Puede llegarse a esta conclusión: donde la masa no está corrupta, los motines y restantes escándalos no perjudican; donde lo está, las buenas leyes nada remedian (…) La corrupción y la escasa aptitud de la república para la vida libre proceden de las desigualdades que en ella hay. Cuando se quiere restablecer la igualdad es forzoso recurrir a medios extraordinarios, que pocos saben o quieren emplear.
NICOLAS MAQUIAVELO, Discursos sobre la primera década de Tito Livio. 1519.
La corrupción pone en peligro los valores mismos del sistema: la democracia es herida en el corazón; la corrupción sustituye el interés público por el privado, mina los fundamentos del Estado de Derecho, niega los principios de igualdad y transparencia favoreciendo el acceso privilegiado y secreto a los medios públicos de ciertos agentes.
DONATELLA DELLA PORTA e YVES MÉNY, Démocratie et corruption en Europe. 1995.
A Lorena Jiménez, por su colaboración imprescindible en la elaboración de este libro.
A Fuencisla Muñoz, Ramón Tijeras, Natalia Slepoy, Emilio Soler, Dolores Cardó y Jordi Gordon, que me han premiado con sus conocimientos y con su amistad .
Título original: Negocios privados con dinero público
Mariano Sánchez Soler, 2010
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] El CLIENTELISMO, tal como lo explica el politólogo italiano Mario Caciagli, es una relación «según la cual una persona de status más elevado, el patrono, utiliza su influencia y sus recursos para facilitar protección y beneficios a una persona de status inferior, el cliente, que ofrece servicios y/o apoyo. Es por lo tanto una relación de poder personalizada, que implica un intercambio social recíproco y mutuamente beneficioso». El clientelismo llega a convertirse en una «en una forma de sistema de gobierno», una manera de gestionar el poder (…), pero no produce legitimidad, entendida como adhesión ideal al régimen político. En los sistemas donde hay clientelismo las instituciones están escasamente legitimadas y no se respeta la autoridad». Ver CACIAGLI, Mario. Clientelismo, corrupción y criminalidad organizada. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1996, pp 18-24.
[2] Cuando el estudio de la corrupción bajo el Régimen franquista es, todavía, una tarea pendiente para los historiadores, la escasa bibliografía sobre el tema, en sus múltiples variantes y mecanismos, ha dejado sin embargo algunos libros que merece la pena reseñar. Algunos de ellos son actos de valentía que, a estas alturas, los convierte en joyas. Para el lector paciente, que sepa navegar en las librerías de viejo, he aquí algunos de mis favoritos. Su lectura resultará esclarecedora: Eduardo ÁLVAREZ PUGA: El caso Matesa. Más allá del escándalo (Dopesa. Barcelona, 1974), MARTI, Francisco y MORENO, Eduardo. Barcelona, ¿a dónde vas? (Dirosa. Barcelona, 1974), fundamental para entender la corrupción municipal en la Barcelona del desarrollismo franquista bajo la hégira de José María de Porcioles. Jaime Sánchez-Blanco: La importancia de llamarse Franco. El negocio inmobiliario de doña Pilar (Edit. Cuadernos para el Dialogo. Madrid, 1978), Jesús Ynfante: La fuga de capitales y los bancos suizos (Dopesa. Madrid, 1978), José REY: El caso Reace (Dopesa. Barcelona, 1976); y, ya en plena democracia, mi libro Villaverde. Fortuna y caída de la Casa Franco (Planeta. Barcelona, 1990), sobre las finanzas ocultas de la familia del dictador, y Ricos por la patria. Grandes magnates de la dictadura, altos financieros de la democracia (Plaza y Janés. Barcelona, 2001). También, durante la transición política española, algunas revistas desvelaron los más oscuros casos de corrupción bajo el franquismo. Entre ellas, es menester citar a las ya desaparecidas Doblón, Posible, Guadiana, Cuadernos para el Diálogo, Sábado Gráfico y a la superviviente Interviú. Todas ellas, por hablar de asuntos tan sucios como la estafa de «Nueva Esperanza», «Matesa», «Sofico» o los negocios del «clan_del_Pardo», conocieron la represión, en muchos casos el secuestro y, cotidianamente, el acoso de las tramas negras del aparato de Estado franquista.
