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Robert Sarah - La fuerza del silencio

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Robert Sarah La fuerza del silencio

La fuerza del silencio: resumen, descripción y anotación

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El ruido nos impone su dictadura un día y otro, hasta el punto de que rara vez añoramos el silencio. Sin embargo, el ruido genera el desconcierto del hombre, mientras que en el silencio se forja nuestro ser personal, nuestra propia identidad. Tras el éxito internacional de Dios o nada, el cardenal Sarah afronta en estas páginas la necesidad del silencio interior para escuchar la música de Dios, para que brote y se desarrolle la oración confiada con Él, para entablar relaciones cabales con nuestros allegados. La verdadera revolución -afirma- viene del silencio, que nos conduce hacia Dios y los demás, para colocarnos humildemente a su servicio. De nuevo en esta larga y profunda conversación con Nicolás Diat, el Cardenal propone la siguiente pregunta: ¿pueden aquellos que no conocen el silencio alcanzar la verdad, la belleza y el amor? La respuesta es innegable: todo lo que es grande y creativo está relacionado con el silencio. Dios es silencio. El prefecto de la Congregación vaticana para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos, enlaza y enumera hasta 365 pensamientos, hondos y variados, a propósito del silencio y sus efectos, que concluyen con un excepcional y riquísimo diálogo con Dom Dysmas de Lassus, Prior General de la Grande Chartreuse. Si bien el habla caracteriza al hombre, el silencio es lo que lo define, porque la palabra hablada solo adquiere sentido en virtud de ese silencio. Este es el hermoso y significativo mensaje de La fuerza del silencio. Robert Sarah nació en Guinea en 1945. Sacerdote desde 1969, en 1979 fue nombrado Arzobispo de Conakri, con 34 años de edad. En 2001 Juan Pablo II lo llamó a la Curia romana, donde desempeñó sucesivamente dos altos cargos. Benedicto XVI lo creó Cardenal en 2010, y en 2014 Francisco lo nombró Prefecto de la Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos. Nicolas Diat es periodista y autor francés.

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Cardenal Robert Sarah
con Nicolas Diat

La fuerza del silencio

Frente a la dictadura del ruido

Título original La force du silence By Cardinal Sarah with Nicolas Diat - photo 1

Título original: La force du silence By Cardinal Sarah with Nicolas Diat

© Librairie Arthème Fayard, 2016

© Ediciones Palabra, S.A. 2017

Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España)

Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39

www.palabra.es

© Traducción: Gloria Esteban Villar

Diseño de portada: Roxanne Mei Lum

Fotografía de portada: El Panteón, Roma (© IStockphoto)

Diseño de ePub: Rodrigo Pérez Fernández

ISBN: 978-84-9061-533-1

Todos los derechos reservados.
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares de Copyright.

A Benedicto XVI, buen amigo de Dios,
maestro de silencio y oración.
A Mons. Raymond-Marie Tchidimbo,
antiguo arzobispo de Conakri, preso
y víctima de una dictadura sangrienta.
A todos los cartujos desconocidos
que llevan casi un milenio buscando a Dios.

Así pues, ¿qué nos grita esa avidez y esa impotencia,
sino que hubo otrora en el hombre una verdadera dicha,
de la cual solo le queda ahora la señal y el rastro
totalmente vacío, y que él trata inútilmente de llenar
con todo lo que lo rodea, buscando en las cosas ausentes
el auxilio que no consigue de las presentes, auxilio del cual
son todas incapaces, porque el abismo infinito solo puede ser
llenado por un objeto infinito e inmutable,
es decir, por Dios mismo?

Blaise Pascal, Pensamientos

¡Oh, dialecto de mi aldea interior,
dulce hablar de mis campos imaginarios,
jerga ribereña de mi río invisible,
lengua de mi país, de mi patria espiritual!
¡Oh, idioma más querido que el francés,
oh, mi silencio! Yo te hablo y te recito.
Mil veces te canto para deleite de mi alma
y como a órganos triunfales te oigo resonar.

Jean Mogin, Pâtures du silence

Prológo

¿Por qué ha querido el cardenal Sarah dedicar un libro al silencio? Hablamos por primera vez de este gran tema en abril de 2015. Volvíamos a Roma después de pasar unos días en la abadía de Lagrasse.

En este magnífico monasterio, entre Carcasona y Narbona, el cardenal visitó a su amigo el hermano Vincent. Destrozado por una esclerosis múltiple, el joven religioso sabía que estaba llegando al final de su vida. Inmovilizado en plena juventud, clavado al lecho de la enfermería, condenado a implacables protocolos médicos, hasta el aliento más débil le suponía un ímprobo esfuerzo. El hermano Vincent-Marie de la Resurrección vivía ya en esta tierra inmerso en el gran silencio del Cielo.

