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Antonio Gramsci - Las maniobras del Vaticano

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Antonio Gramsci Las maniobras del Vaticano
  • Libro:
    Las maniobras del Vaticano
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1961
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Las maniobras del Vaticano: resumen, descripción y anotación

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La acción católica

L A ACCIÓN Católica, nacida específicamente después de 1848, era muy distinta de la actual, reorganizada por Pío XI. La posición original de la Acción Católica después de 1848 (y en parte también en el período de incubación que va de 1789 a 1848, cuando surge y se desarrolla el hecho y el concepto de nación y de patria, convertido en elemento ordenador —intelectualmente y moralmente— de las grandes masas populares, en victoriosa concurrencia con la Iglesia y la religión católica), puede caracterizarse extendiendo a la religión católica la observación que un historiador francés ha hecho a propósito de la monarquía «legitimista» y de Luis XVIII: parece que Luis XVIII no lograba convencerse de que en Francia, después de 1815, la monarquía debía tener un partido político específico para sostenerse. Todos los razonamientos expuestos por los historiadores católicos (y las afirmaciones apodícticas de los pontífices en las encíclicas) para explicar el nacimiento de la Acción Católica y para relacionar esa nueva formación con movimientos y actividades «siempre vigentes» desde Cristo en adelante, son de una extrema falacia. Después de 1848, en toda Europa (en Italia la crisis asume la forma específica y directa del anticlericalismo y aun de la lucha militar contra la iglesia) la crisis histórico-político-intelectual es superada con la neta victoria del liberalismo (entendido como concepción del mundo más que como particular corriente política) sobre la concepción cosmopolita y «papalina» del catolicismo. Antes de 1848 se formaban partidos más o menos efímeros e insurreccionaban a las personalidades contra el catolicismo. Después de 1848 el catolicismo y la Iglesia «deben» tener un propio partido para defenderse; y para arredrarse lo menos posible; no pueden ya hablar (por lo menos oficialmente, porque la Iglesia no confesará jamás la irrevocabilidad de tal estado de cosas) como si supiesen que son la premisa necesaria y universal de todo modo de pensar y de obrar. Hoy muchos no logran ni siquiera convencerse de que así pudo ser una vez. Para dar una idea de este hecho, se puede ofrecer este ejemplo: hoy nadie puede pensar seriamente en fundar una asociación contra el suicidio (es posible que en alguna parte exista cierta sociedad del género, pero se trata de otra cosa) porque no existe ninguna corriente de opinión que desee persuadir a los hombres (y lo logre siquiera parcialmente) de la necesidad de suicidarse en masa (si bien han existido individuos y aun pequeños grupos que sostuvieron esas formas de nihilismo radical, parece que en España): la «vida» es la premisa indispensable de toda manifestación de vida, evidentemente.

El catolicismo ha tenido una función, y de ella quedan abundantes rastros en el lenguaje y en los modos de pensar, especialmente de los campesinos: cristiano y hombre son sinónimos, como también lo son cristiano y «hombre civilizado» («—¡No soy cristiano! —Y entonces qué eres, ¿una bestia?»). Los confinados dicen aún: «cristianos y confinados» (en Ustica. Tal vez también el ruso krestianin, «campesino», tiene el mismo origen, mientras «cristiano» en sentido religioso, forma más culta, manteniendo la aspiración del Ψ griego, en sentido despreciativo se decía mujik). A esta concepción hay que agregar tal vez el hecho de que en algunos países, donde los hebreos no son conocidos, se los cree o se los creía con cola y orejas de cerdo o con otro atributo animalesco.

El examen histórico-crítico del movimiento de Acción Católica puede dar motivo, analíticamente, a diversas series de investigaciones y de estudios. Los congresos nacionales. Cómo los prepara la prensa central y local. El material oficial preparatorio: relaciones oficiales y de oposición.

La Acción Católica fue siempre un organismo complejo, aun antes de la constitución de la Confederación blanca del trabajo.

