Daniel Tubau - No tan elemental
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- Libro:No tan elemental
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2015
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DANIEL TUBAU. Ha trabajado como guionista, director de televisión y profesor de narrativa audiovisual en la Universidad Carlos III, en Universidad Juan Carlos I y en la Escuela de Cine y Audiovisual de Madrid (ECAM). Ha trabajado en productoras como Globo Media y ha escrito guiones o dirigido muchos programas y series de televisión.
Ha publicado cuentos, ensayos y novelas, como Las paradojas del guionista, reglas y excepciones en la práctica del guión, que es un perfecto complemento de El guión del siglo 21; o La verdadera historia de las sociedades secretas, Recuerdos de la era analógica (una antología del futuro), Elogio de la infidelidad, ambos en la editorial Evohé, o Nada es lo que es: el problema de la indentidad, un ensayo que ganó el Premio Ciudad de Valencia en 2009.
Cómo ser Sherlock Holmes
El mejor y el más inteligente de los hombres que he conocido.
John Watson
sobre Sherlock Holmes.
«Según habíamos acordado, nos vimos al día siguiente e inspeccionamos las habitaciones del número 221B de Baker Street, a las que nos habíamos referido en nuestra entrevista. Consistían en dos cómodos dormitorios y un único cuarto de estar, amplio y ventilado, amueblado de manera agradable, y que recibía luz de dos espaciosas ventanas».
BIEN sabemos que hay personas que van a buscar la casa de Sherlock Holmes en Baker Street.
Umberto Eco,
Seis paseos por los bosques narrativos.
El recuerdo más intenso de mi primer viaje a Londres, durante la adolescencia, son los escalones que llevaban al apartamento de Sherlock Holmes. Me sorprendió que estuviera en un sótano, porque sabía que Holmes y Watson vivían en un piso alto, un primero o un segundo. ¿Cómo si no podrían los ojos de águila del detective vigilar a aquel espía que recorría la calle de arriba abajo en «La casa vacía»? También sabía que para llegar a las habitaciones de Holmes no había que bajar, sino subir más escalones que aquellos diez o doce. Todos los holmesianos recordamos el pasaje de Estudio en escarlata en el que el detective reprocha a Watson no haber contado nunca los escalones que llevan a su apartamento compartido. En todas mis casas he contado alguna vez los escalones, como en la que vivo ahora, un quinto piso sin ascensor que me obliga a subir 114 escalones varias veces al día.
En aquel primer viaje a Londres, supuse que esas escaleras llevaban a las habitaciones del servicio, las de la señora Hudson, la amable mujer que cuidaba del detective y su ayudante y que en más de una ocasión colaboró en alguna de sus aventuras. Como es obvio, Holmes ya no vivía allí (¿llegué a preguntarme quién ocupaba sus habitaciones?) y tampoco la señora Hudson ni sus descendientes. El local había sido adquirido por una librería, eso sí, especializada en Sherlock Holmes.
Regresé de Londres con un juego llamado «Detective Consultor», que permitía imitar las hazañas de Holmes y que incluía periódicos y mapas de la época, además de otros recuerdos holmesianos y una cierta decepción. No es que creyera que Sherlock Holmes había existido, pero sí pensaba de alguna manera confusa que Arthur Conan Doyle había elegido una localización real como guarida para su detective. Tiempo después, o quizá fue precisamente en ese viaje a Londres, supe que el 221B de Baker Street nunca había existido, que la calle en tiempos de Holmes, perdón, en tiempos de Conan Doyle, no tenía ese número.
La figura de Sherlock Holmes ha dado origen a todo tipo de interpretaciones, en las que abundan los datos equivocados y la constante mezcla entre realidad y ficción, como esa casa de Baker Street que ni siquiera existía en la época de sus aventuras. Tampoco Watson mencionó la célebre gorra de cazador sino que fue una invención del ilustrador Sidney Paget; si Holmes hubiera podido opinar, lo más probable es que se hubiera sentido tan molesto como el protagonista de la serie de la BBC Sherlock al verse representado con una gorra tan ridícula.
