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Luis Casalá - Habitar el silencio

Aquí puedes leer online Luis Casalá - Habitar el silencio texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: Madrid, Año: 2017, Editor: Grupo SM, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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  • Libro:
    Habitar el silencio
  • Autor:
  • Editor:
    Grupo SM
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    2017
  • Ciudad:
    Madrid
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Habitar el silencio: resumen, descripción y anotación

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Habitar el silencio es un desafío apasionante, una aventura arriesgada. Como toda aventura en tierra desconocida genera miedos, inseguridad y mil excusas para no llevarla a cabo. Sin embargo, cuando nos atrevemos a introducirnos en el silencio, se abre para nosotros un mundo maravilloso. Primeramente descubrimos que el silencio está habitado por mil diversas cosas que pueblan ese espacio interior de cada cual, del que surgen nuestros sentimientos, estados de ánimo, pensamientos, deseos, imágenes, recuerdos y tantas cosas más. Tanto que, al poco de entrar en el silencio, nos percatamos de que está lleno de ruidos. Y que, si queremos habitar el silencio, antes debemos hacer espacio, vaciarnos, desalojar aquello que nos impide aquietarnos, serenarnos, transparentarnos y comenzar a ver y oír, a distinguir y poner nombre, reconocer y amigarnos con todo lo que allí va apareciendo. Porque no todo lo que aparece en el silencio es agradable.

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H ABITAR EL SILENCIO

L OS CINCO SILENCIOS:
UN CAMINO DE UNIFICACIÓN PERSONAL

Luis A. Casalá, SM

Picture 1

A Quentin, Fernando e Ignacio, maestros.

Con profunda acción de gracias a Inés e Isaac.

I NTRODUCCIÓN

Habitar el silencio es un apasionante desafío. Es una aventura arriesgada. Como toda aventura en tierra desconocida genera miedos, inseguridad y mil excusas para no hacerlo. Sin embargo, cuando nos atrevemos a introducirnos en el silencio, se abre para nosotros un mundo maravilloso. Primeramente descubrimos que el silencio está habitado. Habitado por mil diversas cosas que pueblan ese espacio interior de cada uno, del que surgen nuestros sentimientos, estados de ánimo, pensamientos, deseos, imágenes, recuerdos y tantas cosas más. Tanto que, al poco de entrar en el silencio, nos percatamos de que está lleno de ruidos. Que estamos llenos de ruidos. Y que, si queremos habitar el silencio, primeramente debemos hacer espacio, vaciarnos, desalojar aquello que nos impide aquietarnos, serenarnos, transparentarnos y comenzar a ver y oír, comenzar a distinguir y poner nombre, reconocer y amigarnos con todo lo que allí va apareciendo. Porque no todo lo que aparece en el silencio es agradable.

Pero, finalmente, cuando se llega a cierto nivel de vaciamiento, de silenciamiento y de calma, cuando nos hacemos dueños de ese espacio, cuando nos sentimos cómodos en él, cuando lo habitamos, descubrimos que no estamos solos. ¡Que el silencio está habitado! Habitado por alguien que está en lo más hondo de nosotros mismos. Para el creyente, ese habitante es Dios. Para el cristiano es el Dios de Jesús. Para otros será el maestro interior, la sabiduría del universo.

Este libro tiene como objetivo principal ayudar a que podamos escuchar esa Voz.

El interés por el tema del silencio se despertó en mí hace cuarenta años, cuando daba mis primeros pasos como religioso marianista. El maestro de novicios nos presentó un camino espiritual inspirado en la experiencia de nuestro fundador, el beato Guillermo José Chaminade, y, dentro de ese trayecto, los «cinco silencios» ocupaban un lugar especial, tenían una densidad particular.

Obviamente, en esos años de mucha acción hacia fuera, donde se privilegiaba el servicio, el compromiso con los pobres, la acción liberadora, etc., estos temas eran mirados, si no con desprecio, al menos con indiferencia. No desconocíamos la verdad antropológica que se escondía detrás de la propuesta, pero no parecía que fuera lo más urgente para la vida espiritual ni para hacer presente el Reino de Dios en esta realidad preñada de revoluciones.

