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Conozca los personajes de la Biblia: 70 perfiles biográficos de personajes bíblicos
© 2022 por Tyndale House Ministries. Todos los derechos reservados.
Perfiles adaptados de NLT Study Bible por Tyndale House Publishers, Inc. con ISBN 978-1-4964-1665-0.
Fotografía de Moisés en la portada © nickolae/Adobe Stock. Todos los derechos reservados.
Ilustración del patrón geométrico en la portada © Sunny/Adobe Stock. Todos los derechos reservados.
Diseño: Alberto C. Navata Jr.
Las citas bíblicas sin otra indicación han sido tomadas de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © 2010 Tyndale House Foundation. Usada con permiso de Tyndale House Publishers, 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.
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ISBN 978-1-4964-6169-8
Build: 2022-10-20 13:43:27 EPUB 3.0
Adán y Eva
Adán fue el primer hombre y padre de la raza humana. Dios lo formó de la tierra y sopló vida en él; él debía cultivar el jardín en el que Dios lo puso, nombrar a los animales y seguir las instrucciones de Dios (Génesis 1:28; 2:7, 15-17, 19-20). Dios creó a la primera mujer, Eva, como compañera y ayuda de Adán, y se le honra como «la madre de todos los que viven» (2:18-22; 3:20). Ser creada de la costilla de Adán representa la unidad que Dios tenía pensada para el hombre y la mujer en el matrimonio (2:23-25). Dios creó a la primera pareja a su propia imagen para poblar la tierra y gobernar el orden creado (1:26-31).
La serpiente engañó a Eva para que rechazara el gobierno de Dios; Adán entonces también se rebeló, dañando la relación entre ellos y separándolos de Dios (3:1-7). Dios fue en busca de Adán; él y Eva estaban escondidos entre los árboles, conscientes de estar alejados de Dios (3:8). Dios lo interrogó, y Adán culpó a Eva y, por ende, a Dios (3:12). Su rebelión trajo dolor; relaciones tensas; dificultad para gobernar la tierra; y muerte, tanto física como espiritual (3:16-19, 22-24). Pero Dios los vistió con pieles de animales y les prometió que la descendencia de Eva derrotaría a Satanás (3:15, 21; ver Romanos 16:20; Apocalipsis 12:1-9; 20:1-10).
Adán fue una persona histórica (Génesis 4:25; 5:1-5; 1 Crónicas 1:1; Oseas 6:7; Lucas 3:38; Romanos 5:14; 1 Corintios 15:22, 45; 1 Timoteo 2:13-14; Judas 1:14) que también representa a la humanidad. Los mandatos y las maldiciones de Dios afectaron no solo a Adán y Eva, sino a toda la raza humana (Génesis 1:26-30; 3:16-19). Adán representa la separación de Dios que toda la humanidad experimenta.
El apóstol Pablo contrastó a quienes Adán representa con quienes siguen a Cristo, el «último Adán» (Romanos 5:12-21; 1 Corintios 15:45-50; ver Romanos 8:5-11, 20-22). Aquellos representados por Adán viven según su ejemplo: participan de su pecado; de su alejamiento de Dios y de la creación; y de su muerte espiritual. Aquellos que siguen a Cristo viven por la fe en él. Son creados de nuevo a la imagen de Cristo y son «persona[s] nueva[s]» que participan de una creación nueva (ver Romanos 8:29; 1 Corintios 15:49; 2 Corintios 5:17; Gálatas 6:15). Cristo remueve las barreras que Adán y Eva levantaron; Cristo restablece lo que perdieron (Romanos 5:1; 2 Corintios 5:19; Gálatas 3:27-28; Efesios 2:14-16).