Desarrollo de los congresos. Temas puestos en el orden del día y temas omitidos para evitar conflictos radicales. El orden del día debería resultar de los problemas concretos que llamaron la atención en el espacio comprendido entre un congreso y otro y de las perspectivas futuras, más que de los puntos doctrinarios en torno a los cuales se forman las corrientes generales de opinión y se agrupan las fracciones. ¿Sobre qué base y con qué criterios son elegidas o renovadas las direcciones? ¿Sobre la base de una tendencia doctrinaria genérica, dando a la nueva dirección una confianza genérica, o bien después de que el congreso ha fijado una concreta y precisa dirección de actividad? La democracia interna de un movimiento (es decir, el mayor o menor grado de democracia interna, o sea la participación de los elementos de base en la decisión y fijación de la línea de actividad) se puede medir y juzgar también, y tal vez especialmente, en esa proporción.

Otro elemento importante es la composición social de los congresos, del grupo de los oradores y de la dirección electa, en relación a la composición social del movimiento en su conjunto.

Relación entre las generaciones adultas y las juveniles. ¿Los congresos se ocupan directamente del movimiento juvenil, que debería ser la mayor fuente de alistamiento y la mejor escuela para el movimiento, o dejan a los jóvenes librados a sí mismos?

¿Qué influencia tienen (o tenían) en los congresos las organizaciones subordinadas y subsidiarias (o que así deberían ser), el grupo parlamentario, los organizadores sindicales, etc.? ¿A los diputados y a los jefes sindicales les conceden en los congresos una posición especial, oficialmente y orgánicamente o acaso sólo de hecho?

Más que en las discusiones de los congresos es necesario fijar el desarrollo que han tenido en el tiempo y en el espacio los problemas concretos más importantes: la cuestión sindical, la relación entre el centro político y los sindicatos, la cuestión agraria, las cuestiones de organización interna en todas las diversas interferencias. Cada cuestión presenta dos aspectos: cómo fue tratada teórica y técnicamente y cómo fue afrontada prácticamente.

Otra cuestión es la de la prensa, en sus diversos aspectos: cotidiana, periódica, opúsculos, libros; centralización y autonomía de la prensa, etc. La fracción parlamentaria: tratándose de toda determinada actividad parlamentaria, hay que tener presentes algunos criterios de búsqueda y de juicio. Cuando el diputado de un movimiento popular habla en el Parlamento (y un senador en el Senado) se pueden hacer tres o cuatro versiones de su discurso: 1) la versión oficial de los «Actos parlamentarios», que habitualmente es revisada y corregida y muchas veces endulzada post festum; 2) la versión de los diarios oficiales del movimiento al que el diputado pertenece oficialmente: ésta queda combinada entre el diputado y el corresponsal parlamentario, de modo de no herir cierta susceptibilidad o de la mayoría oficial del partido o de los lectores locales, y de no crear obstáculos prematuros a determinadas combinaciones en curso o en proyecto; 3) la versión de los diarios de los otros partidos o de los llamados órganos de la opinión pública (diarios de gran difusión), que está hecha por el diputado de acuerdo con los respectivos corresponsales parlamentarios, de modo de favorecer determinadas combinaciones en curso: esos diarios pueden variar de un período a otro según los cambios producidos en las respectivas direcciones políticas o en los gobiernos. El mismo criterio puede ser extendido al campo sindical, a propósito de la interpretación que se quiere dar a determinados eventos o aun a la dirección general de la dada organización sindical. Por ejemplo: la Stampa, el Resto del Carlino, el Tempo (de Naldi) han servido, en ciertos años, de cajas de resonancia y de instrumentos de combinaciones políticas tanto a los católicos como a los socialistas. Un discurso parlamentario (o una huelga, o la declaración de un jefe sindical) socialista o popular, era presentado bajo cierta luz, por esos diarios, para su público, mientras era presentado bajo otra luz por los órganos católicos o socialistas. Los diarios populares y socialistas callaban además a su público ciertas afirmaciones de diputados que tendían a hacer posible una combinación parlamentaría-gubernativa de las dos tendencias, etc. Es indispensable también tener en cuenta las entrevistas otorgadas por los diputados a otros diarios y los artículos publicados en otros diarios. La homogeneidad doctrinaria y política de un partido puede ser también probada con este criterio: qué direcciones favorecen los socios de ese partido con su colaboración en los diarios de otras tendencias o llamados de opinión pública: a veces los disentimientos internos se manifiestan sólo así, los disidentes escriben, en otros diarios, artículos firmados o no firmados, otorgan entrevistas, sugieren motivos polémicos, se hacen provocar para estar «constreñidos» a responder, no desmienten opiniones que les atribuyen, etc.

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