José Ángel Sánchez Asiaín - La financiación de la Guerra Civil española
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- Libro:La financiación de la Guerra Civil española
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2012
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La financiación de la Guerra Civil española: resumen, descripción y anotación
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Acta de la reunión mantenida con Mussolini en el Palacio Venecia
El mariscal Balbo presenta al Duce a los representantes españoles general Barrera, jefe del Estado Mayor del ejército, el ex ministro Goicoechea, ex ministro de la Dictadura y jefe de la derecha nacional y legitimista, el dr. Olazábal, jefe de los tradicionalistas, y Lizarza, jefe de ese movimiento de acción del País Vasco.
Goicoechea le recuerda al Duce que fueron presentados en 1923.
El mariscal Balbo invita al general Barrera, como jefe de la delegación, a tomar la palabra.
BARRERA. Se declara honrado y conmovido por tener el honor de hablar con el jefe del Gobierno italiano, Duce del Fascismo, y le agradece la ayuda italiana prestada al golpe de Estado del 10 de agosto, golpe malogrado pero lleno de enseñanzas. Incluso en las revoluciones es necesario equivocarse para aprender, y hoy las derechas españolas, unidas por el bien común, más allá de las antiguas divisiones, están preparadas para volver a empezar. Ya que el Duce tiene sin duda las ideas claras acerca de la situación, le ruega que exponga los argumentos que le conciernen para que puedan iluminarle de manera absoluta.
DUCE. Desearía conocer qué piensan ustedes acerca del Gobierno Lerroux.
BARRERA y GOICOECHEA. Es un Gobierno adormecedor del que hay que desconfiar aún más que de un Gobierno de izquierdas, porque el pueblo, o mejor dicho la pequeña burguesía, puede acomodarse en el statu quo.
DUCE. ¡Y sin embargo debería, o pretende ser un Gobierno fuerte! El ministro del Interior ha propuesto recientemente, y ha hecho que se apruebe, la reinstauración de la pena de muerte.
GOICOECHEA. Es un simulacro de energía. El ministro del Interior es incapaz de hacer que condenen a muerte tan siquiera a una mosca, debido a su carácter templado e incluso miedoso. Por lo demás, no creo que el propio Lerroux tuviese la capacidad de ir más allá; es viejo, débil y está enfermo.
DUCE. ¿Y Gil Robles?
OLAZÁBAL. Hombre de palabras, pero no de hechos: su movimiento no tiene una meta política definida y titubea continuamente: movimiento demasiado alejado de la acción; masas amorfas que a día de hoy casi han aceptado la República. Podemos compararles con el viejo partido popular italiano y con el centro católico alemán. Buena parte de los hombres de Gil Robles seguirán al carro de los vencedores el día de mañana.
DUCE. ¿Cuál es su acuerdo acerca de la monarquía?
GOICOECHEA y OLAZÁBAL. Nosotros nos hemos puesto perfectamente de acuerdo acerca del principio: hemos conseguido sepultar todo un pasado, prescindiendo completamente de los hombres.
BALBO. Aclaren mejor su punto de vista.
OLAZÁBAL. El heredero monárquico tradicionalista es demasiado viejo y, por otro lado, Goicoechea y Barrera están de acuerdo en reconocer que es imposible recurrir a Alfonso XIII. En su familia queda el tercer hijo, oficial de la marina inglesa, pero también acerca de esto hay aún mucho por discutir (los demás asienten).
Nosotros además no queremos que el hombre que deberá encarnar el día de mañana la España monárquica pueda, de ninguna manera, obstaculizar nuestro plan de rehabilitación del país. En cuanto triunfe la revolución, nombraremos un regente, probablemente un militar: después, seguidamente, nos preocuparemos de la dinastía.
Para concluir, nosotros reconocemos de común acuerdo que España ha de ser monárquica pero no tenemos, además del acuerdo de principio, ningún prejuicio y, por supuesto, no plantearemos ahora la cuestión de la persona del soberano, debido a que todos nuestros esfuerzos deben estar encaminados a la acción; el resto vendrá más tarde.
