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Cristina Morató - Cautiva en Arabia

Aquí puedes leer online Cristina Morató - Cautiva en Arabia texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2009, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Cristina Morató Cautiva en Arabia
  • Libro:
    Cautiva en Arabia
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2009
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Cautiva en Arabia: resumen, descripción y anotación

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Agradecimientos

Son muchas las personas que me han ayudado a reconstruir la aventurera vida de Marga d’Andurain. En primer lugar mi agradecimiento a Jacques d’Andurain, hijo de la protagonista, por la confianza que depositó en mí. Hoy me siento una privilegiada al ser su amiga y seguir compartiendo con él interminables charlas telefónicas. También a Julie d’Andurain, hija de Jacques y nieta de Marga d’Andurain, por permitirme consultar su magnífico trabajo de investigación histórica sobre su célebre abuela. Julie, profesora de Historia, no conoció a Marga —fallecida veinte años antes de que ella naciera— pero durante toda su infancia oyó hablar de las increíbles aventuras que protagonizó en Oriente Próximo.

Gracias a mi editor David Trías con quien comparto desde hace ocho años el interés por recuperar del olvido las vidas de mujeres tan audaces como poco convencionales. A la editora Emilia Lope que ha dedicado muchas horas a este libro y a la búsqueda de las fotografías que ilustran sus páginas; y a Leticia Rodero y Alicia Martí, mis «ángeles» de prensa de Plaza & Janés que se han encargado de dar a conocer esta historia a los medios. A Lola Delgado, mi correctora, cuyas sugerencias me han sido de inestimable ayuda, y a Henar Pascual que tradujo del francés las memorias de Marga, Le Mari-Passeport, y todos los documentos que aparecen en la sección de Anexos. A José Luis Arriola, jefe del laboratorio de Fotosíntesis en Madrid, mi gratitud por su excelente trabajo a la hora de restaurar las fotografías antiguas que Jacques d’Andurain me prestó.

En esta larga aventura literaria he contado también con la colaboración de buenos amigos: la periodista Gemma Nierga, que a pesar de su apretada agenda siempre encuentra un hueco para presentar mis libros; la cineasta Cecilia Barriga, con quien viajé a Francia para filmar a Jacques d’Andurain y grabarle sus recuerdos, y Enrique Jordá que investigó para mí la misteriosa estancia de Marga d’Andurain en el campo de Miranda de Ebro (Burgos) y el balneario de Uberuaga de Ubila. Mi gratitud a Santos Valenciano de la librería De Viaje por su constante ánimo y a la Sociedad Geográfica Española que ha colaborado en todos mis libros dedicados a las grandes viajeras de antaño. A mi amiga Jackie Bassat, por ayudarme en Barcelona a la promoción de mi libro, y a Pilar Latorre, apasionada viajera y reconocida gastrónoma que desde el principio compartió conmigo este viaje al pasado. Y a Ana Belén Burguillo por cuidar con cariño de la salud de la autora.

En Bayona (Francia) mi agradecimiento a Olivier Ribeton, director del Museo Vasco y de Historia por responder a mis preguntas, y a Gilles Parent de la Hemeroteca de la Biblioteca Municipal que me ayudó a localizar los artículos que la prensa francesa publicó sobre Marga en los años treinta. En Siria, no puedo olvidar a mi guía Jamal Dayeh que me acompañó durante mi visita al país; este libro no hubiera existido si él no me hubiera hablado por primera vez de la condesa d’Andurain en las ruinas de Palmira. Gracias a la cadena Cham Palaces & Hotels —actual propietaria del remodelado hotel Zenobia en Palmira—, a la Fundación Osmane Aïdi y a la directora de turismo de Chamtour, madame Rawa Batbouta, por su inestimable colaboración en el viaje a Siria organizado a la prensa española para presentar mi libro en los escenarios donde vivió Marga d’Andurain. Mi sincera gratitud al ministro de Información sirio Mohsen Bilal y al embajador español en Siria, Juan Serrat, por el apoyo y hospitalidad durante nuestra estancia en Damasco. En Madrid, a Ammar Homsi, director de Syrian Arab Airlines, y a la embajada siria por todas las facilidades que me dieron para viajar a su hermoso país.

Dejo para el final a las personas más importantes en mi vida, mi esposo José Diéguez, que me animó desde el primer momento a ir al encuentro de Jacques d’Andurain, y a mi hijo Alex, de nueve años, que aún sigue preguntándome: «Mamá, ¿quién es Marga?». Los dos han tenido una gran paciencia conmigo mientras escribía este libro. Y a mis padres por estar siempre a mi lado, y a mi hermana Maite cuyas charlas me ayudaron a comprender mejor el complejo carácter de Marga d’Andurain.

