Giuseppe Fiori
Traducido por Jordi Solé Tura
Título original: Vita di Antonio Gramsci (2008)
© Del Del libro: Giuseppe Fiori
© De la traducción: Jordi Solé Tura
Edición en ebook: febrero de 2017
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Giuseppe Fiori
Silanus, 1923 - Roma, 2003
Periodista, escritor y político italiano. Licenciado en derecho, comenzó su carrera como periodista en el periódico L’Unione sarda para después entrar en la Rai. Fue director adjunto del TG2, director de Paese Sera y senador de la izquierda independiente. En la primera mitad de los años sesenta, desarrolló los tres tipos de escritura que le caracterizarían más adelante, junto con el periodismo televisivo. Sus obras más destacadas son las grandes biografías, aunque también es reconocido como escritor literario y como periodista. Sus obras más literarias están muy relacionadas con el renacimiento de Cerdeña y es a veces considerado como uno de sus fundadores, junto a autores como Sergio Atzeni, Giulio Angioni y Salvatore Mannuzzu.
Fiori es autor de importantes biografías y ensayos históricos entre los que destacan Vita di Antonio Gramsci (1966); Vita di Enrico Berlinguer (1989); Vita di Michele Schirru (1983); Il venditore (1995), reportaje de investigación sobre Silvio Berlusconi; Il cavaliere dei Rossomori (1985), biografía de Emilio Lussu; Uomini ex (1993), la historia de un grupo de comunistas italianos en Praga después de la guerra; Una storia italiana (1997), un retrato de Ernesto Rossi; Casa Rosselli (1999), dedicada a la famosa familia antifascista y Sonetàula (1960), historia de un joven bandido de Cerdeña.
Contenido
PREFACIO
G ramsci escribió en una carta a Tatiana: «He recibido las fotografías de los niños y he tenido una gran alegría, como puedes imaginarte. Estoy también muy satisfecho porque me he convencido con mis propios ojos de que tienen una cabeza y piernas; desde hacía tres años no veía más que sus cabezas y empezaba a tener dudas de si no se habrían convertido en ángeles sin alas».
Este libro no tiene otra ambición que completar el retrato de Gramsci, es decir, añadir a la «cabeza» (al Gramsci mejor conocido, el gran intelectual y dirigente político) «piernas y cuerpo»: los elementos humanos que, desde la infancia a la madurez, ayudan a hacernos ver al personaje «entero» en los momentos de la fama, del amor y de la lenta agonía. Es, pues, especialmente, el retrato de Nino Gramsci. Recuerdo con afecto a Gennaro Gramsci, muerto trágicamente en Roma en un accidente de automóvil el 30 de octubre de 1965, cuando este libro, que tanto le debe, ya estaba escrito.
Doy las gracias:
A Teresina Gramsci, a quien debo la consulta de una serie de cartas hasta ahora inéditas; a Edmea y Carlo Gramsci; a Alfonso Leonetti, Elsa Fubini y Renzo de Felice; a Leonilde Perilli, a través de la cual me han llegado noticias y documentos sobre la familia Schucht; a los habitantes de Ghilarza, amigos de Antonio Gramsci, sus compañeros de juego y de la escuela elemental, a los compañeros del instituto, a los amigos de los años de Turín; a todos los que estuvieron cerca de él en la lucha y en la cárcel, y que han querido testimoniar sobre su trayectoria humana.
G.F.
Mientras se estaba preparando este volumen, el diario L’Unità de Roma publicó, el 23 de enero de 1966, cuatro cartas de Gramsci, dos de las cuales —una del periodo de Cagliari (pág. 76 de la presente obra); la otra, del periodo de los estudios universitarios en Turín (pág. 108)— se presentan como inéditas.
L a casa donde vivieron los Gramsci, de piedra de lava rojiza, tiene un piso y se encuentra en el centro de Ghilarza, importante población a mitad de camino entre Oristano y Macomer, aproximadamente en la meseta del Barigadu. Ahora la ocupa y tiene allí su tienda un comerciante de tejidos y de mercería, el señor Antioco Porcu, que conoció a los padres de Nino Gramsci —como todos llaman allí a Antonio—, el señor Ciccillo y Peppina Marcias. Una visita a la casa permite recoger una serie de noticias interesantísimas sobre el ambiente familiar del gran intelectual sardo.
Francesco Gramsci, que para nosotros era el señor Ciccillo —cuenta Antioco Porcu—, llegó aquí muy joven, en 1881. Tenía veintiún años y ejercía su primer empleo: venía de Gaeta, su ciudad natal, para dirigir la oficina del registro. Como tantos otros continentales que cruzan el Tirreno, quizá pensaba entonces en una estancia breve, los pocos años de residencia incómoda con que hay que contar al entrar en una carrera. Pero permaneció aquí hasta el fin de sus días. Aquí se casó. Y, descontando los años de trabajo en Ales y Sòrgono, aquí residió siempre, en esta misma casa donde estamos charlando. Murió en el 37, cincuenta y seis años después de su llegada a Ghilarza. Al final, hablaba incluso nuestro dialecto. Algunos habían empezado a llamarle tiu Gramsci.
Se ha escrito —y así se acostumbra a creer— que Antonio Gramsci fue de origen muy humilde. El señor Antioco mueve lentamente la cabeza antes de contestar: «No es así exactamente. Su padre, Ciccillo, era bachiller; estudió para abogado hasta que, al morir el padre, tuvo que buscar un empleo. Y el padre del señor Ciccillo, por lo que yo sé, era coronel de carabineros. Por parte de su madre, Nino Gramsci pertenecía a una buena familia: los Marcias no eran ricos, pero tampoco de condición humilde».
El mayor de los hermanos de Antonio, Gennaro, me dijo al respecto: «Lo sé. El mismo Togliatti y algunos biógrafos de buena reputación han escrito que Nino era de origen campesino, pero no es verdad».
El mismo Nino —recuerda— se refirió al origen de nuestra familia en una carta escrita en la cárcel. Yo puedo completar los datos que él da. Un Gramsci greco-albanés, nuestro bisabuelo, huyó del Epiro durante o después de los alzamientos populares de 1821 y se italianizó enseguida. En Italia le nació un hijo, Gennaro, de quien yo he tomado el nombre. Este Gennaro, nuestro abuelo, era coronel de la gendarmería borbónica. Se casó con Teresa Gonzales, hija de un abogado napolitano, que descendía de una familia italo-española de Italia meridional, como tantas otras que habían permanecido allí después de cesar el dominio español. Tuvieron cinco hijos: papá era el último. Nació en Gaeta en marzo de 1860, pocos meses antes de que las tropas del general Cialdini asediasen la ciudad. Al terminar el régimen borbónico, el abuelo fue encuadrado en los carabineros con el grado de coronel. Murió joven. La única hija se había casado con un tal Riccio, de Gaeta, hombre acaudalado. De los cuatro hijos varones, uno era funcionario en el Ministerio de Finanzas; otro, inspector de ferrocarriles, después de haber sido jefe de estación en Roma, y un tercero, el tío Nicolino, era oficial del ejército. Papá fue el menos afortunado, pues cuando murió su padre, estaba estudiando derecho. Tuvo que buscarse trabajo; le salió la ocasión de un empleo en Cerdeña en la oficina del registro de Ghilarza y la aprovechó. También el tío Nicolino fue destinado a Cerdeña: primero en La Maddalena, después en Sassari y finalmente en Ozieri, donde era capitán y mandaba el depósito de artillería y donde murió. De tal manera que la familia de nuestro padre era la típica familia meridional de buena condición que suministra los cuadros intermedios a la burocracia estatal.