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Dubravka Ugrešić - No hay nadie en casa

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Dubravka Ugrešić No hay nadie en casa
  • Libro:
    No hay nadie en casa
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2005
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No hay nadie en casa: resumen, descripción y anotación

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NOTA DE LA AUTORA

Cada época tiene sus reglas de buena conducta. Los buenos modales actuales nos imponen ser políticamente correctos, no entrar en conflictos, ser tolerantes y no juzgar a la ligera a alguien o algo. Ser judgemental —ser sentencioso— se considera hoy día uno de los rasgos más desagradables del carácter humano. En la actualidad está muy extendida la opinión de que el optimista es una buena persona. El pesimismo se considera una de las peores debilidades, incluso hurgarse en la nariz en lugares públicos es más aceptable que el pesimismo público. El pesimismo y el fumar van juntos: tanto lo uno como lo otro contaminan el ambiente. Todo estaría bien si lo denominado políticamente correcto no fuera en la mayoría de los casos una máscara para justificar la hipocresía humana, el rechazo a los conflictos para justificar la cobardía, la tolerancia para justificar la indiferencia, la falta de crítica para la adulación, y el optimismo para la lealtad en cualquier situación y en cualquier sistema. Vivimos en tiempos que nos obligan a comportarnos como si viviéramos en el paraíso. Evidentemente, el mundo en el que vivimos no es un paraíso. Este libro va en contra de las reglas de la buena conducta: gruñe.

Cada vez atraen más mi mirada los «locos», los desequilibrados paseantes que hablan solos, gritan, pelean con alguien invisible, gruñen, refunfuñan, rumian, protestan. Esta gente nunca mendiga, al contrario, parece que no nos advierte. Ellos simplemente andan por el mundo y gruñen. Cuando los veo en la calle, me embarga el pensamiento poético de que estos «locos» escriben en el aire unas hojas de reclamación enormes e invisibles. Ser Escritor tiene también algunas ventajas: puede uno gruñir públicamente, es más, a veces algún periódico te ofrece un pequeño espacio y un insignificante honorario para gruñir. Ese espacio se denomina columna.

Escribí la gran mayoría de los artículos cortos (feuilletons) de la primera parte del libro entre 1998 y 2000, como una columna mensual para el periódico suizo Die Weltwoche. Los redactores jefes me pusieron sólo una condición: que la columna no sobrepasara las ochocientas palabras. El feuilleton es un género periodístico específico, un ejercicio en la disciplina de la brevedad, una suerte de diario obligado. Muchos de los temas pequeños, pasajeros, nunca los hubiera puesto en papel sin la dulce obligación del encargo periodístico. Menciono todo esto porque supongo que a algunos lectores les confundirá el carácter fragmentario y la brevedad de estos textos. Los lectores no deberían contar las palabras (admito que en muchas ocasiones hice trampa y escribí alguna palabra más), sino valorar si he utilizado bien mis ochocientas palabras.

También algunos de los ensayos más largos en los otros capítulos del libro son una suerte de encargos literarios. El ensayo «¿Qué es europeo en la literatura europea?», por ejemplo, forma parte de un proyecto editorial en el que una treintena de escritores europeos expusieron sus reflexiones sobre el tema. Escribí el ensayo «Europa, Europa» en el tren en el que viajé junto con un centenar de escritores de toda Europa durante cuarenta y cinco días por el continente. El ensayo «La coartada de la diversidad cultural o: how I got the picture» fue escrito para el número especial del periódico Neue Züricher Zeitung dedicado a los «problemáticos» exiliados de la antigua Yugoslavia que viven en Suiza. El ensayo «Ámsterdam, Ámsterdam» fue publicado en neerlandés como un pequeño librito aparte.

Los ensayos del libro siguen más o menos la cronología de su aparición, pero no siempre. El ritmo temático me importó más que el cronológico, por lo que en el último momento he incluido en la edición española los ensayos más recientes que escribo como columna mensual para el periódico Gazeta Wyborcza. Los ensayos del capítulo cuarto del libro nacieron entre 2007 y 2008. Y mientras escribo esta nota, delante de mí se encuentra un ensayo que debo acabar y enviar a la Gazeta. En resumidas cuentas, aquí sólo termina el libro, pero la columna sigue, lo que supone una experiencia completamente distinta a escribir una novela, por ejemplo.