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Amistades peligrosas

Mi amistad con el mayor Sinclair hizo que algunos oficiales de mente estrecha creyeran que había venido a Palmira para informarme sobre importantes secretos militares y venderlos provechosamente al enemigo.

Le Mari-Passeport

La pequeña ciudad de Haifa, a orillas del Mediterráneo, se asentaba desordenada en las faldas del monte Carmelo. En los callejones cercanos al puerto, el aire olía a una peculiar mezcla de salitre, pescado y especias. Tras la ajetreada y mundana vida social que había llevado desde su llegada a El Cairo, Marga se sentía al fin libre de ataduras familiares y obligaciones. Para ella, amante del sol y el mar, Haifa, con sus casas de fachadas encaladas y sus callejones perfumados por donde deambulaban mujeres con el rostro cubierto por un velo y hombres envueltos en vaporosas túnicas blancas, le pareció el preludio perfecto de su romántica aventura. El mayor W. F. Sinclair recibió a sus invitadas en su hermosa residencia del barrio europeo, situado en las empinadas laderas del Carmelo. A los pies de esta montaña sagrada, donde según la Biblia el profeta Isaías buscó refugio en una gruta para combatir a los seguidores paganos del dios Baal en el siglo IX a. C., se encontraban las villas más elegantes de la ciudad que disfrutaban de unas magníficas vistas sobre la bahía. En esta exclusiva y tranquila zona residencial vivía una reducida colonia europea formada por diplomáticos, funcionarios, hombres de negocios y militares británicos de alto rango. En 1918, durante la ocupación de Palestina, la antigua ciudad de Haifa conquistada por los cruzados a principios del siglo XII y más tarde fortificada por los turcos, fue tomada por los ingleses que no se retirarían hasta treinta años más tarde. Antes de partir, Marga y la baronesa pudieron visitar su próspero y bullicioso puerto, el más importante durante el mandato británico en Palestina, que en los años cuarenta se convertiría en la puerta de entrada de miles de judíos europeos llegados a sus playas en viejos buques huyendo del exterminio nazi.

W. F. Sinclair era un hombre de cuarenta y cinco años —once años mayor que Marga—, alto, moreno, de rostro bronceado y con un cuidado bigote que le daba un aire varonil. Desde el primer instante, a la condesa le pareció un perfecto caballero, atento, educado y siempre pendiente del bienestar de sus invitadas. Sinclair era comandante de policía en Haifa y jefe del Servicio de Inteligencia británico en Palestina con una intachable carrera militar a sus espaldas. Antes de regresar a su hogar en Inglaterra deseaba hacer el tradicional viaje a Tierra Santa y recorrer los escenarios descritos en la Biblia. El oficial y sus acompañantes pusieron rumbo a Jerusalén en el flamante Buick de la baronesa conducido por un chófer árabe y experto mecánico; un lujo indispensable para transitar con seguridad por estas rutas apenas señalizadas que en época de lluvias se convertían en auténticos barrizales. Tenían por delante 131 kilómetros en una tierra salpicada de ruinas de antiguas ciudades romanas o fenicias y de restos de las imponentes fortalezas que levantaron los cruzados cuando emprendieron la conquista de Jerusalén.

A pesar del calor y la monotonía del paisaje, Marga disfrutó de su viaje a Jerusalén. Sinclair parecía encantado con la compañía de esta mujer simpática y rebosante de energía, que hablaba con rapidez un curioso inglés con marcado acento. Madame d’Andurain, vestida siempre de manera coqueta y elegante —con entallados trajes, estolas de piel y originales sombreros—, le resultaba muy seductora, y desde el primer instante trató de agradarle. Marga no pudo encontrar un guía mejor que este veterano oficial, enamorado de Oriente Próximo, que hablaba el árabe a la perfección, montaba a lomos de camello como un experto jinete y sentía una secreta admiración hacia los nómadas beduinos que habitaban el desierto. Hombre erudito y sensible, era un gran conocedor de la historia de la antigua Mesopotamia, cuna de las primeras civilizaciones —asirios, sumerios, babilonios, persas…— que aquí levantaron sus poderosos imperios. Marga encontró en Sinclair una fuente inagotable de información que le resultaría muy útil para comprender la compleja situación política de estos países.

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