores más talentosos de su época. Cuando 56 hombres firmaron la Declaración, Benjamin Franklin dijo “todos tenemos que mantenernos unidos pues si no seremos colgados por separado”. Claramente se trataba de una revolución y sí se mantuvieron unidos para ganar su independencia al derrotar a los británicos de la Guerra de la Independencia cinco años más tarde.
El segundo de los tres documentos es la Constitución de los Estados Unidos de América, aprobada y promulgada en 1787. En el fondo de su genialidad está la capacidad de los 55 delegados que se reunieron en Filadelfia para esbozar un conjunto de ideas y leyes bajo las cuales aún nos regimos hoy en día. Sus esfuerzos fueron casi perfectos; casi, porque en cuestión de dos años decidieron que faltaba algo. ¿Qué? Olvidaron incluir leyes que garantizaran la libertad individual. Para elevar el gobierno a los más altos ideales de libertad personal escribieron y aprobaron 10 leyes, todas las cuales garantizan las libertades personales del individuo. Estas 10 enmiendas a la Constitución se convirtieron en la Declaración de Derechos, demostrando que nada es perfecto y que siempre hay algo que se puede mejorar. De hecho, en la actualidad hay un total de 27 enmiendas.
Por más de 225 años, estos tres documentos han sido la columna vertebral de los Estados Unidos de América. Hoy en día nuestro país tiene más de 311 millones de habitantes, somos un pueblo diverso que goza de las mismas libertades y oportunidades que mis ancestros, mis hijos y yo.
I NTRODUCIDO A L A D ECLARACIÓN DE I NDEPENDENCIA
En junio de 1776 el Segundo Congreso Continental se reunió en la legislatura del estado de Pensilvania. Los delegados de Nueva Hampshire, Massachusetts, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Maryland, Delaware, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia constituían la asamblea. Se reunieron para discutir la idea de separarse de Inglaterra para ser independientes y gobernarse a sí mismos. En repetidas ocasiones Inglaterra había ignorado sus peticiones de justicia y mejor representación. Si hubieras estado allí, habrías podido sentir su determinación. Estaban considerando empezar una revolución. Para seguir adelante con su idea necesitaban un documento que expresara sus razones para buscar la independencia. El 7 de junio Richard Henry Lee de Virginia tomó la determinación de que las 13 colonias debían convertirse en estados libres e independientes. Se necesitaba una declaración. Un comité de cinco personas fue asignado a la tarea: Jefferson, Adams, Benjamin Frankin, Roger Sherman y Robert Livingston. La responsabilidad recayó sobre Jefferson, aparentemente el mejor escritor del grupo. Jefferson se tomó aproximadamente dos semanas para escribir la declaración antes de presentársela a sus colegas. Se le sugirieron algunas correcciones y cambios. Jefferson regresó a sus aposentos e incorporó lo que le habían dicho a la Declaración.
El 28 de junio Jefferson y sus colegas completaron la Declaración de Independencia. Se le hicieron ochenta y seis cambios antes de recibir la aprobación definitiva. Todos los delegados votaron que sí, a excepción de Nueva York, que no había recibido instrucciones para proseguir. Pero sí lo hicieron el 15 de julio, llegando así a un voto unánime. La Declaración fue aprobada y aceptada el 2 de julio y se hizo pública el día 4. No hubo celebraciones ni aplausos por este gesto de audacia que dio inicio a una guerra que duró cinco años y acabó con el nacimiento de un nuevo país: los Estados Unidos de América.
L A D ECLARACIÓN DE I NDEPENDENCIA
En el Congreso, el 4 de julio de 1776,
la declaración unánime de los 13 estados de los Estados Unidos de América.
Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro, y tomar entre las naciones de la Tierra el puesto separado e igual al que las leyes de la naturaleza y del Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la Humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.
Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios,el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que los gobiernos establecidos hace mucho tiempo no se cambien por motivos leves y transitorios; y, de acuerdo con esto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a sufrir, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia mediante la abolición de las formas a las que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, que persigue invariablemente el mismo objetivo, evidencia el designio de someterlos bajo un despotismo absoluto, es el derecho de ellos, es el deber de ellos, derrocar ese gobierno y proveer nuevas salvaguardas para su futura seguridad.
Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; y tal es ahora la necesidad que las compele a alterar su antiguo sistema. La historia del presente Rey de la Gran-Bretaña, es una historia de repetidas injurias y usurpaciones, cuyo objeto principal es y ha sido el establecimiento de una absoluta tiranía sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.
Ha rehusado asentir a las leyes más convenientes y necesarias al bien público de estas colonias, prohibiendo a sus gobernadores sancionar aun aquellas que eran de inmediata y urgente necesidad a menos que se suspendiese su ejecución hasta obtener su consentimiento, y estando así suspensas las ha desatendido enteramente.
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