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S oy un cuestionólogo.
Quizá se pregunten: «¿Eso existe?». Yo mismo me hice esa pregunta hace algunos años. Me puse a investigar y encontré cientos de «ólogos» diferentes; desde los acarólogos (que estudian las garrapatas y los ácaros) hasta los zoólogos. Pero en cuanto a las preguntas, no encontré nada acerca de los «cuestionólogos». Y esto me hizo cuestionarme: «¿Por qué no? ¿El estudio de las preguntas no es una clasificación tan importante como el estudio de las garrapatas y los ácaros?».
Mi curiosidad pasó del «¿por qué no?» al «¿qué pasaría si…?»; por ejemplo: «¿Qué pasaría si me declarara un cuestionólogo?». Lo hice en las páginas del New York Times , entre otros medios y, para mi sorpresa, nadie lo cuestionó.
Desde entonces utilizo este término cuando visito empresas (incluidos muchos negocios listados en Fortune 500 ), agencias gubernamentales como la NASA y establecimientos escolares, desde primarias hasta universidades. Me han invitado a diversas reuniones de agricultores, contadores, artistas, científicos, soldados, funcionarios políticos, agentes de Hollywood, ejecutivos de farmacéuticas danesas y profesores australianos. Parece que el interés en el cuestionamiento abarca todos los campos.
Y así debería ser. Cuando enfrentamos alguna situación problemática, en el trabajo o en la vida, el simple hecho de tomarnos el tiempo y el esfuerzo de hacer preguntas puede ayudarnos a tomar mejores decisiones y actuar de manera más productiva. No obstante, las preguntas deben ser las correctas , las que llegan al centro de un reto complejo, las que nos permiten considerar un antiguo problema bajo una nueva luz.
El libro de las grandes preguntas contiene muchas de estas cuestiones, más de doscientas; abarcan situaciones cotidianas que van desde abandonar una carrera hasta fortalecer las relaciones personales. Este libro trata de hacer preguntas razonadas en el momento justo, para tomar las mejores decisiones cuando es más importante. Está destinado a pensadores y creadores, a quienes resuelven problemas y toman decisiones.
Si bien existen muchos libros «respuesta» que ofrecen «una solución de cuatro etapas para tus problemas, que puedes recordar gracias a este acrónimo de cuatro letras», el propósito de este libro es distinto. Yo sugiero que nosotros debemos encontrar nuestras propias soluciones y respuestas a los desafíos complejos y personales que enfrentamos en el trabajo y en nuestra vida privada. Tenemos a nuestro alcance una herramienta natural para ayudarnos a pensar y a abrirnos camino hacia resultados más exitosos. Esa herramienta es el simple cuestionamiento.
Hace muchos años, cuando trabajé como periodista, empecé a apreciar el valor de las preguntas. Para mí (y para los periodistas en general), una pregunta acertada y bien formulada puede servir como herramienta para profundizar y desenterrar las verdades de una historia. Con los años me incliné a pensar que una pregunta es, sobre todo, algo que sirve para obtener información de las personas. Estoy seguro de que abogados, encuestadores, psiquiatras y otros «cuestionadores profesionales» piensan lo mismo.
Pero mi trabajo como periodista también me puso en contacto con inventores, empresarios, líderes empresariales, artistas y científicos, quienes con frecuencia eran mi objeto de estudio. Me di cuenta de que muchos de ellos cuestionaban de manera diferente; en general, sus preguntas eran reflexivas. Quizá intentaban resolver un problema o crear algo original; y, al hacerlo, comenzaban por plantearse preguntas a sí mismos: «¿Por qué existe este problema o situación? ¿Cuáles son las fuerzas subyacentes, lo que está verdaderamente en juego? ¿Cuál podría ser una forma nueva e interesante de abordar esta situación?».
Este tipo de cuestionamiento ayudó a los pensadores creativos a proponer ideas originales y soluciones eficaces. Esta observación constituyó la idea principal de mi libro anterior, A More Beautiful Question , donde afirmo que el cuestionamiento es el punto de partida de la innovación. En dicha obra mostré que los inventos, como la cámara instantánea y el teléfono celular, o negocios emergentes como Netflix y Airbnb, tienen su origen en una «bella pregunta», una que cambió el pensamiento establecido, abrió nuevas posibilidades y, finalmente, condujo a un avance notable.
Después de la publicación del libro mencionado, cuando di entrevistas a la prensa, hice discursos y me reuní con lectores, me di cuenta de que, si bien muchos estaban de acuerdo con la premisa del libro y con el mensaje «formula más preguntas», la gente deseaba algo más concreto y específico; querían saber qué preguntas debían hacerse respecto de algún problema en particular que enfrentaban en ese momento, o de un objetivo que se habían establecido.
Por ejemplo, al hablar con líderes empresariales, parecían más interesados en preguntas que les ayudaran a dirigir su compañía; en tanto que los creativos deseaban saber cómo formular preguntas que incitaran nuevas ideas. Asimismo, las personas que buscaban mejorar sus relaciones personales, o quienes lidiaban con decisiones difíciles sobre aceptar o no un trabajo, o seguir una nueva pasión, buscaban preguntas que los ayudaran a tomar mejores decisiones u obtener mejores resultados en una situación específica.
De esta manera, en este libro intento compartir preguntas productivas y estrategias de cuestionamiento que se puedan aplicar a situaciones cotidianas. Las preguntas que presento provienen de una gran variedad de fuentes. Se originan en ideas y creencias de empresarios, coaches de vida, maestros de jardín de niños, terapeutas de comportamiento cognitivo, directores ejecutivos, profesores en psicología y neurocientíficos, así como de un agente de contrainteligencia del FBI , un aclamado novelista, un inversionista en capital de riesgo, un artista de la improvisación, un dramaturgo ganador del Premio Pulitzer, un físico ganador del Premio Nobel, un oficial de la Marina de Estados Unidos, un negociador de rehenes y un especialista en gestión de riesgo, entre otros. Traté de incluir una amplia gama de perspectivas sobre cómo puede usarse el cuestionamiento en situaciones diversas. Algunas de las preguntas del libro las formularon hace años personas que ya no están vivas, aunque la pregunta sigue vigente. Otras se mencionaron por primera vez en A More Beautiful Question , pero aproveché la oportunidad en este libro para ampliarlas y ubicarlas en un contexto más específico.
Varias de esas preguntas las he formulado yo mismo, con la colaboración de otras personas. En muchos casos utilicé la ingeniería inversa, por ejemplo, al identificar un problema u obstáculo común en, digamos, la toma de decisiones, mi reto consistía en formular una pregunta o serie de preguntas que ayudaran a alguien a evitar ese obstáculo en particular al tomar decisiones en el futuro.