Ángel Bahamonde Magro - La sociedad española de los años 40
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- Libro:La sociedad española de los años 40
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1993
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La sociedad española de los años 40: resumen, descripción y anotación
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Título original: La sociedad española de los años 40
Ángel Bahamonde Magro, 1993
En portada: el cardenal Pla y Deniel y el ministro de Justicia, Esteban Bilbao, a la salida de un acto religioso a comienzos de la década de los 40
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Entrega n.º 3 de la colección Cuadernos del Mundo Actual: La sociedad española de los años 40.
Ángel Bahamonde Magro
Cuadernos del Mundo Actual - 3
ePub r1.0
Titivillus 08.10.2022
de los años 40
Por Ángel Bahamonde Magro
Catedrático de Historia Contemporánea.
Universidad Complutense de Madrid
Martín Marco vaga por la ciudad sin querer irse a la cama. No lleva encima ni una perra gorda y prefiere esperar a que acabe el metro, a que se escondan los últimos amarillos y enfermos tranvías de la noche. La ciudad parece más suya, más de los hombres que, como él, marchan sin rumbo fijo con las manos en los vacíos bolsillos —en los bolsillos que a veces, no están ni calientes—, con la cabeza vacía, con los ojos vacíos y, en el corazón, sin que nadie se lo explique, un vacío profundo implacable. («La colmena», Camilo José Cela).
E xiste un debate abierto sobre la naturaleza política de la dictadura de Franco: ¿modelo fascista?, ¿solución bonapartista?, ¿nacionalismo autoritario? ¿dictadura militar? Cualquier respuesta deberá tener en cuenta que el régimen franquista tuvo una considerable capacidad de adaptación a los tiempos. Más que en función de acontecimientos internos, evolucionó al socaire de variables exteriores en relación con los vaivenes de la política internacional, sobre todo a lo largo de los años cuarenta. Mientras que el fascismo italiano o el nazismo alemán tuvieron un concepto preconcebido del Estado basado en unas formulaciones ideológicas con señas de identidad propias, el franquismo, más allá de la idea del poder personal del dictador, aglutinó en sus orígenes en torno suyo a un conglomerado defensivo articulado en su negación al reformismo republicano, principalmente de su etapa frentepopulista.
En esta ambientación personajes del franquismo como Serrano Suñer elaboran un cuerpo doctrinal mínimo, justificativo del poder unipersonal de Franco, a base de presupuestos falangistas, del conservadurismo antiparlamentario y del catolicismo tradicional. En la línea apuntada, los militares sublevados fueron construyendo a lo largo de los tres años de guerra civil el primer basamento del Estado totalitario, término prolijamente utilizado en los discursos oficiales de la época, a la par que se dejaba abolido el grueso de la legislación republicana, desde la abrogación de la reforma agraria hasta el fin de la separación Iglesia-Estado, con sus consiguientes proyecciones a otros ámbitos.
Así el Estado fue adquiriendo paulatinamente un ropaje corporatista, que en un primer momento arbitró su discurso al abrigo de otros Estados totalitarios europeos, pero que desde 1943 fue adaptándose a otras realidades, para culminar con las transformaciones del quinquenio 1945-1951, que no alteraron el poder del general Franco. Así el período 1939-1951 puede entenderse como la época en la que el régimen cambió su corteza política, comprendiendo lo que suponía la derrota de las potencias del Eje, sin que por ello se transformara su núcleo. Las formas fascistas se abandonaron desde 1945 porque convenía a la reproducción del franquismo, término entendido en su pleno sentido, mientras que la autarquía económica y el modelo de economía cerrada pasaron a mejor vida cuando las condiciones de la política internacional permitieron su sustitución.
La evolución institucional del nuevo Estado sólo puede entenderse sobre la base de las siguientes premisas: su origen, una sublevación militar dirigida contra la izquierda republicana; el papel de Franco, como dictador que busca la consolidación de su poder unipersonal, y los avatares internacionales, que determinaron el entramado institucional con vistas a la perpetuación del régimen franquista. Cuando los militares se sublevaron en julio de 1936 contra la República no poseían una idea de Estado. Sus planteamientos eran puramente negativos: derrocar al Gobierno del Frente Popular y con ello secuestrar a la República. Conforme se hizo evidente el fracaso del pronunciamiento y su conversión en prolongada guerra civil, se hizo preciso empezar a construir un edificio institucional alternativo a la República, amparado, más en la forma que en los contenidos, en los presupuestos de los triunfantes movimientos fascistas que recorrían Europa por esas fechas, bajo la retórica de un grupo hasta entonces marginal: Falange Española, transformada a partir del proceso unificador de abril de 1937 en Falange Española Tradicionalista y de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas (FET y de las JONS).
A partir del cambio de rumbo de la Segunda Guerra Mundial, en 1943 con la batalla de Stalingrado, la dictadura de Franco empezó a soltar amarras respecto a la retórica fascista y a redefinir la filosofía del poder unipersonal. Con la victoria aliada en 1945 se intensificó esta evolución, hasta la promulgación de la Ley de Sucesión de julio de 1947. Sucesivamente, pues, el franquismo confeccionó su tejido institucional entre 1936 y 1947, creando una estructura duradera que será reorientada en 1966 con la promulgación de la Ley Orgánica del Estado. Una línea de continuidad recorre las permanentes mutaciones del régimen: el poder unipersonal de Franco.
A lo largo de los años cuarenta las familias políticas del franquismo son fiel reflejo del conglomerado de fuerzas e intereses que se habían sublevado contra la República. La creación del partido único en 1937 no significó la uniformación del sustrato político. En líneas generales, 1945 actúa de bisectriz que delimita dos tendencias: el predominio falangista y el nacionalcatolicismo, ambas supeditadas a la persona del dictador. En el Gobierno constituido el 9 de julio de 1939 se observa ese predominio falangista en equilibrio con militares, católicos y antiguos miembros de la CEDA muy próximos a Franco, y como gran maestro de ceremonias el cuñado del dictador, Serrano Suñer, ministro de la Gobernación, hombre clave en los primeros pasos de la institucionalización del régimen. El control por los nacionalcatólicos del Ministerio de Educación en la figura de Ibáñez Martín prefigura su posterior preponderancia. La marcha de la Segunda Guerra Mundial determinó la caída de Serrano Suñer en agosto de 1942, buscando una mayor equidistancia respecto a las potencias del Eje, hecho confirmado por el nombramiento del conde de Jordana como ministro de Asuntos Exteriores.
Ramón Serrano Suñer
Nació en Zaragoza en 1901. Abogado, fue dirigente de las Juventudes de Acción Popular y, con la Segunda República, diputado por la CEDA. Mantuvo amistad con Gil Robles y con José Antonio Primo de Rivera y por matrimonio llegó a ser cuñado del general Franco. Al inicio de la guerra civil, tras evadirse de Madrid, contribuyó muy activamente a la unificación de las fuerzas políticas de la zona sublevada. Ocupó los cargos de ministro del Interior, de Gobernación y de presidente de la Junta Política. Dotado de gran poder, fue uno de los artífices del nuevo Estado que surge de la guerra. En 1940, como ministro de Asuntos Exteriores, dirigió una política pro
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