Hans Laguna - Hey! Julio Iglesias y la conquista de América

Escribir es la actividad más solitaria y ensimismada que conozco. Pero el aislamiento del escritor —como casi todos los demás— es en el fondo ilusorio. Cualquier libro se nutre inevitablemente de muchas personas. Y, aunque quede un poco cursi, quiero dar las gracias a quienes han contribuido a que este mamotreto exista. A mi hermana, que me dio la idea y me ha aconsejado y cuidado durante todo el proceso. A Odil Bright, que me animó a reencontrarme con el pensamiento y la escritura. A mis padres, por apoyarme en todo lo que hago, aunque no sepan muy bien de qué se trata. A Nando Cruz, Juanjo Boya y Jaume Bonfill, que me orientaron cuando todo estaba muy verde. A Dídac Aparicio, Carles Murillo y Javier Araña, grandes profesionales que además me han hecho sentir comprendido y afortunado. A Sci-Hub y Z Library, que me han ahorrado muchísimo tiempo y dinero. A los fans-arqueólogos que comparten materiales de Julio en internet, sin los cuales esta investigación hubiera cojeado de mala manera. A Jordi García, Andy Poole y Blanca Nuño, en quienes tengo tanta confianza como para enseñarles lo que me ruboriza. A las setenta y una personas que me enviaron audios de WhatsApp contándome su relación con Julio. A Malu Rivero, Pablo Canals, Paula Jiménez, Haizea Beitia, Albert Balasch, Aixa González, María Azkarate, Naomi Bueno de Mesquita, Sara Méndez, Kaká Gouvea, Xavi Daura y a todos los que en algún momento han aguantado mis peroratas y también mis ofuscamientos. A Andrés López, Tuixén Benet, Cristian Pallejà, Shaina Joy Machlus, Juliane Heinemann y a todos los que se han prestado a resolver alguna de mis dudas. A Laura y María Sánchez, Carlos Prieto, Blanca Lacasa, Antonio Lucas y Jordi Bianciotto, por ofrecerme tan generosamente sus testimonios. Y a la Trinidad, que, aunque no se sepa, está ahí.