El primer encuentro tuvo lugar el 25 de octubre de 2014. Ese día marcó profundamente al cardenal Sarah, quien descubrió de inmediato a un alma ardiente, a un santo escondido, a un buen amigo de Dios. Imposible olvidar la fuerza espiritual del hermano Vincent, su silencio, la belleza de su sonrisa, la emoción del cardenal, las lágrimas, el pudor, los sentimientos encontrados… El hermano Vincent era incapaz de pronunciar una sola frase, pues la enfermedad había acabado privándole del uso de la palabra. Solamente podía alzar la mirada hacia el cardenal. Solamente era capaz de mirarlo fijamente, dulcemente, amorosamente. Los ojos teñidos de púrpura del hermano Vincent tenían ya el color de la eternidad.

Ese día soleado de otoño, al salir de la pequeña habitación donde los canónigos y los enfermeros se turnaban incansablemente con una abnegación extraordinaria, el padre Emmanuel-Marie, abad de Lagrasse, nos llevó a los jardines del monasterio, junto a la iglesia. Necesitábamos recobrar el aliento para aceptar la voluntad silenciosa de Dios, ese plan oculto que se llevaba inexorablemente a un religioso joven y bueno, con el cuerpo martirizado, a orillas desconocidas.

El cardenal regresó varias veces para orar junto a su amigo el hermano Vincent. El estado del enfermo no paraba de deteriorarse, pero la calidad del silencio que sellaba el diálogo de un ilustre prelado y un sencillo canónigo crecía de un modo cada vez más sobrenatural. Cuando se encontraba en Roma, el cardenal llamaba con frecuencia al hermano. Uno hablaba con dulzura y el otro guardaba silencio. Unos días antes de morir, el cardenal Sarah habló una vez más con el hermano Vincent. Pudo escuchar su respiración, ronca y discordante, los embates del dolor, los últimos esfuerzos de su corazón, y darle su bendición.

El domingo 10 de abril de 2016, cuando el cardenal Sarah asistía en Argenteuil a la clausura de la exposición de la túnica sagrada de Cristo, el hermano Vincent entregó su alma a Dios rodeado del padre Emmanuel-Marie y de su familia. ¿Se puede comprender el misterio del hermano Vincent? Después de tantas pruebas, el final del camino fue apacible. Los rayos del paraíso atravesaron sin ruido las ventanas de su habitación.

Durante sus últimos meses de vida el joven enfermo rezó mucho por el cardenal. Los canónigos que se ocupaban en todo momento del hermano están convencidos de que siguió con vida algunos meses más para cuidar mejor de Robert Sarah. El hermano Vincent sabía que los lobos estaban al acecho, que su amigo le necesitaba, que contaba con él.

Esta amistad nació en el silencio, creció en el silencio y continúa existiendo en el silencio.

Los encuentros con el hermano Vincent eran una pizca de eternidad. Nunca dudamos de la importancia de cada minuto que pasamos junto a él. El silencio permitía elevar cualquier sentimiento a su estado más perfecto. Cuando teníamos que dejar la abadía, sabíamos que el silencio de Vincent nos haría más fuertes para enfrentarnos a los ruidos del mundo.

Ese domingo primaveral en que el hermano Vincent se reunió con los ángeles del Cielo el cardenal quiso ir a Lagrasse. Reinaba una enorme quietud en todo el monasterio. El silencio del hermano habitaba los lugares que le eran familiares. Aunque no resultaba nada fácil pasar junto a la enfermería desierta…

En el coro de la iglesia donde el cuerpo del hermano reposó varios días sonaba la hermosa oración de los canónigos.

Un cardenal africano acababa de llegar para enterrar a un joven religioso con quien jamás pudo conversar. El niño de la sabana guineana hablaba en silencio con un joven santo francés: una amistad única e inquebrantable.

Sin el hermano Vincent, La fuerza del silencio no habría existido nunca. Fue él quien nos mostró cómo el silencio en el que le había sumergido la enfermedad permitía penetrar aún más profundamente en la verdad de las cosas. Las razones de Dios suelen ser misteriosas. ¿Por qué quiso probar con tanta dureza a un joven feliz que no pedía nada? ¿Por qué una enfermedad tan cruel, tan violenta, tan dolorosa? ¿Por qué ese encuentro sublime entre un cardenal llegado a las cimas de la Iglesia y un enfermo encerrado en su cuarto? El silencio dio el toque final a esta historia. El silencio tuvo la última palabra. El silencio fue el ascensor hacia el Cielo.

¿Quién buscaba al hermano Vincent? ¿Quién vino a llevárselo sin una sola palabra? Dios.

Para el hermano Vincent-Marie de la Resurrección el programa era sencillo. Se resumía en tres palabras: Dios o nada.

Hay otra etapa que marca esta amistad espiritual. De no ser por el hermano Vincent, de no ser por el padre Emmanuel-Marie, nunca habríamos ido a la Gran Cartuja.

Cuando germinó la idea de pedir al padre general de la Orden cartuja que participara en este libro, el proyecto nos parecía casi imposible. El cardenal no quería perturbar el silencio de la Gran Cartuja y las palabras del padre general son contadas.

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