Más adelante, sin embargo, estos temas comenzaron a iluminarse. Por necesidad personal, dado que las circunstancias históricas que nos tocaron vivir nos empujaron a una revisión profunda de nuestra praxis y también, en no pocos casos, a tomar distancia de los escenarios donde la lucha y la sangrienta represión de los años setenta se desarrollaban. Fuimos empujados, obligados, a la reflexión, al examen, muchas veces al silencio y al exilio interior y exterior.

Y allí apareció nuevamente el valor del silencio. Y fue adquiriendo identidad y peso propio este instrumento, este camino espiritual de los «cinco silencios». Comenzaron algunas tímidas publicaciones, artículos, ensayos, hubo grupos que se reunieron para practicarlo en comunidad, se enriqueció la reflexión con autores que venían de otras corrientes filosóficas, psicológicas y religiosas. Se predicaron ejercicios espirituales centrados en esta temática y ofreciéndola.

Simultáneamente, en todas partes comenzó a surgir un clamor, una búsqueda intensa y a veces a ciegas de experiencias, caminos espirituales, técnicas de relajación, ejercicios con el cuerpo, control mental, recuperación de las sabias tradiciones de otras culturas y religiones orientales, el yoga, la danza contemplativa, el taichí, con sus múltiples variantes, y otros ejercicios similares, Reiki, ejercicios de respiración, biodanza, focusing, mindfulness; infinidad de experiencias que básicamente apuntan a lo mismo: a serenar el cuerpo y el espíritu, a pacificarse, a recobrar la armonía, a recuperar el equilibrio y la salud física y mental, a tomar más contacto consigo mismo, a integrar elementos que nos den más posibilidades de disfrutar la vida y de sobrevivir en un ambiente hostil.

Parece de justicia hacer el esfuerzo de poner en valor nuestras más ricas tradiciones, que siempre apuntaron a lo mismo, releerlas desde las novedades que hoy nos ofrece una renovada teología, psicología y antropología, y poner estas riquezas al alcance de todos.

El papa Francisco, en su última encíclica, Laudato si’, insiste en varios momentos en la necesidad que tiene el hombre moderno de vivir más despacio. Él habla del fenómeno de la «rapidación» , que nos afecta a muchos seres humanos. La mirada global, integradora, holística de Francisco no podía estudiar la cuestión de la naturaleza sin situarla en íntima relación con la ecología humana. Dice al respecto: «A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman “rapidación”. Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica» (LS 18).

Más adelante señala:

Por otro lado, ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si no está en paz consigo misma. Parte de una adecuada comprensión de la espiritualidad consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común, porque, auténticamente vivida, se refleja en un estilo de vida equilibrado unido a una capacidad de admiración que lleva a la profundidad de la vida. La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente y ansiosa o del culto a la apariencia? Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el modo como se trata al ambiente (LS 225).

No cabe duda de que si observamos detenidamente veremos que en todo el mundo van surgiendo movimientos que nos invitan a vivir menos aceleradamente, la «onda slow» nos propone desacelerarnos y vivir con más intensidad el presente. Pero, yendo aún más al fondo, aparece la necesidad de recuperar la dimensión espiritual del ser humano. El hombre no es un ser unidimensional. El redescubrimiento de la dimensión espiritual, trascendente, la revalorización de la interioridad es un fenómeno que va apareciendo por todos lados. Los gurús que enseñan a respirar convocan multitud de seguidores.

El vacío existencial, que es la consecuencia inmediata de haber cercenado y desconocido las necesidades espirituales del ser humano, está siendo reconocido como una epidemia de nuestro tiempo. Y poco a poco se van imponiendo recetas y soluciones más inteligentes para llenar ese vacío. Tal vez no lo esté siendo la religión , al menos en la manera en que lo era en el pasado. Pero nos estamos dando cuenta de que ese vacío no se llena con drogas, alcohol, consumo y más consumo, comida, activismo, sexo sin amor, diversión
y turismo, ni esclavizándonos a los cánones de la moda y los estereotipos de belleza que nos imponen.

Cuando me refiero a soluciones más sabias, estoy aludiendo a todo tipo de actividades, ejercicios, hábitos, ritos, grupos, terapias, etc., que nos pongan en contacto con nosotros mismos; que nos ayuden a vivir despiertos y vigilantes; que nos permitan darnos cuenta y nos faciliten conectarnos con lo que nos pasa por dentro.

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