Y una cosa más. El lector se preguntará por qué he acompañado mi libro con tantas citas de la novela de Ilf & Petrov El becerro de oro. He aquí el porqué. Considero que cada escritor o escritora debería pagar una suerte de «impuesto» literario simbólico. Porque ser escritor no se puede incluir entre las profesiones más humildes del mundo. Por eso en casi todos mis libros se pueden encontrar referencias literarias. Éste fue uno de los modos de pagar un impuesto simbólico y recordar a los lectores el hecho de que la literatura es un gran sistema cultural. Si la estructura del género elegido o del propio libro no permite una forma más sutil de honrar a los antepasados literarios o a los autores contemporáneos, como es el caso de esta obra, entonces suelo utilizar citas. Y lo hago con la esperanza de que el lector irá en busca de libros injustamente olvidados o infravalorados. Uno de estos es el libro El becerro de oro de Ilf & Petrov.

Ámsterdam, marzo de 2008

I

El muro ha caído. Ha caído sobre todos los hombres, sobre todos nosotros.

Comentador anónimo

—¿Se cae? —preguntó Ujudshanski, asomándose por la ventana con el periódico en la mano.

—¿Es que esto es una caída? —dijo con desprecio el fotógrafo—. ¡Si hubiera usted visto cómo me caí de la montaña rusa en el Parque de Atracciones!

El becerro de oro, ILF & PETROV

II

—¡Que se vaya al diablo! —dijo Ostap con una cólera inesperada—. Todo eso es una invención, no hay ningún Río de Janeiro, ni hay América, ni hay Europa, no hay nada. La última ciudad es Shepetovka, contra la que rompen las olas del océano Atlántico.

El becerro de oro, ILF & PETROV

III

—¿Escribe? —preguntó con indolencia Ujudshanski.

El becerro de oro, ILF & PETROV

¿QUÉ ES EUROPEO EN LA LITERATURA EUROPEA?

LA LITERATURA EUROPEA COMO EL FESTIVAL DE EUROVISIÓN

El concepto de las literaturas europeas —que habitualmente manejan los políticos, gestores culturales, editores, las anticuadas cátedras universitarias, y a menudo los propios escritores de la Unión Europea— no se diferencia mucho del Festival de Eurovisión.

Eurovisión es el punto más caliente de la unión mental de Europa; es un grandioso (grandioso al European style) desfile del kitsch musical europeo. A decir verdad, mucho más que la música pop lo que sirve de entretenimiento son otras cosas, como pueden serlo los atuendos («¡Este año los mejor vestidos eran los chipriotas!») o las espectaculares actuaciones («¡Los irlandeses han llenado este año el escenario de tanto humo que casi provocan un incendio!»). También hace gracia la manera de votar. («Croatia, ten points! Belgium, two points!»), y las postales televisivas de los distintos países, así como las emocionantes conexiones con los estudios en Talin y Dublín; igualmente hace gracia la «política» y su transparencia («Estaba claro, los croatas han dado el mayor número de puntos a los eslovenos, y los eslovenos a los croatas»); y la participación de los nuevos representantes europeos («¡Fíjate, este año tenemos a los bosniacos!»). Y en lo que a la música respecta, de los turcos se espera que incorporen un poco de kitsch musical oriental, de los suecos que repitan el éxito de ABBA. El mayor espectáculo televisivo europeo tiene también su aspecto educativo (el televidente aprende los nombres de nuevos Estados: Letonia, Estonia, Lituania), su función político-ideológica («¡De acuerdo, hemos aceptado a los estonios, pero a los turcos no, bastante es que canten con nosotros!»); y de paso, por supuesto, trae pingües beneficios económicos. A veces se producen excesos, como Diva («¡Viva la Diva!»), el transexual israelí, pero dentro del

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