[3] Con puntuaciones que oscilan entre el cero y el diez, en esta encuesta son considerados muy limpios: Nueva Zelanda (9,55), Dinamarca (9,32), Singapur (9,26), Finlandia (9,12), Canadá (9,07), Suecia (8,76), Australia (8,80), Suiza (8,76), Holanda (8,69), Noruega (8,61), Irlanda (8,57) y Gran Bretaña (8,57). Algo corruptos: Alemania (8,14), Chile (7,94), Estados Unidos (7,79), Austria (7,13), Hong Kong (7,12), Francia (7,00), Bélgica (6,85), Japón (6,72), Suráfrica (5,62), Portugal (5,56), Malasia (5,28) y Taiwan (5,08). Muy corruptos: España (4,35), Corea del Sur (4,29), Hungría (4,12), Turquía (4,10), Grecia (4,04), México (3,18), Italia (2,99), Tailandia (2,79), India (2,78), Paquistán (2,25), China (2,16) e Indonesia (1,94).
[4] Ver Cartier-Bresson, Jean. “Corruption, pouvoir discrétionnaire et rentes”. En Le Debat n.º 77, París, 1993. Y Rose-Ackerman, Susan. Corruption: A Study in Political Economy. Academic Press. Nueva York, 1978.
[5] JOHNSTON, Michael. “La búsqueda de definiciones: la vitalidad de la política y el problema de la Corrupción”. Revista Internacional de Ciencias Sociales. N.º 149. Unesco. 1996.
[6] HEIDENHEIMER, Arnold J. comp. Political Corruption: Cases in Comparative Analysis Transaction Publishers. New Brunswick, 1978 y «Topografía de la corrupción. Investigaciones en una perspectiva comparativa».
[7] A pesar de todo, he aquí algunas definiciones realizadas por profesores de Ciencias Políticas desde criterios objetivos, de mercado, del interés público o de la llamada cultura política de un pueblo (8). J. S. Nye: «La corrupción es la conducta que se desvía de los deberes formales de una función pública para obtener beneficios privados (en torno familiar y personal, camarillas privada) pecuniarias o de prestigio; o viola cierto tipo de reglas que sancionan el ejercicio de ciertos tipos de influencias relacionadas con lo privado» (Corruption and Political Development: A Cost–Benefit Analysis. American Political Science Review. 1967). J. Van Klaveren: «Una autoridad corrupta ve su cargo como un negocio cuyo ingreso intentará maximizar. El cargo se convierte, por lo tanto, en una “unidad maximizadora”. La dimensión de sus ingresos depende de la situación del mercado y de su talento para encontrar el punto de ganancia máxima en la curva de demanda pública» («The concept of Corruption», en Heidenheimer, A. J., Michael Johnston y Victor LeVine, edit. Political Corruption: A Handbook Transaction Publishers. New Brunswick, 1989). Carl J. Friedrich: «Se puede decir que el modelo de corrupción existe cuando una autoridad a quien se le encargan ciertas tareas, es decir, una autoridad o cargo público responsable, es inducido a actuar por una recompensa pecuniaria o de otro tipo no contemplada por la ley, y favorecer a quien proporciona la recompensa y que, por consiguiente, daña al público y sus intereses» (Political Pathology. The Political Quarterly, 1966). Jacek Tarkowski: “Son corruptas aquellas actividades que la sociedad juzga como ilegítimas o que son vistas por las élites del poder como contrarias a la lógica del sistema”. (Old and New Patterns of Corruption in Poland and the USSR. Telos. 1989).
[8] Ver DELLA PORTA D. y MÉNY Y. Démocratie et corruption en Europe. Ediciones La Decouverte. Paris, 1995.
[9] MÉNY, Yves. “Corrupción ‘fin de siglo’: Cambio, crisis y transformación de valores”. Revista Internacional de Ciencias Sociales. N.º 149. Unesco, 1996.
[10] Ver CLAEYS, P. H. y FROGNIER A. P. (eds.), L’échange politique (Ediciones de la Universidad de Bruselas. Bruselas, 1995.
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