Prólogo
FERNANDA PIVANO
El viejo credo de que el derecho a disentir es fundamental en democracia se puso en entredicho durante la convención del Partido Demócrata que tuvo lugar en Chicago del 25 al 29 de agosto de 1968. Cuando el 18 de ese mismo mes llegaron los primeros manifestantes y se instalaron en el parque Lincoln con la intención de protestar contra la convención, la «ciudad», el Gobierno (federal, estatal y local) se defendió movilizando a todas sus fuerzas, desde el cuerpo de bomberos hasta el Servicio Secreto. El lunes 26 de agosto 6.000 soldados del ejército regular pertrechados con fusiles, lanzallamas y bazucas fueron trasladados en helicóptero hasta Chicago; por otro lado, ya se habían movilizado a otros 6.000 soldados de la Guardia Nacional de Illinois como refuerzo a los 12.000 agentes de la Policía de Chicago, que trabajaron en turnos de doce horas, siempre equipados con cascos con pantalla protectora, porras, revólveres, espráis, bombas de gas lacrimógeno, walkie-talkies y, en muchos casos, máscaras de gas; prestaron servicio 170 detectives, también con turnos de doce horas; el Servicio Secreto ocupó a 530 hombres durante las horas de la convención y a 130 durante las horas de descanso; se distribuyeron 500 máscaras de gas, llegadas una semana antes de la convención. Mientras, la brigada de Narcóticos trabajó día y noche para descubrir los imaginarios campos de marihuana que, según contaban, se habían plantado para la ocasión.
Esta extraordinaria movilización pretendía defender la ciudad de la coalición de grupos disidentes que ya el 15 de abril de 1967 habían celebrado su primera actividad colectiva en ocasión de una manifestación en Nueva York, contra la guerra de Vietnam y organizada por el Comité de Movilización de la Primavera, que había sido fundado a finales del año 1966 por David Dellinger y A. J. Muste y estaba constituido por 150 organizaciones distintas (en torno a 100.000 personas). Poco después de la marcha del 15 de abril el comité pasó a llamarse «Comité de Movilización Nacional por el Fin de la Guerra de Vietnam», y su acción más importante fue la Marcha al Pentágono, que el 21 de octubre de 1967 congregó en Washington a 50.000 manifestantes.
Dicha organización, a menudo abreviada como Movilización Nacional, empezó a planear las protestas contra la convención en el otoño de 1967, y ya en febrero de 1968 abrió una oficina en Chicago, de cuya gestión se encargaron Rennie Davis y Tom Hayden, dos activistas de los SDS [la asociación estudiantil Students for a Democratic Society]. La Movilización Nacional organizó varios encuentros (el primero en Lake Villa, del 22 al 24 de marzo), con el fin principal de aliarse con los grupos de la Liberación Negra, una alianza que nunca llegó a materializarse (y lo cierto es que durante los días de la convención los líderes negros, salvo Bobby Seale y sus Panteras Negras, organizaron un retiro en una granja del sur de Illinois). La candidatura de Eugene McCarthy a las primarias demócratas, las revueltas que siguieron al asesinato de Martin Luther King y el asesinato del senador Kennedy fueron duros reveses para la Movilización Nacional, que, sin embargo, se reunió el 20 de julio en Cleveland y logró congregar, al parecer con una financiación de 20.000 dólares, a una coalición de diez grupos, cada uno con sus subgrupos: los grupos religiosos, los de los objetores de conciencia (The Chicago Peace Council), los de abogados (el National Lawyers Guild y el Legal Defence Committee), los de médicos (Medical Committee on Human Rights y Students Health Organization), los grupos regionales contra la guerra, los grupos de estudiantes radicales (en especial los SDS, quienes por aquel entonces, con la publicación de su periódico, el New Left Notes, estaban en su momento álgido), los grupos feministas, los grupos extremistas militantes, el Frente Comunista (con el Partido Comunista, el Progressive Labour Party y el Young Socialist Party) y, por último, pese al recelo de la Movilización Nacional, el Youth International Party de los yippies, a cuyos propósitos no daba mucho crédito la Movilización.
