EL NIÑO TESTIGO DE CRISTO REY
José Sánchez del Río, mártir cristero
LUIS LAUREÁN CERVANTES
EL NIÑO TESTIGO
DE CRISTO REY
José Sánchez del Río,
mártir cristero
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28042 Madrid
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Título de la edición original mexicana: Los gallos de Picazo o los derechos de Dios
© 2007, Luis Manuel Laureán Cervantes
© 2015, Ediciones De Buena Tinta (para esta edición)
Diseño de cubierta: Safekat
Primera edición en De Buena Tinta: junio de 2015
Depósito Legal: M-17809-2015
Composición: Francisco J. Arellano
Impresión: Safekat
Impreso en España — Printed in Spain
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
Índice
AGRADECIMIENTOS
El trabajo que presento sólo ha sido posible gracias a la ayuda de muchas personas. A todas agradezco sinceramente las sugerencias, documentos, fotografías, que durante más de diez años me fueron aportando. Aunque no es posible mencionarlos a todos, quiero agradecer en primer lugar al señor Alfredo Hernández Quesada (q.e.p.d.), pionero en recolectar todo lo relacionado con la Guerra Cristera, tan generoso y modesto que casi arruina su patrimonio en la aventura de rescatar la memoria de los valientes cristeros y fundar el Museo Cristero. Agradezco a don Juan Vargas (q.e.p.d.), talabartero, y a don José María García, quienes recrearon de primera mano los días de guerra en Cotija y Sahuayo, respectivamente; a don Rafael y doña Josefina Degollado, hermanos que vivieron y sufrieron el primer enfrentamiento con los federales; a don José Maciel y a su hija Marta; a la señora Teresa Maciel y a su hija María Teresa; al cotijense señor Javier Valencia y a su esposa Carmen; al señor Alfonso Pérez del Toro, de Chavinda; a don Serafín Torres Cacho; a don Jesús Gutiérrez, hijo del «Prieto», valiente charro del general Ignacio Sánchez Ramírez; a doña Consuelo Acuña (q.e.p.d.) y a su hija María Cervantes, por los vivos recuerdos que me aportaron; a la familia Guerrero, que guarda el archivo de fotografías más importante de Sahuayo; a don Francisco Muratalla; a los Caballeros de Colón, primeros promotores de la causa de beatificación; al señor Mario Higareda Degollado, gran promotor de la beatificación del mártir; a los sacerdotes Rafael González, postulador de la causa de canonización de Rafael Guízar Valencia; al padre Gustavo Watson, atento director del archivo Histórico del Arzobispado de México; al padre Florencio Magaña, quien nos abrió las catacumbas del templo del Sagrado Corazón, no importando que llegáramos a deshora y sin previo aviso; al alegre guardián del cementerio de Sahuayo; a la señora Yolanda Sada Gorostieta (q.e.p.d.), de Monterrey, quien nos definió de una vez por todas la personalidad de su tío el general Enrique Gorostieta; al señor don Jorge Moreno, director del Archivo Histórico del Obispado de Zamora; al Archivo Histórico del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán; a las responsables de la fototeca del Instituto Nacional de Antropología e Historia ( inah ): maestra Concepción Amerlinck, Nuria Salazar y Leonor Correa. Agradezco también al doctor Emilio Martínez Albesa sus observaciones y compañía en el trabajo de campo, así como su interés y cariño hacia la historia mexicana, tan rica en aventuras sobrehumanas.
Agradezco también a Ediciones De Buena Tinta por el interés de hacer la edición para España, cuyo director (a pesar de la crisis económica que incide negativamente en las ediciones impresas) se ha empeñado con profesionalidad y admiración por la historia de este mártir mexicano.
PRÓLOGO*
Con la viveza del testimonio directo y la amenidad del buen estilo literario, este libro narra la historia del beato José Sánchez del Río, muchacho sahuayense, mártir de Cristo en tiempos de la Guerra Cristera.