DUCE. Estoy completamente de acuerdo. La monarquía como base es una idea fundamental, tanto en España como en Italia. En lo que se refiere a su país me he quedado convencido leyendo el libro de Madariaga. En cuanto a la dinastía, siempre hay tiempo para decidir. Monarquía significa idea, y dinastía simplemente hombres.
DUCE. ¿Cuál es la situación del ejército, de la marina, de la aviación?
BARRERA. El ejército hoy en día está lleno de canallas. Muchos de los oficiales eliminados por los anteriores Gobiernos han vuelto con la República y han terminado por enturbiar el ambiente. Sin embargo, existen aún muchos buenos oficiales y unidades en las que confiar, como las de Cataluña. La caballería ha quedado prácticamente intacta, y se puede contar con ella, así como se puede contar también con la guardia civil. En este momento tenemos en Madrid unos dos mil oficiales con distintos tipos de licencias: nosotros nos ocupamos mucho de ellos y estamos encuadrándoles como simples soldados para hacer una unidad de élite a la que se le encargarán, el día de la acción, las tareas más difíciles. La marina en España, más que en otros países, es una casta aparte. Políticamente es muy incierta; nosotros no la tenemos en consideración, pero el Gobierno se equivocaría si pensase que la tiene a su completa disposición. La aviación, sin embargo, que en los primeros tiempos de la República había adquirido un carácter netamente de izquierdas, hoy en día está muy mejorada. Incluso el famoso Franco ha introducido en ella a partidarios suyos; la aviación puede ser tratada en profundidad.
DUCE. Ahora vayamos al tema de las armas.
BALBO. Ayer estuvimos discutiéndolo de manera exhaustiva. Creo que por el momento no podemos darles más de un cierto número de bombas de mano, 10.000 fusiles y 200 ametralladoras. Naturalmente estas armas, excepto las bombas, deben sacarse del viejo material de la guerra mundial, y deben ser de marca austríacoalemana para no comprometer de ningún modo a Italia.
DUCE (Dirigiéndose a Balbo). Creo que no será difícil encontrar estas armas.
BALBO (Dirigiéndose al Duce). Las 200 ametralladoras las tenemos ya en cajas en Orbetello y para los 10.000 fusiles será suficiente con dar la orden a Baistrocchi: lo mismo para las bombas, que tendrán que ser muchas y de fabricación reciente.
BARRERA. Hemos pedido también al mariscal un determinado número de pistolas.
BALBO. Como tuve ocasión de afirmar ayer, no hay pistolas en los almacenes militares italianos. Será fácil conseguirlas en cualquier parte, incluso en la misma España. Mi parecer es que son completamente inútiles: el hombre que toma la calle para hacer una revolución necesita estar armado con un fusil.
DUCE. ¿Cómo piensan llevar esas armas a España?
BALBO. Habíamos pensado embarcarlas, y con respecto a esto considero que lo más oportuno es que el embarque se haga en Trípoli, donde bombas, fusiles y ametralladoras se pueden reunir fácilmente, y donde se puede entrenar a un grupo de comandantes de las unidades revolucionarias sin levantar sospechas.
OLAZÁBAL. Explica que habrá que desembarcar las armas en el norte, en la costa del País Vasco. La operación será sin duda difícil, pero no más que la llevada a cabo por su padre, que en los años 18701873 consiguió introducir ochenta mil fusiles.
DUCE. Tendrán estas armas. Balbo, que será el intermediario entre ustedes y yo, se las entregará en Trípoli. Yo cuando ayudo, ayudo de verdad, y Austria lo sabe muy bien. Por lo tanto les aseguro que su movimiento cuenta con mi simpatía. Y ahora pasemos al dinero. ¿Cuánto creen ustedes que les hará falta para los primeros momentos?
GOICOECHEA. Creo que será suficiente con un millón y medio de pesetas.
DUCE. Existe una dificultad técnica para tener esa cantidad en un período de tiempo breve, porque las pesetas no se encuentran fácilmente en el mercado internacional, y tendré que hacer que se compren en pequeñas cantidades para no levantar sospechas. Evidentemente el Estado no intervendrá directamente, porque debido a las leyes italianas, nada escapa al control público. Sin embargo, existen algunos organismos económicos que obedecen al Estado, a través de los cuales se llevará a cabo la operación.
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