La sonrisa en el bolsillo
Pinceladas de la mejor guasa sevillana
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Derechos reservados © 2019, respecto a la primera edición en español, por:
© Manolo Melado
© Editorial Samarcanda
ISBN: 9788417672133
ISBN e-book: 9788417672645
Producción editorial: Lantia Publishing S.L.
Plaza de la Magdalena, 9, 3 (41001-Sevilla)
www.lantia.com
IMPRESO EN ESPAÑA – PRINTED IN SPAIN
Prólogo
Un genio pegado a una ri sa
Cuando recibí la llamada de Manuel Melado pidiéndome que prologase su presente obra La sonrisa en el bolsillo , lo primero que pensé fue que debía haber tenido un bajón en los índices de glucemia la noche anterior, o bien que una sorpresiva hipertensión le provocaba de alguna manera perder el sentido de la realidad. Lo digo porque es público y notorio la especialidad de cada uno de los que componemos la tertulia semanal, donde nombres como Ángel Vela, Ángel Bautista o el recién extinto amigo Manolo Garrido, con toda seguridad el presente prólogo habría disfrutado de más auténtica veracidad, ya que mi camino siempre transcurrió a través de la poesía, la historia y la novela, por lo que pensé que no era yo la persona más indicada para hablar de los ocurrentes y espontáneos personajes que componen éste libro. No obstante, y porque como asegura el dicho «huir es de cobardes», me atrevo a escribir estas palabras esperando que Manolo no me lance ese escueto ¡Ayyyyy! profundo y sorpresivo como si fuera a arrancarse a cantar, y no de pena y dolor por lo que he escrito.
La sonrisa en el bolsillo no es un libro cualquiera sino El Libro. Es la obra que ha sido capaz de aglutinar la historia personal de su autor, con la jocosidad, espontaneidad y simpatía de sus personajes, —todos de sobras conocidos—, a la vez que aderezado con la gracia del habla popular andaluza, y más concretamente sevillana.
Sabido es que Manolo es el mejor amante que pueda tener una buena mesa, y es por eso por lo que le queremos: no dejamos de recomendarle que deje la sufrida Vespa, que ya se ganó la jubilación con creces, e imite la acelerada y gloriosa marcha de la Legión, que también le sale bordada. Y es que, en la anatomía de Manuel Melado se encierran como tres personalidades en una misma despensa: el Manolo autor de sevillanas, el Manolo escritor y poeta, y el Manolo alegre y dicharachero capaz de reírse de su propia sombra. Es esta última personalidad la que hizo nacer La sonrisa en el bolsillo , donde se aprecia claramente su capacidad de subvertir lo trascendente en hilaridad y la tristeza en chascarrillo.
Como ejemplo de lo antedicho, no puedo resistirme a contar una anécdota vivida hace pocas semanas y que, como no podía ser de otra forma, todo terminó en las risas correspondientes.
Un domingo apareció en nuestra tertulia con un par de moratones en la cara, lo que naturalmente suscitó las correspondientes preguntas al respecto por parte de todos los presentes. Así que Manolo se dispuso a relatar:
—¡Pues nada! —dijo—. Que me fui de compras al mercado y al volver con las dos manos llenas de bolsas, tropecé con uno de esos bolardos bajitos que pone el Ayuntamiento y me fui de bruces. (Se refería a esos bolardos en forma de U invertida que parecen estar colocados para disminuir el número de pensionistas).
—¡Pues sí que has tenido suerte! —le contesté yo—. Pudiste haberte destrozado la cara.
—¡Suerte! ¿Qué si he tenido suerte? —me contestó él—. Como que si no llega a ser por la barriga que actuó de airbag , me tengo sacar otra fotografía para cambiarla en el carné de identidad.
Lo dicho, en Manolo Melado las ocurrencias no cesan en su mente y las risas constan como garantizadas; por ello en este libro, sacado de sus vivencias junto a personajes que siempre le fueron a la zaga, se puede asegurar un buen rato de divertimento y más de una sonrisa en la cara.
