Mecanismo de Anticitera
El Universo en una caja de madera
BEATRIZ BANDEIRA
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© BEATRIZ BANDEIRA, 2019
Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com
www.universodeletras.com
Primera edición: 2019
ISBN: 9788417740511
ISBN eBook: 9788417741549
A mis padres Valentím y Olívia, por el brillo de la esperanza y el amor incondicional.
Prólogo
La astronomía es una de las ciencias más antiguas que conocemos y los hombres desde la prehistoria observan el cielo tratando de comprender los movimientos y regularidades de los cuerpost celestes y su relación con el ambiente terrestre. Los conocimientos así adquiridos permitieron buscar explicaciones para la existencia humana en el Cosmos e impulsaron el avance de la filosofía.
En el año 1900, pescadores de esponja encontraron un barco antiguo naufragado cerca de la costa de la pequeña isla griega de Anticítera (Antikythera), del que sacaron muchos objetos, principalmente estatuas de bronce y mármol, joyas, utensilios domésticos, ánforas, cerámicas y monedas de plata. Había lgo, sin embargo, que se reveló más valioso aún para la historia de la cultura: fragmentos de un mecanismo misterioso, que fue inicialmente fechado como habiendo sido construido entre los siglos IV y I a.C. El historiador de la ciencia norteamericana Derek de Solla Price estudió en detalle, ese aparato en la década de 1950 y concluyó que se trataba de un instrumento astronómico muy sofisticado, destinado a reproducir y prever una gran cantidad de movimientos celestes. El instrumento podía ser acondicionado en una caja de madera de 32 cm de altura y una base de 16 cm por 5 cm.
Desde 2005 un proyecto internacional ha avanzado nuevas investigaciones a partir de algunos fragmentos descubiertos posteriormente al naufragio. El uso de técnicas modernas, como la tomografía computarizada, y el mapeo de la textura polinómica permitieron una reconstrucción a la escala exacta del instrumento. La investigadora brasileña Beatriz Bandeira quedó fascinada por ese instrumento asombroso y, como auténtica autodidacta, se acercó a integrantes de ese equipo internacional, lo que le permitió estar al corriente de un incesante flujo de descubrimientos y nuevas hipótesis asociadas al dispositivo de Anticítera. Su dedicación le valió un doctorado, trabajo que se presenta en las páginas a seguir, y que sirven para el conocimiento y la reflexión de cuantos se interesan por la historia de la ciencia y de la técnica.
Una de las posibilidades propuestas, controvertida pero posible, para el uso de este instrumento fue el de una especie de ordenador de a bordo, capaz de dar informaciones de calendario, meteorológicos y de navegación - incluyendo latitud y longitud, en conjunto con el movimiento de la Luna, según método descrito por el astrónomo Hiparco. El mecanismo calcula la posición del Sol, de la Luna en sus fases, y predice con gran exactitud eclipses solares y lunares. Tiene varios calendarios, algunos basados en períodos complejos, como el ciclo lunissolar de 19 años que se utiliza hoy para calcular la Pascua cristiana, así como otros conocidos ya desde la astronomía babilónica.
Sólo el conocimiento avanzado a que llegó la geometría griega podría permitir el grado de detalle del funcionamiento del aparato, junto con el dominio de la metalurgia y de la mecánica fina aplicada, materializada en forma de engranajes diversos, incluso excéntricos, con dientes y ejes fabricados con bastante exactitud.
Para el cálculo de tantas efemérides celestes fue preciso más que la tarea relativamente simple de multiplicar o dividir proporciones; se construyeron engranajes excéntricos que permiten sumar o restar proporciones, como es necesario para lograr modelar un movimiento variable y anómalo como el de la Luna. De acuerdo con leyes astronómicas explicitadas por Kepler siglos más tarde, cuando la Luna se aleja o aproxima a la Tierra, la velocidad varía, resultando en la anomalía citada, ciertamente conocida por los griegos antiguos como consecuencia de innumerables observaciones cuidadosas. Se conjetura que ese tipo de engranaje servía también para calcular los movimientos de los cinco planetas conocidos por los griegos. En general, la estructura lógica y matemática con que se han concebido e interconectado estos engranajes resulta en un modelo de funcionamiento bastante económico y compacto.
¿Quién habría sido el inventor del mecanismo? La historia de las ciencias ha señalado que no suele existir ningún invento aislado, pues una invención resulta siempre de un resultado acumulativo de innovaciones y mejoras de lo que existía anteriormente. Los científicos con un alto nivel de conocimiento teórico y práctico, tales como Arquímedes (287-212 a.C.), Hiparco (siglo II a.C.) y Posidonio (135-51 a.C.) podrían haber sido constructores de ese instrumento.
Después de una breve descripción del naufragio y de las primeras investigaciones de lo que fue salvado de las aguas, Beatriz Bandeira nos introduce a una datación reciente (de 2014), que plantea la posibilidad de que el aparato data del siglo III a.C., muy próximo a la época en que vivió Arquímedes. También quedan muchas controversias sobre su origen y dudas acerca de la descifración de los fragmentos, en medio de progresos en este sentido propiciados por equipos multidisciplinarios que emplean técnicas cada vez más avanzadas.
La autora discute detalladamente la astronomía griega, deteniéndose especialmente en el modelo de Hiparco, que es geocéntrico, apoyado en epiciclos y deferentes, oponiéndose al sistema heliocéntrico que había sido perfeccionado por Aristarco. El dispositivo de Anticítera tiene su estructura y funcionamiento explicados por la investigadora por medio de la adhesión a ese modelo.
Otra controversia discutida a lo largo de más de un siglo y aquí reproducida implica la función principal del instrumento. De cualquier forma, sea como un ordenador analógico y calendario, sea como un planetario portátil, se evidencia que sería un aparato bastante sofisticado. La mecánica griega y el desarrollo de la astronomía y de las matemáticas asociadas esperaron siglos para que la complejidad de ese instrumento fuera gradualmente igualada, primero por los árabes y después por los europeos. Así se prepararon los emprendimientos ligados a las grandes navegaciones desde la península ibérica, con sus impactos en la filosofía y en la visión de mundo que, desde el Renacimiento, retomaron un largo linaje de navegaciones y descubrimientos hechos en el mundo antiguo.
Las preocupaciones actuales de Beatriz Bandeira se han inclinado hacia el potencial educativo que se puede extraer del mecanismo de Anticítera. Sus esfuerzos en este sentido apuntan al aprovechamiento de las propiedades del instrumento ligadas a la astronomía, matemática y técnica que puedan ser trabajadas de forma lúdica en un contexto histórico de interés para las nuevas generaciones.