Pasajes para estudio adicional
Génesis 1:26-31; 2:4–3:24; 4:25–5:5; Oseas 6:6-7; Lucas 3:38; Romanos 5:12-21; 1 Corintios 15:22, 45-49; 1 Timoteo 2:13-14
Noé
Noé fue el hijo de Lamec, descendiente de Set (Génesis 5:3-29). Es posible que Lamec tuviera la esperanza de que Noé (cuyo nombre significa «descanso» o «alivio») mitigaría la maldición de la dificultad para labrar la tierra. En lugar de eso, Dios usó a Noé para ayudar a liberar al mundo del mal.
Dios tenía pensado destruir la creación a causa de la maldad humana generalizada, pero decidió proteger a Noé (Génesis 6:1-8; ver Mateo 24:37-39; Lucas 17:26-27). Dios le dio a Noé, hombre justo e intachable, instrucciones precisas para construir el arca en la que se salvarían solo ocho personas de su familia, junto con todo tipo de criaturas (Génesis 6:9, 14–8:19). Cuando Noé y su familia por fin salieron del arca después del diluvio, Noé agradó a Dios al construir un altar y sacrificar ofrendas quemadas. Dios prometió que nunca más inundaría toda la tierra ni interrumpiría la secuencia de las estaciones, a pesar del pecado humano (Génesis 8:20–9:17).
Los hijos de Noé fueron Sem, Cam y Jafet. Todas las naciones de la tierra descienden de ellos (Génesis 9:18-19). Cuando Noé se emborrachó con el vino de su viñedo, maldijo o bendijo a sus hijos y a sus descendientes conforme a cómo habían actuado hacia él (Génesis 9:20-27). Noé vivió 950 años, 350 de ellos después del diluvio (Génesis 9:28-29). Él es ejemplo de justicia, obediencia, valor y fe (ver Ezequiel 14:12-20; Hebreos 11:7; 2 Pedro 2:5).
Pasajes para estudio adicional
Génesis 5:28–10:1; 1 Crónicas 1:4; Isaías 54:9; Ezequiel 14:12-20; Mateo 24:37-38; Lucas 3:36; 17:26-27; Hebreos 11:7; 1 Pedro 3:20-21; 2 Pedro 2:5
Melquisedec
Melquisedec es un personaje bíblico misterioso, cuyo nombre significa «rey de justicia». Fue un sacerdote y rey cananeo; no hay registro de su familia ni del principio o el final de su vida.
Abraham se encontró con él después de derrotar a cuatro reyes mesopotámicos, quienes habían invadido a Sodoma y Gomorra y capturado a Lot, sobrino de Abraham (Génesis 14:1-16). Cuando Abraham volvía de la batalla, Melquisedec, rey de Salem (Jerusalén), estaba con los reyes agradecidos de la coalición del mar Muerto. Cuando Melquisedec le dio pan, vino y su bendición a Abraham, estaba fungiendo como un «sacerdote del Dios Altísimo», el Dios verdadero que creó el cielo y la tierra (Génesis 14:18; ver Salmo 7:17; 47:2; 57:2; 78:56). Melquisedec entendió bien que Abraham adoraba al Dios verdadero, y alabó a Dios por darle la victoria a Abraham (Génesis 14:19-20). Abraham recibió los obsequios de Melquisedec y le dio el diezmo, lo que manifestó la importancia de Melquisedec (ver Hebreos 7:4-10).
Mientras Génesis ofrece las genealogías de muchos de sus personajes, Melquisedec aparece de repente, sin ningún registro, y así desaparece. Mucho después, en la historia de Israel, el rey David quizás reflexionaba sobre eso cuando dijo que el Mesías es un «sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec» (Salmo 110:4; ver Hebreos 7:15-25). El libro de Hebreos retoma la falta de registro genealógico y la usa para comparar el sacerdocio levítico temporal con el sacerdocio eterno de Cristo. También explica que Melquisedec es recordado como alguien «a semejanza del Hijo de Dios», pero no era el Hijo de Dios (Hebreos 7:3). Su sacerdocio dura para siempre como un arquetipo que prefigura el sacerdocio del Mesías. Al igual que Melquisedec (pero a diferencia de los reyes de Israel), Jesús es un rey que cumple funciones sacerdotales.