Mauricio Hdez. Cervantes
Textos de un periodista mexicano en España: un país donde el pasado (siempre) es un tema de actualidad
Prólogo de Antonio Rubio
A mis padres y a Manina. A Marisol. A Antonio y Tere.
A Antonio Rubio; a Pedro Simón. A Pippo.
«El que se va ya no vuelve, aunque regrese».
«Las noticias son como esas mariposas que apenas viven un día, y una vez en el cielo pueden provocar efectos mágicos sobre la tierra. Informativamente mágicos».
«Los pobres no hacen ruido al amar».
Prólogo
Periodismo vivo
Periodismo. Lo que hace Mauricio Hdez. Cervantes con este libro es periodismo. Respira periodismo, siente periodismo y vive periodismo. Anima y reconforta pensar que todavía se vive el periodismo con esta intensidad y pasión.
Era el año 2016, el mes de octubre, cuando conocí a Mauricio. Fue en clase, cuando yo dirigía el Máster de Periodismo del diario El Mundo y la universidad CEU San Pablo. Y no fue un alumno más. Mauricio ya era periodista cuando entró en el Máster.
Al terminar era aún más periodista. Y aprendió que para contar historias tienes que «ir, ver y contar». El silencio del diente que quiso ser una flor es eso: un conjunto de historias artículos, crónicas, reportajes, entrevistas… que Mauricio ha ido recopilando, creando, generando con personajes de ayer y de hoy.
Mauricio nació en México, pero conoce, siente y vive España. Es un estudioso de nuestra historia, que también es la suya porque hasta México llegó toda la intelectualidad que tuvo que exiliarse tras el golpe de Estado de Francisco Franco, que ganó su fajín en Marruecos.
Mi compañero, porque ya no es mi exalumno, sabe y practica que para entender el presente hay que conocer el pasado. Y él ha ido y recuperado ese ayer.
Cuenta, comenta y escribe: «Basta con dar un paseo por la Puerta del Sol, en una tarde de jueves cualquiera, para comprobar que la Guerra Civil no ha terminado, que sigue siendo un tema de actualidad política y social, así como una fuente inagotable de historias. Porque no es extraño encontrarse a cerca de medio centenar de descendientes de represaliados del franquismo —y neorrepublicanos nostálgicos— marchando y exigiendo “reparación y justicia”, mientras que un hombre mayor, con la cara quemada por el sol y vestido de legionario —con toda la parafernalia franquista posible— los mira y cambia las baterías de su radio portátil con la que musicaliza (con el Cara al sol) su desdén desde cualquier escaparate en el centro neurálgico de la capital española…».
Ir, ver y contar.
Mauricio, que además tiene la licenciatura en Relaciones Internacionales, ha aprendido de maestros como Martín Caparrós y de sus «postales» para contar historias; de Plàcid García-Planas practica aquello de que «en la paradoja está el reportaje». Y en su pluma asoman otros y otras, como Pedro Simón, y su sensibilidad en los temas sociales, y Leila Guerriero, con sus «perfiles». También ha bebido del que Gabriel García Márquez dijo que era el mejor periodista que había conocido, Tomás Eloy Martínez (periodismo y narración). A todas esas enseñanzas él ha incorporado una más y suya, «el silencio».
«El silencio», la observación y análisis, le ha valido para contar y vertebrar historias desde el ayer hasta hoy, y en todas ellas aporta nuevos elementos. Ha incorporado la «tempestividad» a sus «narraciones». Como diría Joseph Pérez, catedrático de Historia de la Universidad de Burdeos y premio Príncipe de Asturias, «la Historia siempre es contemporánea. Siempre hay algo que añadir y siempre habrá cosas que corregir y perspectivas nuevas».
Mauricio hoy ejerce por libre. Colabora y ha colaborado con diferentes medios tanto nacionales como internacionales: El Confidencial, Reforma (México), El Mundo, La Vanguardia, La Voz de Asturias, El Subjetivo, El Cultural, ElDiario.es, Excélsior (México) y la revista Quimera. Y nos muestra, enseña, descubre, desvela a personajes del ayer y del hoy: Nicolas Sánchez-Albornoz, Cristina Rota, Carlos Hernández de Miguel, Joan Tardà, Irene Lozano, Luis Felipe Utrera-Molina. También tiene sus «silencios» convertidos en artículos, crónicas y reportajes. Y otros «silencios inversos» que le sirven para traernos y mostrarnos historias de México que ha publicado en España.
Tras leer a Mauricio podemos decir, con mayúsculas, que el periodismo no ha muerto, como intentan vender algunos agoreros: está vivo, porque lo importante es «ir, ver y contar». En este libro, estimado/a lector/a, encontraremos #PeriodismoVivo, que es un hashtag que suelo utilizar en algunas ocasiones en Twitter cuando me gusta algo que han publicado y que además sirve para hacernos reflexionar sobre el ayer y el hoy.
El silencio del diente que quiso ser una flor es el primer libro de Mauricio Hdez. Cervantes, pero no el último. La de periodismo y literatura es una perfecta combinación que seguirá practicando aquel alumno con el que me encontré en clase en octubre de 2016 y que hoy se sirve de aquella máxima de «ir, ver y contar». Él ha incorporado una nueva herramienta, «el silencio».
Antonio Rubio
Manta con imágenes de algunas víctimas de la Guerra Civil y represaliados del franquismo. Puerta del Sol, Madrid. Diciembre de 2017. MHC
Un libro sobre «ir, ver y contar» en el país en el que el presente viste, todos los días, con los ajuares de su ayer más doloroso (llamemos a esto «introducción»)
Escribir un libro. Escribir un libro y la extraña manía que tenemos algunas personas de encerrar los ecos del mundo dentro de un número de letras, de páginas. Como si eso fuese posible.
A esto, apreciable lector, llámelo como usted quiera: «trabajo», «publicación», «recopilatorio», etcétera. Por momentos me cuesta comprenderlo como solo eso, un libro —ergo un relato condicionado a un número de caracteres, de piezas de papel, que nace con un texto introductorio como este, y muere, como todos los demás, con un punto final—. Y me cuesta porque me parece que todo lo que ha llevado hasta su materialización es mucho más que un cúmulo de piezas publicadas —además de aquellas que son inéditas— en periódicos españoles y mexicanos, firmadas por alguien que decidió escribir sobre lo que ha sido capaz de ver y de comprender en su país adoptivo: uno en el que la actualidad, indudablemente, sigue escribiéndose con la virulencia del pasado.
Me refiero a España, donde las heridas de una de las guerras más inciviles de la Europa del siglo pasado siguen abiertas y con el riesgo de convertirse en hemorragia; un espacio en el que el aire que se respira transporta infinitas partículas de rancios microfranquismos y de oxidados microrrepublicanismos, a veces casi imperceptibles, a veces asfixiantes.