Sobre todas estas palabras, más o menos potentes, entre ellas, se cuela la presencia de un silencio poderosísimo y retumbante:
el de los muertos. No están aquí por sí mismos; no podrían hacerlo. Están a través nuestro e incluso a pesar nuestro, “aparecen”
en lo que creemos que ellos fueron o quisieron ser, lo que son en nosotros y lo que nos demandan desde su no estar, como presencia contundente. “En nosotros nuestros muertos”, no para convalidar
a través de ellos una palabra incierta sino, al revés, para hacer patente la incertidumbre de la palabra.
PILAR CALVEIRO
Aprender a vivir con los fantasmas, en la entrevista, la compañía o
el aprendizaje, en el comercio sin comercio con y de los fantasmas. Y ese ser con los espectros sería también, no solamente pero sí también, una política de la memoria, de la herencia y de las generaciones.
JACQUES DERRIDA
INTRODUCCIÓN
Este trabajo estudia la representación de la desaparición de personas en el teatro argentino en el período 2001-2015, por medio del análisis de textos dramáticos que tematizan o aluden a esa práctica y que fueron llevados a la escena en la ciudad de Buenos Aires. Se trata de mi tesis de doctorado, que con el título original de Entre el duelo inconcluso y el reconocimiento espectral. Representaciones de la desaparición en la dramaturgia argentina (2001-2015) defendí en la Universidad de Konstanz (Alemania) en 2019 .
Entenderemos aquí la desaparición no como una forma entre otras de violencia estatal, una técnica represiva específica reductible a la categoría del derecho internacional de la desaparición forzada de personas, sino como una biopolítica de producción de espectros. Esta biopolítica desaparecedora operó a nivel de los cuerpos y de la población, a través de la reducción a la espectralidad y la fabricación masiva de fantasmas, con el objetivo inmediato de producir terror y parálisis y con el fin último de transformar en sentido regresivo la estructura socioeconómica argentina. Por este motivo, no nos referiremos a “la dictadura” como agente de las desapariciones ni como período histórico, sino que nos centraremos en la aplicación de esa biopolítica desaparecedora, para la que recuperaremos el elocuente nombre propio de “Proceso de Reorganización Nacional” (PRN).
Mucho se ha escrito sobre la postdictadura argentina, sus memorias en disputa y las producciones culturales que desde diferentes disciplinas artísticas indagan en la figura del desaparecido y el fenómeno de la desaparición forzada. Aquí nos centraremos en la etapa que va desde la crisis de 2001-2002 a 2015. En ella se producen cambios decisivos en la constelación de las narrativas sociales que dan cuenta de las desapariciones. Pensaremos el teatro en relación con esas narrativas, que son el contexto discursivo en el que surgen las obras y la extraescena con la que dialogan. Prestaremos especial atención a la relación entre estos dramas y las políticas públicas de memoria que fueron marca registrada de los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011, 2011-2015).
El análisis de las obras de teatro se llevará a cabo por medio del estudio del texto dramático. En algunos casos he podido asistir a representaciones de las obras o acceder a registros audiovisuales; si bien daré cuenta de algunos detalles significativos de la puesta en escena, en especial cuando se trate de escrituras postescénicas, la dramaturgia será la principal vía de acceso al acontecimiento teatral.
A partir de la caracterización de la desaparición como biopolítica de producción de espectros, consideramos que tanto la literatura como el teatro, y en particular ese género en el que ambos se intersectan, la dramaturgia, pueden ofrecer perspectivas reveladoras sobre la desaparición, su dimensión fantástico-espectral y los problemas de representación que este aspecto del fenómeno supone. Por la naturaleza performativa de la palabra dramática, basta con que un personaje teatral anuncie “Yo soy el muerto” (Longoni, 2004: 3) para que el fantasma se haga presente en la escena; rasgo que se potencia en la dramaturgia, que no depende de la eficacia de la puesta.
El teatro sobre la desaparición: un abordaje desde distintas disciplinas
El objeto de estudio de esta investigación se halla en una zona de intersección de diversas disciplinas. Esto obliga a la construcción de un marco teórico interdisciplinario en el que converjan aportes de los estudios sobre memoria, los estudios literarios y teatrales y los estudios sobre espectralidad.
Desde mediados de los noventa, el problema de los desaparecidos ha sido abordado por la academia a partir del marco teórico proporcionado por los estudios sobre memoria, a cuya popularización contribuyeron especialmente Elizabeth Jelin y sus colaboradores. Si bien, en rigor, hay que reconocer que los primeros estudios sobre terrorismo de Estado y desaparición –algunos de los cuales son todavía bibliografía obligada, como los de Eduardo Luis Duhalde, Juan Carlos Marín, Inés Izaguirre y Pilar Calveiro (1998)– fueron publicados con anterioridad al boom de la memoria en Argentina y prescinden de este marco teórico.
Durante el período que nos ocupa, el campo de los estudios sobre memoria se extendió de manera considerable y sostenida en Argentina. A las primeras investigaciones académicas se sumaron cátedras universitarias, maestrías, redes de investigadores y centros de estudios, así como centros culturales, museos y comisiones locales que funcionan en antiguos sitios de detención clandestina, espacios desde los cuales se promueve la investigación empírica unida a la reflexión acerca del pasado reciente. Una característica particular de la escena académica argentina sobre el tema es que a menudo los propios actores cuyas prácticas son objeto de estudio toman parte activamente en los debates teóricos. Si bien investigación científica y militancia tienen en principio objetivos y regulaciones diferentes, no sería nada sencillo establecer una división tajante entre ambas en Argentina. La investigación académica se nutre de los problemas y los debates que proponen las prácticas que se dan en el seno de lo que Gabriel Gatti (2008) denominó “el campo del detenido-desaparecido”: