Colette Rabaté - En el torbellino
Aquí puedes leer online Colette Rabaté - En el torbellino texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2018, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
Novela romántica
Ciencia ficción
Aventura
Detective
Ciencia
Historia
Hogar y familia
Prosa
Arte
Política
Ordenador
No ficción
Religión
Negocios
Niños
Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.
- Libro:En el torbellino
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2018
- Índice:3 / 5
- Favoritos:Añadir a favoritos
- Tu marca:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
En el torbellino: resumen, descripción y anotación
Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "En el torbellino" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.
En el torbellino — leer online gratis el libro completo
A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" En el torbellino " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Ante todo, queremos agradecer a la familia Unamuno, y más especialmente a Miguel de Unamuno Adarraga, Pablo de Unamuno y José María Quiroga, el haber facilitado desde el principio nuestras investigaciones, confiándonos copias de algunas cartas de su abuelo y bisabuelo.
En Salamanca pudimos contar con la ayuda siempre eficaz de la directora de la Casa Museo Unamuno, Ana Chaguaceda Toledano, de Francisco del Mazo, de Clemente Bernai y de Flor Hernández, nunca cansados de satisfacer con rapidez y amabilidad nuestros numerosos pedidos.
Hemos apreciado también la colaboración valiosa de Margarita Becedas González, directora de la Biblioteca General Histórica, y de su personal en el momento de consultar la prensa salmantina, y la disponibilidad de los empleados de las Bibliotecas de las Facultades de Geografía e Historia y de Filología de la Universidad de Salamanca.
Han sido imprescindibles para este trabajo nuestras visitas al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, donde hemos gozado de la acogida de su director, Manuel Melgar Camarzana, y de su personal. En la Filmoteca de Castilla y León hemos apreciado la disponibilidad y la amabilidad de su directora, María Teresa Conesa.
Deseamos expresar nuestra gratitud especialmente a varios colegas del departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Salamanca, Manuel Redero San Román, Santiago López, Severiano Delgado, Tomás Francisco Pérez Delgado, Javier Infante, siempre dispuestos a asesorarnos y a proporcionarnos aclaraciones y datos bibliográficos. No olvidamos la ayuda generosa de María Luz de Prado Herrera, Angel Iglesias y Cristina Erquiaga Martínez, investigadora predoctoral de la Universidad de Salamanca. Queremos hacer constar también nuestro reconocimiento a otros salmantinos, grandes conocedores de la historia de la ciudad del Tormes, como Ignacio Francia, Alberto Estella, José Antonio Sánchez Paso, José María Hernández Díaz y José Antonio Bonilla, con quienes hemos mantenido frecuentes y fructíferos diálogos.
En Madrid hemos disfrutado otra vez de la disponibilidad del personal de la Biblioteca Nacional, de la Hemeroteca Municipal y de la biblioteca de la Casa de Velázquez. Otros colegas o amigos nos facilitaron datos e información, como Fernando Puell de la Villa, gran conocedor de la historia del Ejército, Ian Gibson, Nancy Berthier y el director de cine Manuel Menchón.
Otras muchas personas nos ayudaron o animaron de distintas formas; expresamos nuestro sincero agradecimiento a Severiano Hernández Vicente, subdirector general de los Archivos Estatales; a Alonso Puerta, presidente de la Fundación «Indalecio Prieto» de Alcalá de Henares; a Nuria Franco Fernández, de la Fundación Francisco Largo Caballero de Alcalá de Henares, y a Mercedes del Amo, José Alvarez Junco y Sandro Borzoni.
Agradecemos también a Mariano Esteban de Vega, vicerrector de Profesorado de la Universidad de Salamanca, y a Octavio Ruiz-Manjón su ayuda permanente y sus valiosos consejos.
En fin, queremos expresar toda nuestra gratitud al Consejo Editorial de Marcial Pons y más especialmente a Carlos Pascual del Pino por su paciencia y su interés desde la primera hora. Agradecemos también el cuidado de Mariana Salvador en la preparación del texto; para nosotros es un honor editar este libro en la famosa colección Estudios de Marcial Pons Historia, cuyo sello es señal de un gran rigor científico.
Salamanca, 13 de febrero de 1931
IIIX V
Sr. D. Ramón Franco
París
Recibo, mi querido amigo Franco, su tarjeta de petición de prólogo dentro de una carta de nuestro excelente Cortés, ¡qué hombre noble, generoso, sencillo, entusiasta, qué español de verdad! En cuanto al prólogo, ¡pues no faltaba más! Lo tendrá usted. Confío en que le llegue esta carta aunque sé las mañas —lo sé por Santiago Alba— de ese miserable Quiñones de León, mamporrero mayor de S. M. Don Alfonso, que estando ahí Eduardo Ortega y yo interceptaba correspondencia entre españoles. Y es que ese miserable no ha sido nunca Embajador de España, ni le importa nada de nuestra patria —que no es la suya— sino lacayo de Don Alfonso y vil policía. Pertenece, como el llamado Gobierno de Berenguer, al Gabinete —en el sentido francés de cabinet, es decir, retrete— de S. M. y en este Retrete quien maneja para el amo el papel higiénico es Leopoldo Matos. ¡Qué cosas están haciendo!
Pero, en fin, confío en que esta carta le llegue y para asegurarlo pongo en el sobre mi membrete actual: IIIX V, es decir: «¡abajo Alfonso XIII!». Voy a ver si este signo se extiende y hasta hay quien lo lleve en la gorra o en la solapa.
De hecho no pueden ya contener el sentimiento popular. Se está votando ya contra el Rey, por aclamación y a gritos en las calles. Dentro de poco tendrán que dejar gritar ¡Viva la República! y aún más porque no va a haber cárceles para contener a los manifestantes.
Le supongo enterado de lo del Ateneo. Ya ni el extravieso conde de Romanones cree que se pueda salvar a su amo. Y es que no es posible asentar un trono sobre sangre y el odio del pueblo. La sangre de Rizal hizo lo de Filipinas, la de Galán y Hernández —sin olvidar a los pobres ilusos de Vera— fundarán la independencia civil y moral de España.
Espero verle a usted pronto por esta nuestra España y no a ser juzgado sino a enjuiciar y juzgar. Esto va de prisa. Lo apresura la antipatriótica y anticivil disciplina alabardera de D. Berenguer. Si fuera español de verdad comprendería que su deber, deber de honor y de conciencia, es obligar al Rey a que se someta al fallo de la conciencia nacional. Ya recurren a la triste arma de las mentiras. Hay que ver El Debate. Es pus jesuítico.
Pronto volveré a escribirle.
Reciba un abrazo de
Miguel de Unamuno
Y ya sabe usted: ¡IIIX V! Lo voy a poner hasta en mis tarjetas.
Comentario. Examen de conciencia
—Desengáñate —me dijo— lo que pasa a España, a la vieja España, como a todo el mundo civilizado, viejo ya, es que chochea, chochea de vejez. Eso que llaman juventud —giovinezza— los fajistas italianos, es no infancia, no niñez primitiva, como pareces tú creer, sino segunda, acaso última infancia, decrepitud. Lo que Spengler ha llamado decadencia del Occidente. Y del Oriente. Pues no envejece el budismo menos que el cristianismo. Europa está emplazada.
—¿Bien o mal? —le pregunté.
—No entiendo la pregunta —contestó—; aunque sí, ya caigo. Como desplazar es quitar de plaza, te figuras que quise decir que está Europa en plaza. No, quise decir que se le acerca el plazo, que es otra cosa. Emplazada como aquel Fernando IV, rey de Castilla.
—¿Pero para bien o para mal? —insistí—; y ¿quién la emplaza?; y ¿a qué se debe ello?
—Y qué sé yo —dijo, encojiéndose [sic] de hombros. Acaso se deba a la nivelación de lo que llamamos bienestar y a la nivelación de lo que hemos dado en llamar cultura.
—Pero ¿crees que se han nivelado? —inquirí.
—¿Y quién lo duda? —replicó—. Hemos ascendido todos y al repartirse el bienestar se ha hecho malestar, como al repartirse la cultura, avulgarándose al vulgarizarse, se ha hecho incultura, o sea semicultura o pseudo-cultura. Toma un caso cotidiano. Ahora se saben las noticias por radio y por telégrafo y la prensa diaria mucho antes que antaño y se difunden más, pero ¿se saben mejor? ¿y el cine? ¿y ese viajar devorando leguas, sin detenerse, huyendo de todas partes? Se producen más artículos —y entre estos incluyo los escritos, los periódicos— en serie, pero son peores. Es el camelote. Y debido a una especie de
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Libros similares «En el torbellino»
Mira libros similares a En el torbellino. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.
Discusión, reseñas del libro En el torbellino y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.