Antonio Casas Rivera
Introducción
Me he decidido a escribir este libro con el único deseo de que los personajes que en el mismo aparecen, por haber sido junto a ellos protagonista de las anécdotas que en el mismo relato, he considerado de justicia que se dieran a conocer y que no quedaran injustamente en el olvido.
Y está escrito sobre la marcha, de forma espontánea, natural, sin hojarascas, ciñéndome exactamente a esa forma coloquial tal como lo escuché en boca de sus personajes. Así que lo que usted va a leer no es que esté mal escrito o corregido, sino que es respetuoso con la literalidad de la forma de hablar de los protagonistas.
He querido, por tanto, a la hora de ponerme a escribirlo, que surgiera con toda la frescura y la gracia de tanto ingenio no valorado en su justa medida, y qué menos que esa gracia espontánea no se pierda y quede como un sencillo homenaje para la posteridad.
A veces no le damos importancia a la riqueza que tenemos. No analizamos, porque no somos consciente de su grandeza, una inteligencia que queda desaprovechada por nuestra abulia y a veces hasta por nuestra pereza (entre ellos me incluyo).
Por tanto, he creído que era una labor de conciencia hacia estos amigos con los que en determinados momentos he gozado de su compañía, evocarlos y presentarlos con el cariño que nos hemos profesado.
Pepe Peregil, el maestro Oliva, El Pali, Paco Gandía, Enrique «El Cojo», «La Esmeralda», Manolo Garrido y tantos otros que de seguro os alegrarán despertando ese sentimiento de afinidad y simpatía, el mismo que me proporcionaron con su afecto y amistad en vida.
Asímismo, incluyo algunas anécdotas emotivas que merecen ser reseñadas, salpicadas con algún que otro chiste que no tiene otro objeto que el de seguir enriqueciendo estas historias que ya pertenecen al acervo popular.
Existen otros grandes humoristas en nuestra ciudad que no están incluidos en este sencillo homenaje, no porque no tengan la suficiente entidad o categoría para ilustrar esta pequeña obra, sino porque siendo buenos y reconocidos artistas a los que he admirado y admiro, no se ha producido en esas reuniones de copas, esa chispa que provoque la hilaridad porque el tema de conversación ha derivado por otros cauces ajenos al humor.
Pero queda, sin lugar a la más mínima duda, el reconocimiento y valoración a esos grandes profesionales dentro del campo del humor, que son reconocidos a nivel nacional como los que cito a continuación. ¿Quién no se ha partido de risa con esas sevillanas de los «Cuatro Detectives» y esas hilarantes parodias de Pepe da Rosa? Evocar también los éxitos literarios narrados por Josele, las celebradas intervenciones en las distintas televisiones de Paco Aguilar, la gracia popular sevillana de Los Morancos y el arte genuino de «Garbanzo» o de Jesús Cañete. Sin olvidarme de un excelente monologuista, inspirado creador dentro del campo del humor, con una gran cultura, inteligencia, y sobrado de ingenio, que es Manu Sánchez. Hacia todos estos grandes artistas, mi homenaje de amistad y reconocimiento.
Algo de mi vida
Nací un tres de Septiembre 1940 a las ocho de la mañana (según mi madre que estaba allí). El hecho tuvo lugar en la calle Macasta número 22 (Hoy 52-A) en pleno barrio de San Julián.
A partir de los ocho años es cuando empiezo a rememorar con algo de lucidez, con el inconveniente de haber nacido en un tiempo tan crítico como fue la posguerra. Quizás por ello, debido a la escasez de lo más básico y fundamental para la supervivencia como es la comida, el instinto de conservación se despertará en mí subconsciente, ya que si quería desenvolverme con algo de astucia en esta vida, dependía de lo que en sí llegara a espabilarme; esto fue quizás lo que hizo que tomara plena conciencia de mi situación en aquellos momentos tan delicados.