Prólogo
Pasado (1901), de unificar todas las organizaciones socialdemócratas rusas en el extranjero (4). Era natural que esperase los resultados de esta tentativa que, de haber tenido éxito, tal vez se hubiese requerido exponer las concepciones de Iskra en materia de organización desde un punto de vista algo distinto; en todo caso, este éxito prometía acabar muy pronto con la existencia de dos corrientes la socialdemocracia rusa. El lector sabe que el intento fracasó y que, como procuramos demostrar a continuación, no podía terminar de otro modo después del nuevo viraje de Rabócheie Dielo (5), en su número 10, hacia el "economismo". Ha sido absolutamente necesario emprender una enérgica lucha contra esta tendencia imprecisa y poco definida, pero, en cambio, tanto más persistente y capaz de resurgir en formas diversas. De acuerdo con ello, ha cambiado y se ha ampliado en grado muy considerable en plan inicial del folleto.
Debían haber sido su tema principal los tres problemas planteados en el artículo ¿Por dónde empezar?, a saber: el carácter y el contenido principal de nuestra agitación política, nuestras tareas de organización y el plan de crear, simultáneamente y en distintas partes, una organización combativa de toda Rusia. Estos problemas interesan desde hace mucho al autor, quien trató ya de plantarlos en Rabóchaya Gazeta (6) durante una de las tentativas infructuosas de reanudar su publicación (véase el cap. V). Dos razones han hecho irrealizable por completo nuestro primer propósito de circunscribirnos en este folleto al examen de los tres problemas mencionados y de exponer nuestras ideas, en la medida de lo posible de manera afirmativa, sin recurrir o casi sin recurrir a la polémica. Por una parte, el "economismo" ha resultado más vivaz de lo que suponíamos (empleamos la palabra "economismo" en su sentido amplio, como se explicó en el número 12 de Iskra (diciembre de 1901), en el artículo Conversación con los defensores del economismo, que trazó, por decirlo así, un esbozo del folleto** que ofrecemos a la atención del lector). Ha llegado a ser indudable que las distintas opiniones sobre el modo de resolver estos tres problemas se explican mucho más por una oposición radical entre las dos tendencias de la soicaldemocracia rusa que por divergencias de detalle. Por otra parte, la perplejidad de los "economistas" al ver que Iskra sostenía de hecho nuestras concepciones ha evidenciado que hablamos a menudo en lenguajes literalmente distintos; que, debido a ello, no podemos llegar a ningún acuerdo sin comenzar ab ovo***; que es necesario intentar "explicarnos" sistemáticamente con todos los "economistas" en la forma más popular posible y basándonos en el mayor número posible de ejemplos concretos sobre todos los puntos cardinales de nuestras discrepancias. Y me he decidido a hacer esta tentativa de "explicarnos" con plena conciencia de que ello va a aumentar muchísimo el volumen del folleto y a retardar su aparición; pero no he visto ninguna otra posibilidad de cumplir la promesa hecha en el artículo ¿Por dónde empezar? Así pues, a las disculpas por la tardanza he de añadir las excusas por los inmensos defectos del folleto en lo que a su forma literaria se refiere: he tenido que trabajar con una precipitación extrema y, además, prestar atención a otras muchas ocupaciones.
El examen de los tres problemas indicados sigue constituyendo el tema principal del folleto. Pero he tenido que comenzar por dos problemas de carácter más general: ¿por qué la consigna de "libertad de crítica", tan "inocente" y "natural", es para nosotros una verdadera llamada al combate?; ¿por qué no podemos llegar a un acuerdo ni siquiera en el problema fundamental del papel de la socialdemocracia en relación al movimiento espontáneo de masas? Luego expongo las opiniones acerca del carácter y el contenido de la agitación política, exposición que se ha convertido en un esclarecimiento de la diferencia entre la política tradeunionista y la socialdemócrata, en tanto que la exposición de los puntos de vista sobre las tareas de organización se ha transformado en un esclarecimiento de la diferencia entre los métodos primitivos de trabajo, que satisfacen a los "economistas", y la organización de revolucionarios, que consideramos indispensable. Después insisto en el "plan" de un periódico político para toda Rusia, tanto más que las objeciones hechas contra él carecen de fundamento y que no se ha dado una respuesta a fondo a la pregunta hecha en ¿Por dónde empezar? De cómo podríamos emprender simultáneamente en todas partes la formación de la organización que necesitamos. Por último, en la parte final del folleto espero demostrar que hemos hecho cuanto dependía de nosotros para prevenir una ruptura decisiva con los "economistas", ruptura que, sin embargo, ha resultado inevitable; que Rabócheie Dielo ha adquirido una significación particular, y se quiere "histórica", por haber expresado de la manera más completa y con el mayor relieve no el "economismo" consecuente, sino más bien la dispersión y las vacilaciones que han constituido el rasgo distintivo de todo un período de la historia de la socialdemocracia rusa; que por eso adquiere también importancia la polémica, demasiado detallada a primera vista, con Rabócheie Dielo, pues no podemos avanzar sin superar definitivamente este período.
