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A menos que se señale lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera 1960 © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas en América Latina.
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ISBN 0-88113-885-1
ISBN 978-0-7180-2493-2 (eBook)
Tipografía: Jirah Typesetting
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A mi amada familia:
Ofe, Samuel e Isaac, quienes constituyen para mí la parte visible de la benevolencia y el amor invisible de Dios.
CONTENIDO
A dmiro el trabajo del Lic. Fernando Ruiz de la Rosa. Me impacta la carga que tiene no tan solo por los políticos que ya están en el poder, sino por levantar nuevos valores que sean de bendición para sus países.
Es tiempo que el pueblo cristiano reconozca el privilegio que tenemos de ser parte del proceso político; es tiempo de empezar a involucrarnos y dejar que Dios use nuestra participación para traer justicia a las naciones. Creo que el trabajo que Fernando está desarrollando se hará sentir poderosamente dentro de muy poco tiempo. Este libro le ayudará a usted a saber cómo involucrarse en el emocionante campo de la política.
Marcos Witt,
Houston, Texas
Enero 2005
E n estos tiempos cambiantes se puede percibir en el mundo espiritual un ambiente de gran expectación. Indudablemente vivimos momentos trascendentales. Hombres de Dios han anticipado una gloriosa visitación divina para los próximos años. En estos días estamos siendo testigos de un despertamiento que nos sugiere lo que será el más grande y espectacular de todos los avivamientos que ha experimentado la historia de la iglesia. Y Latinoamérica será, precisamente, pauta y factor determinante en las manos de Dios para este cumplimiento profético.
Somos una generación especial que vive en un tiempo muy especial. Nos ha tocado el privilegio de voltear la página de una década, de un siglo y de un milenio. Constituimos una histórica generación que ejecutará y cumplirá el también histórico plan que el Señor de antemano ha preparado para esta época.
En medio de esta esperanza, confrontamos una cruda realidad de corrupción generalizada en algunos sectores sociales y políticos. Muchos dirigentes latinoamericanos están tratando de gobernar a sus países no obstante que muestran pésimos resultados en el gobierno de sus familias y de sus propias vidas.
No pueden dirigir a sus hijos y desde una quebradiza plataforma de desintegración familiar pretenden gobernar a toda una nación. Parafraseando la sentencia de Pablo en 1 Timoteo 3.5, se podría decir de ellos: «El que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará una comunidad mayor?»
Desde este entorno, no puede haber una esperanza real que favorezca a la sociedad civil pues a nadie le agradaría ser gobernado por alguien que ni siquiera tiene el control y cuidado de su propia familia.
Por otra parte, es injusto que hombres honorables y de buena conducta persistan en automarginarse de la actividad política sea de local, nacional o internacional por ser esta una esfera llena de podredumbre y corrupción.
¿Qué país les estaremos heredando a nuestros hijos si persistimos en esta actitud? ¿Seguiremos siendo testigos pasivos de una corrupción que es incontenible? ¿Permitiremos que entidades naturalmente antagónicas al cristianismo evangélico continúen ocupando curules y escaños y hasta el sillón presidencial, lo cual nos hace correr el riesgo de volver al cautiverio inquisitorial que vivimos en el pasado?
¿Persistiremos en nuestra indolencia y viendo, como simples espectadores, el alarmante crecimiento de la violencia, los bestiales secuestros, las horrendas consecuencias del narcotráfico y, en muchos casos, la complicidad policíaca que parece ya algo natural?
Ha llegado el momento de dejar de lado nuestros prejuicios y nuestra apatía cívica y adoptar una firme actitud participativa a fin de contribuir a la restauración moral de las entidades oficiales.
Gracias a Dios, en algunos países de Latinoamérica se viene produciendo un fenómeno providencial donde personas públicas, artistas, deportistas y políticos de todo nivel han sido alcanzados por la fe cristiana, han rendido sus vidas a Cristo y su testimonio ha desatado la motivación y la fe de muchos.
Como el viento sacude a la higuera, así el Espíritu Santo está sacudiendo a la iglesia y, a través de ella, a la sociedad civil. El fenómeno de conversión de políticos al cristianismo y de algunos líderes cristianos dedicándose a este oficio está llamado a convertirse en una sorprendente cohesión que habrá de repercutir positivamente en un mundo que clama con vehemencia por una forma de vida libre de violencia, de drogas, de desfalcos, malversaciones, incertidumbres, intrigas y depravación.
El objetivo de este libro es tratar de hacer conciencia en el lector acerca de la gran responsabilidad cívica y social que enfrenta el cristianismo contemporáneo. Es necesario pasar de la inercia religiosa a una real aportación espiritual, moral y cultural en una sociedad herida y desorientada.
«Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado» (Santiago 4.17).
FERNANDO RUIZ DE LA ROSA
¿Q ué, pues, diremos de la participación de creyentes en los medios y las funciones políticas? ¿Será escasa la información bíblica sobre este aspecto tan esencial? ¿Escondería Dios la dirección normativa que pudiera dar línea clara y segura a sus discípulos sobre esta materia?
La cultura moderna y el humanismo han separado lo secular de lo espiritual y, por ende, han puesto un candado al creyente para impedirle incursionar en la esfera secular.
SATANÁS HA USURPADO Y DISTORSIONADO TODO LO SECULAR
Debemos saber discernir el sentimiento de Dios quien está preparando a un pueblo de reyes (política) y sacerdotes (religión) cuyos propósitos no solo serán cúlticos, sino de administración de justicia y gobierno civil.
Al escudriñar la Escritura descubrimos que a quienes Dios más usó en el desarrollo de la humanidad fueron a dirigentes civiles y no a sacerdotes. Esos gobernantes de Dios establecieron sólidos fundamentos y cambiaron el mundo.
Por supuesto que, como institución, la iglesia debe mantenerse al margen de toda ingerencia en los asuntos políticos de la nación a fin de preservar y respetar la laicidad del estado latinoamericano.
Los primeros cinco libros de la Biblia hablan más del gobierno civil que de cualquier otra cosa. Y ha sido en este gran conjunto de leyes y normas jurídicas que se ha inspirado el Derecho moderno.
Todas estas leyes hablan de las tres grandes instituciones que el Señor estableció en la tierra: Familia, Sociedad civil y Estado (gobierno). Nosotros y la cultura moderna, así como el falso puritanismo, hemos tratado de mutilar estas columnas.
Sin embargo, la historia nos demuestra claramente que hay un vínculo estrecho y determinante entre muchos de los grandes profetas y hombres de Dios y los gobernantes y emperadores de su tiempo.
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