Mi intención en este libro es investigar algunos de los secretos que esconde la personalidad de Sherlock Holmes y que tal vez explican su permanente atractivo, no solo para los aficionados a la novela policiaca, sino para los practicantes de todo tipo de ciencias y disciplinas, que lo consideran uno de sus precursores. A lo largo de la lectura, tendremos ocasión de descubrir cuál era su método o sus métodos, qué era lo que le permitía superar a los policías de Scotland Yard en sus investigaciones y por qué era capaz de ver lo que para cualquier otro permanecía oculto. Muchos lectores quizá no sepan que Sherlock Holmes destacó no en una sino en muchas profesiones, que sus habilidades y destrezas han sido ejemplo para científicos e investigadores de las más diversas disciplinas. Se han escrito decenas de libros y cientos de artículos intentando desvelar las particularidades de este investigador del mundo criminal que era capaz de entenderlo todo o casi todo, pero los expertos no acaban de ponerse de acuerdo en cómo definir su método y, lo que es más importante, cómo parecerse al célebre detective. Yo mismo me puse a reunir las pistas que llevan a la solución de este misterio hace ya muchos años y en este libro ofrezco algunas respuestas que quizá nos permitan entender mejor la singularidad de Sherlock Holmes. Espero, por tanto, que No tan elemental resulte revelador y estimulante para cualquier lector, experto o no en Sherlock Holmes, pues es fruto de una intensa investigación que va más allá de los lugares comunes habituales. Confío, también, en que resulte tan entretenido y sorprendente como las aventuras que Watson tuvo el privilegio de vivir junto a Holmes.
El atuendo holmesiano que Sidney Paget imaginó para Sherlock Holmes en la aventura «El misterio del valle de Boscombe».
PRIMERA PARTE
Sherlock Holmes en su laboratorio casero examinando unos lentes sospechosos. (Ilustración de Frederic Dorr Steele para la aventura de «Las gafas de oro»).
Si preguntamos a cualquier persona cuál es la profesión de Sherlock Holmes, seguro que nos responderá que era detective. ¿Acaso no sabe todo el mundo que Holmes es el más célebre de cuantos detectives han existido? Muchas personas dirían sin dudarlo que fue él quien inventó esa actividad. Sin embargo, la verdad es que Sherlock Holmes no inventó la profesión y él mismo ni siquiera se consideraba detective, al menos no un detective como los demás.
Cuando Watson conoce a Sherlock Holmes, se pregunta a qué se dedica, pero no consigue encontrar una profesión en la que se necesiten los dispersos conocimientos que parece poseer aquel extraño joven. El misterio aumenta cuando observa que su amigo recibe en la casa de Baker Street a todo tipo de personas y que le pide que le deje usar la sala común: «Me es indispensable servirme de esta habitación como oficina de negocios, y estas personas son clientes míos». ¿Qué tipo de clientes?, se pregunta Watson, sin atreverse a pedir una explicación a Holmes. La respuesta a sus inquietudes viene de manera inesperada cuando lee en una revista un artículo que se titula «El libro de la vida», en el que el autor describe la llamada «ciencia de la deducción» y asegura que alguien bien entrenado en la observación sería capaz de deducir la profesión de cualquier persona. Watson señala a Holmes lo presuntuoso de tal aseveración y califica todas esas teorías de ciencia de salón: «Me gustaría ver encerrado al autor en un vagón de metro y que le pidieran que fuese diciendo las profesiones de cada uno de sus compañeros de viaje. Yo apostaría mil por uno en su contra». La sorprendente respuesta de su compañero de piso es: «Perdería usted el dinero. En cuanto al artículo, lo escribí yo mismo». Holmes explica entonces que, gracias a su dominio de la observación y la deducción, le es posible ganarse la vida de manera respetable. Acto seguido, sin necesidad de ninguna pregunta más, Holmes le revela su misterioso oficio: «Tengo una profesión propia. Me imagino que soy el único en el mundo que la profesa. Soy detective consultor, y usted verá si entiende lo que significa».
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