Febrero de 1902
N. Lenin
Engels sobre la importancia de la lucha teórica
"Dogmatismo, doctrinarismo", "anquilosamiento del partido, castigo ineludible por las trabas impuestas al pensamiento": tales son los enemigos contra los cuales arremeten caballerescamente en Rab. Dielo los paladines de la "libertad de crítica". Nos alegra mucho que se haya suscitado esta cuestión, y sólo propondríamos completarla con otra:
¿Y quiénes serán los árbitros?
Tenemos a la vista los anuncios de dos publicaciones. Uno es el programa de "Rabócheie Dielo", órgano de prensa de la Unión de Socialdemócratas Rusos (separata del núm. 1, de R. D.). El otro, es el Anuncio sobre la reanudación de las publicaciones del grupo Emancipación del Trabajo (42). Ambos están fechados en 1899, cuando la "crisis del marxismo" estaba planteada a la orden del día desde hacía ya mucho tiempo. ¿Y bien? En vano buscaríamos en el primero de dichos documentos una alusión a este fenómeno y una exposición definida de la actitud que el nuevo órgano piensa adoptar ante él. Ni en este programa ni en los suplementos del mismo, aprobados por el III Congreso de la Unión en 1901 (43) (Dos congresos, pág. 15-18), se dice una sola palabra de la labor teórica ni de sus tareas inmediatas en el momento actual.
Durante todo este tiempo, la redacción de R. Dielo ha dado de lado los problemas teóricos, a pesar de que preocupaban a todos los socialdemócratas del mundo entero.
Por el contrario, el otro anuncio señala, ante todo, que en los últimos años ha decaído el interés por la teoría, reclama con insistencia que se preste una "atención vigilante al aspecto teórico del movimiento revolucionario del proletariado" y llama a "criticar implacablemente las tendencias bernsteinianas y otras tendencias antirrevolucionarias" en nuestro movimiento. Los números aparecidos de Zariá muestran cómo se ha cumplido este programa.
Vemos, pues, que las frases altisonantes contra el anquilosamiento de la idea, etc., encubren la despreocupación y la impotencia en el desarrollo del pensamiento teórico. El ejemplo de los socialdemócratas rusos ilustra con particular evidencia un fenómeno europeo general (señalado también hace ya mucho por los marxistas alemanes): la famosa libertad de crítica no significa sustituir una teoría con otra, sino liberarse de toda teoría íntegra y meditada, significa eclecticismo y falta de principios. Quien conozca por poco que sea el estado efectivo de nuestro movimiento, verá forzosamente que la vasta difusión del marxismo, ha ido acompañada de cierto menosprecio del nivel teórico. Son muchas las personas muy poco preparadas, e incluso sin preparación teórica alguna, que se han adherido al movimiento por su significación práctica y sus éxitos prácticos. Este hecho permite juzgar cuán grande es la falta de tacto de R. Dielo al lanzar con aire triunfal la sentencia de Marx: "cada paso del movimiento efectivo es más importante que una docena de programas". Repetir estas palabras en una época de dispersión teórica es exactamente lo mismo que gritar al paso de un entierro: "¡Ojalá tengáis siempre uno que llevar!" Además, estas palabras de Marx han sido tomadas de su carta sobre el Programa de Gotha (44), en la cual censura duramente el eclecticismo en que se incurrió al formular los principios: si hace falta unirse -escribía Marx a los dirigentes del partido - , pactad acuerdos para alcanzar los objetivos prácticos del movimiento, pero no trafiquéis con los principios, no hagáis "concesiones" teóricas. Tal era el pensamiento de Marx, ¡pero resulta que entre nosotros hay gente que en nombre de Marx trata de aminorar la importancia de la teoría!