© 2003, Tanya Reinhart
© de la traducción 2004, Catalina Martínez
Primera edición en español, EEUU: junio de 2004
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Diseño de cubierta: Greg Ruggiero
Fotografias: David Silverman/Getty Images
eISBN: 978-1-60980-251-6
v3.1
ÍNDICE
CAPÍTULO I
Los años de Oslo: Falsas expectativas
CAPÍTULO II
Los acuerdos de Camp David: Realidad y mito
CAPÍTULO III
El precedente de Siria
CAPÍTULO IV
Barak: una versión de Sharon
CAPÍTULO V
Octubre de 2000: «La segunda parte de 1948»
CAPÍTULO VI
El primer año: La lenta limpieza étnica de Israel
CAPÍTULO VII
Diciembre de 2001: «Derrocar a Arafat»
CAPÍTULO VIII
Abril-junio de 2002: Una nueva ocupación militar
CAPÍTULO IX
¿Qué quiere realmente Israel?
CAPÍTULO X
La salida
APÉNDICE
El apartheid de Oslo
INTRODUCCIÓN
El Estado de Israel fue fundado en 1948, a raíz de una guerra que los israelíes llamaron guerra de Independencia y los palestinos denominaron Nakba (la catástrofe). Un pueblo desesperado y perseguido buscaba un refugio y una patria, que finalmente obtuvo con un coste terrible para otro pueblo. Durante la guerra de 1948, más de la mitad de la población palestina, que por aquel entonces ascendía a 1.380.000 personas, fue expulsada de su territorio por el ejército israelí. Aunque Israel anunció oficialmente que casi todos los refugiados habían huido sin ser expulsados, se negó a autorizar su regreso tal como exigía una resolución de Naciones Unidas emitida poco después de la citada guerra. El Estado de Israel se construyó por tanto mediante la limpieza étnica de la población autóctona palestina.
Este proceso no es infrecuente en la historia. Las acciones de Israel siguen siendo incomparables con el exterminio de los indígenas americanos practicado por los colonizadores y el Gobierno de Estados Unidos. Si Israel se hubiese contentado con lo obtenido en 1948, yo podría haberlo aceptado. Como israelí he crecido en la creencia de que el pecado original sobre el que se ha construido nuestro país sería perdonado algún día, pues la generación de los fundadores se dejó guiar por la fe en que ése era el único modo posible de salvar al pueblo judío del peligro de un nuevo holocausto.
Pero Israel no se detuvo ahí. En 1967, y tras una guerra total con los tres países árabes vecinos, Israel conquistó y ocupó Cisjordania (Jordania), la franja de Gaza y la península del Sinaí (pertenecientes a Egipto) y los Altos del Golán (Siria). La península del Sinaí fue posteriormente devuelta a Egipto, en el marco de un acuerdo de paz entre los dos países. (La retirada de Israel se completó en 1982.) El resto de los territorios conquistados en 1967 continúa hoy ocupado por Israel. Durante la guerra de 1967, una nueva oleada de refugiados palestinos escapó de Cisjordania y de la franja de Gaza (según fuentes israelíes cerca de doscientas cincuenta mil personas). Cerca de tres millones de palestinos siguen viviendo actualmente en estas dos zonas, bajo ocupación israelí, cercadas por los asentamientos israelíes construidos en su territorio.
El prestigioso filósofo y científico israelí, Yeshayahu Leibowitz, advirtió desde un primer momento de cuáles serían las consecuencias de la ocupación. En 1968 escribió lo siguiente: «Un Estado que gobierna sobre una población hostil de entre 1,5 y 2 millones de habitantes [la población palestina de los territorios ocupados en aquel momento] está abocado a convertirse en un Shin Bet [Servicio de Seguridad], con todo lo que ello implica para la educación, la libertad de expresión, el pensamiento y la democracia. Israel se infectará de la corrupción característica de cualquier régimen colonial. La Administración habrá de enfrentarse tanto al movimiento de protesta árabe como al colaboracionismo de otros países… El ejército, que hasta la fecha ha sido un ejército del pueblo, degenerará para convertirse en un ejército de ocupación, y sus mandos, transformados en gobernadores militares, no se
En el clima de borrachera de poder predominante en Israel por aquel entonces, fueron pocos los que prestaron atención a las advertencias de Leibowitz. Las relaciones entre Israel y Estados Unidos mejoraron tras la victoria militar israelí en 1967, circunstancia que demostró el gran valor estratégico de Israel para los intereses estadounidenses en la región. Con el respaldo de Estados Unidos, Israel se sintió omnipotente. Aun cuando la sociedad israelí percibió esta guerra como un fracaso, el ejército permaneció en el sur del Líbano hasta mayo de 2000, mientras la ocupación de Palestina se prolongaba sin cambios desde 1967.
El primer levantamiento palestino (1987–1993) trajo consigo un cambio notable. La sociedad israelí descubrió que la ocupación militar de Palestina tenía un alto coste. Muchos comprendieron entonces que las advertencias de Leibowitz se habían hecho realidad y muchos se sintieron moralmente incapaces de seguir aceptando la ocupación por más tiempo. La lucha del pueblo palestino se basaba por primera vez en el reconocimiento explícito del derecho de Israel a existir en el marco de las fronteras anteriores a la guerra de 1967. Como veremos más adelante, el Consejo Nacional Palestino reunido en 1988 solicitaba la división de la Palestina histórica en dos Estados independientes. La lucha contra la ocupación se convirtió en una lucha conjunta de israelíes y palestinos en la que numerosos grupos de oposición israelíes se manifestaban en los territorios ocupados y los líderes palestinos eran invitados a ofrecer charlas en universidades israelíes. Durante uno de los numerosos actos de esta lucha conjunta, veintisiete miembros del movimiento israelí Año XXI (entre quienes figuraba yo misma) fueron encarcelados durante cinco días tras una manifestación en Cisjordania.
En 1993 parecía que la ocupación tocaba a su fin. Muchos creyeron que los Acuerdos de Oslo, firmados ese año en Washington, desembocarían en la retirada de Israel de los territorios ocupados y en la formación de un Estado palestino. Sin embargo, no fue así. Como veremos más adelante, los líderes políticos del campamento de la paz israelí transformaron el espíritu de reconciliación de Oslo en un método más nuevo y refinado para perpetuar la ocupación.
El actual primer ministro de Israel, Ariel Sharon, describe la guerra que se libra actualmente contra los palestinos como «la segunda mitad de 1948». El alto mando militar israelí ya había empleado los mismos términos en octubre de 2002, cuando comenzó la segunda Intifada. A día de hoy, no cabe duda de que con esta analogía quiere decirse que la limpieza étnica no llegó a completarse en 1948 y que los palestinos conservan todavía demasiado territorio. Aunque casi todos los israelíes están hartos de guerras y de la ocupación, los líderes políticos y militares de Israel continúan actuando movidos por la codicia de tierra, de recursos hídricos y de poder. Desde este prisma, la guerra de 1948 no fue sino el primer paso de una estrategia más ambiciosa y de más largo alcance.