De los años cuarenta a los noventa, miles de recién nacidos fueron robados en diferentes maternidades y ciudades españolas y vendidos a otros padres que los inscribían como hijos propios. Ahora, y gracias a las pruebas de ADN, muchos de esos padres engañados e hijos criados en familias que no son las suyas buscan respuestas sobre su pasado.
El abogado Enrique J. Vila Torres recupera en Historias robadas algunos de esos casos cuyo relato permite comprender el funcionamiento de las mafias formadas alrededor de este lucrativo negocio. Médicos, enfermeras, religiosos, funcionarios y familiares de las propias víctimas estuvieron involucrados en una trama que podría afectar a unas 300 000 personas en nuestro país que no son hijos de quienes constan en su partida de nacimiento y que está llevando a muchos españoles a formularse una pregunta inquietante: ¿soy realmente hijo de mis padres?
Enrique J. Vila Torres
Historias robadas
Un conmovedor relato sobre las adopciones falsas en la España del siglo XX
ePub r1.0
nalasss25.07.13
A mi madre biológica, esté donde esté
A todos mis clientes y amigos que buscan sus orígenes.
Gracias por darme la oportunidad de ayudaros
«Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes».
W ILLIAM S HAKESPEARE
«Yo no me encuentro a mí mismo cuando más me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero».
M ICHEL E YQUEM DE M ONTAIGNE
«La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa».
A LBERT E INSTEIN
Nota a la edición
Esta obra está basada en hechos absolutamente reales, conocidos por el autor en el ejercicio de su profesión de abogado, y asimismo gran parte de ellos de amplia difusión y repercusión pública, a través de otras publicaciones, novelas, artículos de prensa, medios de comunicación e Internet.
Los nombres y apellidos de los protagonistas de estas historias se han omitido o disimulado para evitar su identificación por la obligación de secreto profesional que sujeta al autor como abogado. Asimismo, se han modificado con idéntico fin fechas y determinadas localizaciones geográficas, pero sin alejarlas demasiado, ni unas ni otras, de la época real en la que tuvieron lugar.
Excepto en algunos casos, se menciona el nombre auténtico de sanatorios, hospitales o instituciones donde supuestamente acontecen los hechos relatados, dejando bien claro que las personas que ahora regentan dichas instituciones médicas en nada están implicadas con los hechos delictivos que se relatan en esta obra.
Si alguien se siente identificado, ofendido, perjudicado o dañado por lo que en esta obra se relata, puede ponerse en contacto con el autor, que gustosamente hará las aclaraciones y rectificaciones oportunas, a través de su correo bufetevila@bufetevila.com
Prólogo de Susanna Griso
Un caudal de dudas que no cesa
«El doctor V. me dijo que me presentase en la clínica S. R. con un cojín bajo la camisa. Tenía que parecer que estaba embarazada». El testimonio de Inés ante las cámaras de Espejo Público me impresionó. Le contaron que la madre no podía hacerse cargo de la pequeña y no pidió más explicaciones. El bebé era sietemesino. Cuando se lo entregó, el doctor le recomendó que colocase junto a su cuerpecito bolsas de agua caliente, a modo de incubadora casera, y le advirtió de que si enfermaba solo debía llamarle a él.
Éste, aunque particularmente descarnado, es solo un retal de un caso de adopción irregular. Hay muchos más. Y todos ellos tocan resortes emotivos profundos de quienes los cuentan y de quienes los escuchamos.
He tenido la oportunidad de entrevistar a muchas personas que fueron adoptadas y he podido constatar que la búsqueda de sus orígenes puede convertirse en una obsesión, un interrogante que las tortura día y noche. Las preguntas siempre se repiten: ¿quiénes son mis padres? ¿Por qué me abandonaron? A menudo solo les interesa su madre y dejan al padre en un segundo plano. Será porque el vínculo materno se supone inquebrantable, pero está claro que a veces sí lo es.
Quienes desconocen sus orígenes tienden a construirse una historia, una disculpa verosímil para hacer más tolerable el abandono. Imaginan una madre soltera sin recursos, o una joven obligada por su familia ante el temor del «qué dirán». La imaginación es libre y las versiones pueden ir variando con el tiempo. Lo que no cambia es la pregunta: ¿por qué me abandonaron? Es una herida difícil de restañar. Quienes nos sentimos queridos por nuestros padres difícilmente podemos llegar a comprender el abandono. Nacemos con la autoestima intacta porque nos sentimos fruto del amor, depositarios de un inmenso cariño que nos blinda para crecer y madurar. Solo podemos apreciar lo que eso significa cuando nos ha sido hurtado desde la cuna.
Entonces, el único consuelo posible es saber qué hay detrás del abandono, conocer las circunstancias que llevan a una madre o a unos padres a desprenderse del que debería ser su ser más querido. La respuesta es sanadora. Ya no albergo ninguna duda al respecto.
Entrevisté por primera vez al abogado y escritor Enrique J. Vila Torres en abril de 2008, cuando la Ley de Adopción Internacional introdujo una modificación en el Código Civil español que reconocía el derecho de los adoptados a conocer sus orígenes biológicos, recogiendo la corriente judicial que ya imperaba desde 1999. Hasta entonces había prevalecido el derecho de los padres a ampararse en el anonimato.
El cambio legal provocó un encendido debate en el plató de Espejo Público: nos preguntamos qué debía imperar, la discreción en las adopciones o el derecho de los hijos a saber. Los defensores del anonimato pronosticaron que iban a reducirse las adopciones porque algunas madres optarían por el aborto o el abandono ante el temor a ser descubiertas años después. Recuerdo que mi primera reflexión fue: ¿por qué cambiar las cosas, por qué no dejar todo como estaba y ahorrarnos problemas? Ahora, como he referido más arriba, ya tengo respuesta a esta pregunta. El derecho a saber es algo necesario, de lo que no puede ser privada ninguna persona.
Los problemas más graves aparecen cuando la adopción es ilegal. O sencillamente, no existe adopción y se produce una inscripción falsa del bebé en el Registro Civil, como hijo de unos padres que en realidad no lo son. Todos hemos oído hablar de los niños robados del franquismo, hijos que durante la posguerra fueron separados de sus madres republicanas como una forma más de represalia política. Es desgarrador, una página negra de nuestra historia que debería ser investigada a fondo. ¿Por qué hemos prestado tanta atención mediática a las madres de la Plaza de Mayo y tan poca a nuestras madres de la República? Solo se me ocurre una explicación: cuarenta años de dictadura lo silenciaron todo y durante la transición, posiblemente, nadie quiso hurgar en un episodio tan dramático. Cuando TV3 emitió en Catalunya un espléndido y documentado reportaje sobre esos Niños robados del franquismo, algunos dudaron de que algo tan monstruoso se hubiese podido llevar a cabo y después ocultar durante tanto tiempo. Lamentablemente, el franquismo dio para eso y mucho más.
Pero lo que yo no me podía imaginar es que este tipo de prácticas se hubiesen mantenido a lo largo del tiempo, incluso hasta después de la dictadura. Lo que empezó siendo una extorsión ideológica se acabó transformando en un gran negocio de compraventa. Llegado el punto en que no quedaban republicanas a las que robar, como bien se explica en uno de los capítulos de este libro que prologo, todas las mujeres eran víctimas potenciales.
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