Introducción
La gran aventura de la conversación
Aterrizar en el aeropuerto de Lagos y que, en la misma pista, te estén esperando dos guardaespaldas bien trajeados y armados con sendas pistolas, para hacerse cargo de tu seguridad, no se corresponde a la idea que uno tiene, en la facultad de Comunicación, de lo que va a ser el oficio de periodista literario. Mucho menos épico es llamar sin cita previa al timbre de Doris Lessing, en un barrio residencial de Londres, y que ella misma, al poco de haber ganado el Nobel de Literatura, te abra la puerta en bata y te invite a pasar a la cocina. O intentar que García Márquez te franquee la puerta de su casa de México diciendo que le traes una maleta con los regalos de una amiga... Al evocar el contexto en que fueron hechas estas entrevistas, se me aparecen en la memoria imágenes muy diversas: tormentas de nieve en Islandia, un recorrido en coche por el norte de Suecia –esquivando los ciervos– con el padre de Stieg Larsson al volante, Catherine Millet enseñando sus pechos al fotógrafo en un aula del Instituto Francés, Ana María Matute desayunando whisky en un bar de barrio regentado por chinos, Frédéric Beigbeder tumbado en un banco gaudiniano del paseo de Gracia tras una noche de juerga…
Ha llovido mucho desde finales de los años ochenta, cuando empecé a entrevistar escritores. El conjunto recogido en este libro, una criba de varias cribas previas, es una panorámica global que podría componer un canon de la literatura. Se ha primado un criterio de diversidad geográfica, para que aparezcan el máximo de continentes y países, y también una diversidad de géneros literarios, sin olvidar ejemplos de los best sellers del momento. Evidentemente, faltan grandes autores con los que nunca coincidí, otros con los que mantuve encuentros excesivamente breves o muy centrados en su última novedad y algunos cuya zona geográfica ya se hallaba suficientemente representada. Tal vez a algunos les pueda sorprender la presencia esporádica de algún intruso en el mundo de las letras, pero me pareció interesante abrir puentes a disciplinas como la música (Daniel Barenboim), la ciencia (John Nash), la psicología (Daniel Goleman) o incluso el ajedrez (Garry Kasparov), siempre a partir de casos de grandes nombres que hubieran publicado un libro sobre tales materias y que, por tanto, propusieran esencialmente una experiencia lectora. Se alternan conversaciones cortas con otras que se extendieron a lo largo de varios días. Así, uno de los hipotéticos alicientes sería el de poder seguir –en ocasiones, a lo largo de los años– la trayectoria y evolución de algunos grandes escritores. Es este un libro que puede ser leído en cualquier orden o dirección. Todos los textos han sido editados, se han suprimido partes demasiado ligadas a la actualidad del momento, se han ensamblado conversaciones distantes en el tiempo y, en algún caso, se ha introducido alguna respuesta que en su día no cupo en la versión publicada en prensa, básicamente en la sección de Cultura del diario La Vanguardia y en el Magazine dominical que comparten una veintena de cabeceras españolas.
Alguna vez, al intentar explicar a estudiantes de Periodismo cuáles son las claves de una buena entrevista, no he podido evitar sentirme invadido por una cierta impostura al desgranar elementos tales como la preparación, el conocimiento de la obra, la elección del contexto, la empatía, la capacidad de saltarse el guión, hablar previamente con conocidos del personaje, la percepción psicológica, observar los gestos y pequeños detalles… pues venía a mi mente aquel colega que, al no tener tiempo nunca para leerse los libros de los escritores con que se encontraba, solía iniciar sus encuentros con la fórmula: “¿Cuál era su objetivo al escribir este libro?” y, así, escuchando esa primera respuesta, iba preparándose mentalmente las siguientes preguntas. En una ocasión –la mejor pieza que yo alcancé a leerle– no tuvo siquiera tiempo de formular una segunda cuestión, pues su interlocutor, el genial Guillermo Cabrera Infante, le ofreció una brillante respuesta-monólogo de media hora que él se limitó a transcribir.
Es sabido que, para conocer bien un período histórico, para empatizar con las personas que palpitan bajo el manto de los grandes eventos, es mejor recurrir a los grandes novelistas de cada época, que a menudo nos legan más verdades que los historiadores que fueron sus contemporáneos. Es por eso que estas páginas hablan de muchas más cosas de lo que parece: no solo de literatura sino, sobre todo, del mundo de hoy, de nuestros traumas, anhelos y costumbres cotidianas. De ahí que el premio Nobel nigeriano, Wole Soyinka, tuviera que contratar a los dos guardaespaldas a los que se aludía al principio, porque acudir a entrevistarlo en el escenario de sus obras implicaba sumergirse en una sociedad extremadamente violenta e injusta.
Si las entrevistas, como ha dicho Bernard Pivot, “envejecen mejor que los demás géneros periodísticos” también es verdad que, como sostiene Salvador Pániker, el problema de este género “es que uno queda reducido al nivel intelectual del entrevistador”. Pido disculpas de antemano por este error irremediable.
Xavi Ayén
Los 80 escritores
N AGUIB M AHFUZ
“E L TERROR NO HA PODIDO CONMIGO ”
• Naguib Mahfuz en su casa de El Cairo en junio de 2006, un par de meses antes de morir. | KIM MANRESA / ALVG | NACIMIENTO: El Cairo (Egipto, 11/XII/1911) MUERTE: El Cairo (30/VIII/2006) LUGAR Y FECHA DE LA ENTREVISTA: El Cairo (junio del 2006) |
CUATRO OBRAS DESTACADAS:
· El callejón de los milagros (1947). Su obra más célebre. Entre el realismo y el costumbrismo, describe la vida de unos personajes aislados en un barrio humilde, con los mayores incapaces de adaptarse a la modernidad y los jóvenes soñando con huir.
· Entre dos palacios (1956). Finales de la década de 1910 en El Cairo. La familia Abd al Gawwad, símbolo de la clase media, cuenta con un padre tradicional, autoritario y con doble vida. Sus hijos varones estudian o trabajan y las hijas están recluidas en casa. Compone la llamada trilogía de El Cairo, junto con Palacio del deseo y La azucarera .
· Miramar (1967). Los residentes de una pensión en Alejandría, propiedad de la griega Mariana, interactúan en torno a Zohra, una hermosa campesina que ha dejado su pueblo. Retrato del Egipto posrevolucionario.
· Diálogos del atardecer (2003). Libro de aforismos y alegorías en la etapa final de su vida que la sudafricana Nadine Gordimer consideró “más valioso que una autobiografía” porque es la manera de conocerle por dentro.
Naguib Mahfuz no puede vernos. Ni oírnos. Al llegar al comedor de su piso en El Cairo, nos recibe en bata y zapatillas, y le apretamos la mano fuertemente, durante un buen tiempo, para que adivine el afecto y la admiración que despierta en nosotros. Mientras nos invita a sentarnos en el sofá, su mujer –ataviada a la oriental, con un pañuelo azul en la cabeza– nos sirve té y repostería variada. Encomendamos el desarrollo de la entrevista a uno de sus mejores amigos, el también escritor Mohamed Salmawy, que le traducirá al árabe nuestras preguntas, gritándoselas a veinte centímetros de la oreja, a un altísimo volumen. La escena, que se repetirá a lo largo de varios días –Mahfuz se cansa mucho de hablar–, desprende, contra lo que pudiera parecer, una aureola de dignidad. El termómetro marca 37 grados, y estamos en el Cairo. El bullicioso Cairo de Naguib Mahfuz.