Dicho partido se había constituido la noche de fin de año de 1967 en una reunión de Abbie Hoffman, Jerry Rubin y Paul Krassner, y ya en enero de 1968 tenían muy avanzado el programa para un Festival de la Vida que habría de celebrarse en Chicago: la idea era imprimir creatividad a las manifestaciones de protesta y congregar a las masas —un poco como en el Human Be-In de San Francisco del 14 de enero de 1967, inspirado tanto por Allen Ginsberg como por los Flower Children— para ofrecer un ejemplo de «estilo de vida alternativo», del renacimiento de la juventud y, como se decía por entonces con cierta esperanza aún, de la cultura underground.
El activismo de los yippies, dinamizadores de las masas anárquico-místico-comunitarias de los hippies, había nacido durante la Marcha al Pentágono del 21 de octubre de 1967; y, al menos en un primer momento, su activismo parecía encaminado esencialmente a defenderse de la represión perpetrada por el establishment contra su modo de vida. La idea que tenían para Chicago era hacer una macro-fiesta, con música, un nude-in en la playa del lago, talleres de todo tipo, LSD, prensa underground, sesiones de poesía, intercambio de información, foros de discusión política, etcétera. El partido ni siquiera se adhirió a la marcha de protesta que organizó la Movilización: cada participante quedaba así libre de «do his own thing».
Cuando los delegados yippies (Hoffman, Rubin y Krassner) acudieron el 22 de marzo al primer encuentro de la Movilización Nacional, el partido ya había dado muestras de su poder de convocatoria en dos manifestaciones: en febrero, cuando ocuparon el campus de Stony Brook, y el 21 de marzo en la estación Grand Central de Nueva York (5.000 asistentes, 50 arrestados y muchos heridos). En el encuentro, mientras la «Izquierda» discutía si hacer o no una manifestación en Chicago, los yippies se decidieron sin más a hacerla y se aliaron con el grupo del Seed, un periódico underground de Chicago; alianza esta de corta vida puesto que el grupo del diario (que se definía como cultural) y el de los activistas políticos (a los que se denominó heavies) no tardaron en escindirse ante la insistencia de Rubin de hacer una manifestación, cuando, en realidad, el grupo del periódico no quería tener nada que ver con la Convención Demócrata. Hasta tal punto llegó el desencuentro que el Seed, convencido de que las Autoridades no permitirían ocupar el parque Lincoln, decidió publicar la siguiente advertencia: «No vengáis a Chicago si lo que esperáis es un festival de Vida, Música y Amor. Chicago puede convertirse en un festival de sangre».
Llevados tal vez por las palabras de Marx cuando dijo que las revoluciones son las fiestas de los oprimidos, los quien, al parecer, lograría más tarde ganarse asimismo la confianza de Jerry Rubin (aunque este siempre lo negó).
En realidad todo acabó en el baño de sangre que tan proféticamente había anunciado el Seed. Del domingo por la noche a la madrugada del martes, la violencia estalló en la ciudad como no lo había hecho jamás; y no tardó en hacerse evidente, tanto si la violencia comenzó en el momento en que la Policía desalojó por la fuerza el parque Lincoln, como si dicha demostración de fuerza, que simbolizaba la oposición del municipio a los manifestantes, condujo a estos últimos a reaccionar frente a la Policía.
Para examinar la responsabilidad de tal violencia, la National Commission on the Causes and Prevention of Violence encargó a Daniel Walker, personaje destacado de Chicago, presidente de la Chicago Crime Commission y exayudante de Adlai Stevenson, que llevara a cabo una investigación. Walker formó un grupo de entrevistadores —90 a jornada completa y 131 a media—, que reunió 1.410 declaraciones de testigos oculares, examinó las otras 2.000 recogidas por el Federal Bureau of Investigation y estudió 180 horas de metraje y 12.000 fotografías. El grupo empezó a trabajar el 27 de septiembre de 1968 y no terminó su informe (de 20.000 páginas) hasta 53 días después, el 18 de noviembre de 1968.