El autor, Luis Manuel Laureán Cervantes, es un sacerdote paisano del mártir, nacido y crecido en Sahuayo, Michoacán. Ha sido profesor de Humanidades y Espiritualidad en distintos seminarios y centros de Salamanca, España y de Roma, así como en Monterrey y la Ciudad de México. Recuerdo con afecto y gratitud el día en que por primera vez llegué a Sahuayo, precisamente invitado por el autor de este libro, en el verano de 2002. Con justificado orgullo, el padre Luis Laureán me presumió las bondades religiosas y culturales de su pueblo. Amablemente me hizo saborear el pescado de la laguna, recorrer las calles, visitar al Patrón Santiago, subir al Santuario y contemplar las pinturas guadalupanas de Luis Sahagún. Me hizo descender a la cripta del Sagrado Corazón y repasar con calma todos sus rincones, llenos del recuerdo de los años martiriales, y sobre todo, seguir con emoción las huellas de José Sánchez del Río: su casa, su parroquia y prisión, su lugar de ejecución en el cementerio. Hablamos con muchos sahuayenses, ancianos y jóvenes. Tuve además el gusto de tratar con el párroco don Germán Cobos y con sacerdotes locales. Descubrí en Sahuayo un pueblo con una rica herencia cristiana que, como la beatificación de José en 2005 evidenció, bien merece salvaguardarse y cultivarse como parte del valioso patrimonio de México y de la Iglesia.
Pienso que el principal mérito del padre Laureán en este libro reside en aunar el conocimiento de primera mano de las costumbres y tradiciones locales, de los lugares donde se desa rrolla esta historia y también de algunos protagonistas — como los matones la «Aguada» y el «Zamorano» y varios amigos del mártir—, con el resultado de una cuidada investigación en documentos de archivo, prensa de la época, fotografías históricas y entrevistas. Puede decirse que el autor no ha olvidado ningún tipo de fuente histórica. Además, ha tomado en cuenta una amplia y bien seleccionada bibliografía para contextualizar la historia que narra.
El lector encontrará en estas páginas información que nunca ha sido presentada al público y que se incorpora al hilo de la historia ya conocida; de esta manera la completa y despierta su interés. Tiene en sus manos un libro para gustar, aprender y meditar un testimonio como pocos de la historia cristiana.
La figura del beato José Sánchez del Río, muy bien encuadrada en su ambiente histórico y geográfico, es tratada con la simpatía de quien comparte los ideales cristianos, y con la admiración de quien sabe que es mucho lo que puede aprenderse de un adolescente que amó a Cristo apasionadamente hasta dar su vida por Él.
Emilio Martínez Albesa*
Roma, 12 de septiembre de 2006.
TIEMPOS Y LUGARES.
PRIMEROS AÑOS DEL SIGLO XX
José Sánchez del Río nació en Sahuayo, Michoacán, el 28 de marzo de 1913. Hijo de don Macario Sánchez Sánchez y doña María del Río Arteaga. Sus hermanos fueron Macario, Guillermo y Miguel; sus hermanas María Concepción, María Luisa y Celia. Fue bautizado en la Parroquia de la Santísima Trinidad el 3 de abril de 1913, por el sacerdote don Luis Amezcua Calleja. Recibió la Confirmación, en el mismo templo, de manos del obispo de Tehuantepec, monseñor Ignacio Plasencia, en octubre de 1917.
Sahuayo era una población criolla, españoles en su mayoría, con núcleos de indígenas aztecas. Durante la Conquista había sido un asentamiento de pescadores, destruido y dispersado por Nuño de Guzmán en su paso hacia lo que hoy es Guadalajara. Hacia 1920, la población estaba compuesta por campesinos, ganaderos, comerciantes, artesanos; había también algún abogado, médicos, músicos, profesores, industriales que fabricaban sombreros, zapatos y huaraches.
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