Este libro va de plantas, pero no es un tratado de botánica. Junto a su autora, Rosa Porcel, @bioamara, vamos a hacer un recorrido por la historia para conocer cómo han influido en nuestra cultura, cómo se alimentan, cómo viven, cómo se relacionan y qué mecanismos tienen para defenderse o adaptarse al entorno concluyendo con la reproducción y el origen de una nueva planta. Todo ello acompañado de divertidos, fascinantes y desconocidos acontecimientos y anécdotas que van hilvanando de forma magistral la historia humana y la historia vegetal.
Rosa Porcel
Eso no estaba en mi libro de Botánica
ePub r1.2
efedoso 01.01.2023
Título original: Eso no estaba en mi libro de Botánica
Rosa Porcel, 2020
Editor digital: efedoso
ePub base r2.1
A la memoria de mi hermana,
la otra flor de mi primavera.
A Fran, la raíz de todo.
Introducción
Las plantas, esas grandes olvidadas
Querida lectora, querido lector, este libro va de plantas. Sí, de plantas. Cuando estudié Biología, eran pocos los que optaban por dirigir su especialidad hacia la botánica, algunos más hacia zoología y la mayoría a una especialidad que contemplaba asignaturas más orientadas a la investigación en medicina o biología animal. Incluida yo… La casualidad, junto con la generosidad de unas personas que depositaron su confianza en mí, hizo que de repente me viera dos años antes de acabar la carrera en un centro de investigación del CSIC, la Estación Experimental del Zaidín, en Granada, dedicado íntegramente a las ciencias agrarias. ¡Yo trabajando con plantas! Ese tiempo hizo que me picara el gusanillo. Y me debió pegar un buen bocado, porque terminé haciendo la tesis ahí y con ellas sigo, algunos años después. Durante aquel primer contacto con la investigación en microbiología y en plantas, aprendí a entenderlas y a valorarlas. Eran grandes desconocidas.
Macaco disfrutando de su fruta cómodamente y sobre todo seguro subido en un árbol.
En la actualidad, con los estudios de biotecnología el panorama es parecido, y son mayoría los que optan por la investigación roja (medicina) o blanca (microbiología, industria) frente a los que lo hacen por la verde (plantas). En este libro voy a tratar de exponerte el papel que han tenido las plantas en nuestra historia, sus mecanismos para alimentarse, relacionarse y defenderse, sus momentos más íntimos, y voy a demostrarte que tienen mucho encanto y glamur.
Para empezar, si estás leyendo este libro, es gracias a las plantas. No solo porque el papel se hace de celulosa, que es la que forma todas las estructuras rígidas de los vegetales. La celulosa es también el principal componente del algodón, que probablemente sea la ropa que ahora mismo llevas puesta, y los tintes que han servido para darle color puede que también sean de origen vegetal. Pero vamos más allá. Tú y yo, como animales, somos organismos heterótrofos. Esto quiere decir que no somos capaces de sintetizar nuestra propia materia orgánica a partir de fuentes inorgánicas como podrían ser el CO2, el sulfato o el amonio. Tampoco podemos aprovechar la energía como la luz solar. Esto nos obliga a alimentarnos de plantas o de animales que hayan comido plantas. Necesitamos una planta, o una alga, o microorganismo capaz de hacer la fotosíntesis para que convierta el CO2 en azúcar y así introducir energía en la cadena trófica; por eso, es muy complicado encontrar un ecosistema donde no haya plantas, pero podemos encontrarlo sin animales, ya que casi todos dependen de la fotosíntesis (la excepción serían los ecosistemas de las fumarolas oceánicas). Una extinción de todas las plantas podría acabar con la vida en la Tierra, pero una extinción de todos los animales no sería definitiva. Seguramente se extinguirían las plantas que para polinizarse dependen de insectos o de pájaros, pero otras plantas sin polinización zoodependiente ocuparían su lugar. Las abejas están sobrevaloradas. Por lo tanto, si estás vivo, es gracias a las plantas. Sin ellas, no tendrías qué comer, aunque tu dieta fuera 100 % carnívora, ya que esos animales que te alimentan se han alimentado también de plantas. Y si tu dieta es 100 % carnívora, háztelo mirar, antes de que te revienten los riñones, se te solubilicen los huesos por un exceso de ácido úrico o se te taponen las arterias por el colesterol. Una dieta equilibrada está formada principalmente por productos de origen vegetal; así que, ya sabes, mucha fruta y ensaladas es básico para la salud.
Esquema simplificado del proceso de fotosíntesis.
El gran poeta portugués Fernando Pessoa habló en un poema de «Nuestras hermanas las plantas, esas santas a las que nadie reza». Esto sirvió de inspiración a la fotógrafa Ouka Leele para componer una obra del mismo título. Una fotografía nostálgica, triste, pero a la vez profundamente evocadora y que transmite una gran paz y emotividad, o al menos eso es lo que siento cada vez que la veo. La fotografía representa una vieja escoba apoyada en un árbol entre piedras llenas de musgo, otra vegetación y soledad. La escoba está hecha de caña y de enea, por tanto, es vegetal. El árbol, la vegetación y el musgo no hace falta explicarlos, y las piedras serían las únicas partes no vegetales de la composición. Dejando de lado el sentimiento religioso que nos pueda suscitar el título de la obra, sí que es cierto que las plantas han sido las grandes olvidadas en los libros de biología o de ciencia en general. La divulgación científica peca de zoocentrismo, solo hay que ver la cantidad de documentales que hay en televisión sobre mundo animal, pero ¿cuántos hablan de plantas? Y si nos vamos a los libros editados, pues parecido. Coge cualquier título que tenga que ver con la biología y normalmente hablará de animales. Da igual que el libro trate de virus, de la percepción de la luz o de la evolución. Esto no deja de ser una clamorosa injusticia. ¿Alguna vez te has preguntado cuántos avances en la biología se han hecho investigando plantas y no animales o microorganismos? La primera célula la descubrió Hooke estudiando corcho, donde descubrió unas celdillas que llamó «células». El primer virus fue descubierto por Ivanovski y Beijerinck tratando de encontrar el agente causante de una enfermedad que afectaba a las plantas de tabaco. La cromatografía, una técnica básica en la química que sirve, entre otras cosas, para hacer muchos de los análisis que te manda el médico, la desarrolló el botánico ruso Mijaíl Tsvet tratando de separar una mezcla de pigmentos de plantas. Si quieres hacer la prueba en casa, solo tienes que coger una tira de cartulina blanca y machacar una hoja o una flor en alcohol. Luego, pones una gota en un extremo de la cartulina, la colocas en vertical y verás cómo va difundiendo, los diferentes pigmentos (no te pienses que hay solo clorofila) migran a diferente velocidad, por lo que se quedará una preciosa y ordenada mancha multicolor. La primera evidencia de que los cromosomas se entrecruzan durante la división celular y de que existen elementos móviles dentro del genoma la obtuvo Barbara McClintock estudiando el maíz. Esto explica fenómenos tan fundamentales como que los hermanos sean diferentes y no sean clónicos entre ellos, o la evolución de los genomas. Y, por supuesto, un monje agustino, trabajando en el patio de su monasterio en Brno (actual Checoslovaquia) y haciendo cruces con guisantes o judías, logró descifrar las leyes de la herencia, mundialmente conocidas como leyes de Mendel, que son básicas en genética.