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Claude Lévi-Strauss - Elogio de la antropología

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Claude Lévi-Strauss Elogio de la antropología

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En Elogio de la antropología título con el que publicamos la lección inaugural - photo 1

En Elogio de la antropología, título con el que publicamos la lección inaugural adoptando el criterio de Caruso, se podrá encontrar las razones de fondo que explican el renacimiento actual de la antropología. Las relaciones entre estructuralismo e historicismo; la crítica de la explicación en el campo de las ciencias físicas como distinta de la explicación en el campo de las ciencias humanas; el estudio de los signos y de los símbolos realizado sin abandonar la realidad; la naturaleza, el significado y la función de los modelos; la relación entre subjetivo y objetivo; el problema de la invariancia, que en antropología aparece como problema «de la universalidad de la naturaleza humana»; el drama de la oposición entre sociedad primitiva e irrupción de la historia; la función de este drama en el que para Lévi-Strauss se revela la posibilidad de la permanencia, el germen de una visión no alienada de la sociedad y que obliga a la antropología «a ampliar progresivamente su objeto de estudio, hasta incluir la totalidad de las ciencias humanas»: he aquí el conjunto de problemas analizados en estas breves pero deslumbrantes páginas del autor de El pensamiento salvaje.

Claude Lévi-Strauss Elogio de la antropología ePub r10 Titivillus 290917 - photo 2

Claude Lévi-Strauss

Elogio de la antropología

ePub r1.0

Titivillus 29.09.17

Claude Lévi-Strauss, 1965

Traducción: Carlos Rafael Giordano

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

RAYMOND BELLOUR ENTREVISTA A CLAUDE LÉVI-STRAUSS Raymond Bellour Cómo sitúa - photo 3

RAYMOND BELLOUR

ENTREVISTA A CLAUDE LÉVI-STRAUSS

Raymond Bellour: ¿Cómo sitúa usted esta investigación, que iniciada con el título de Mitológicas e inaugurada con Lo crudo y lo cocido continúa actualmente con De la miel a las cenizas antes de seguir en los dos próximos volúmenes?

Claude Lévi-Strauss: Como en todo lo que he intentado hacer se trata también aquí de comprender de qué manera funciona el espíritu de los hombres. Elegí estudiar la mitología sudamericana por diversas razones. En primer lugar porque la conozco. Luego porque la creo muy bella y conviene hacerla accesible e interpretarla. Finalmente, elegí este problema porque muy a menudo se ha creído que el hombre se dejaba llevar a la mitología por su fantasía creadora, y que ella surgía, así, de lo arbitrario. Ahora bien, si en este dominio, que ofrece un carácter limitado, se logra demostrar que existe algo que se asemeja a las leyes, se podrá concluir diciendo que ellas también existen en otras partes, y tal vez en todas partes.

R. B.: Supongo que la limitación de su campo de estudio está estrechamente ligada a la intención inductiva de su propósito.

C. L.-S.: Era necesario evitar los antiguos abusos de la mitología comparada, la cual se contentaba con analogías superficiales para comparar cualquier tipo de cosas. Yo he querido hacer un análisis en profundidad de un dominio amplio pero limitado, en el que se puede postular y probar, además de las semejanzas propias del pensamiento mitológico, que existe una red de relaciones profundas, históricas y geográficas, que están por debajo de las analogías. Pero si el método vale algo nos permitirá también alcanzar los basamentos que desbordan el cuadro sudamericano y acceder a una experiencia general.

R. B.: ¿Qué entiende usted por esto?

C. L.-S.: Una experiencia sensible que el hombre puede adquirir de los mecanismos de su pensamiento. La mitología es una de las maneras por la cual se lo puede intentar, pero no es la única. Yo iría aún más lejos: si el método que intento aplicar es válido en mitología, tendrá que ser utilizable para otras formas de actividad del espíritu humano como la poesía, la música y la pintura. La mitología representa un caso privilegiado a causa de las condiciones mismas de su transmisión y de su recepción. Sin duda, todo mito nace de un relato hecho un día por primera vez y por alguien. Pero éste es un problema que podemos dejar de formularnos, ya que, una vez nacidos, los mitos no provienen de ninguna parte y se los repite como se cree haberlos entendido.

R. B.: Cuando se consideran sus libros, —este libro más bien, puesto que estamos en presencia de una variante que continúa los anteriores— una de las primeras preguntas que surgen al espíritu es ésta: ¿de dónde proviene el texto de los mitos que se encuentran en ellos y qué parte toma el autor en esta narración directa que constituye para el lector el primer nivel de aproximación?

C. L.-S.: Los mitos son, en general, bastante largos. Muchos han sido recogidos en el texto indígena y traducidos mediante la ayuda de informantes. El relato a veces está lleno de repeticiones, se pierde, hay toda clase de accidentes. Lo ideal hubiera sido restituir los textos en su totalidad, pero se habría llegado a libros de varios miles de páginas, vale decir, en el límite de lo legible. Era necesario resumir, pero sin perder información. He debido aprender esta gimnasia: es un ejercicio intelectual de gran dificultad pero que presta servicio, ya que es en el transcurso de un trabajo como éste donde se llega a distinguir mejor lo que es esencial de lo que no lo es. Las partes del libro que parecen provenir de la recopilación me han demandado un trabajo más intenso que aquellas partes en las que hablo en mi nombre.

R. B.: Se comprende, ya que la pasión que se experimenta al leer los mitos debe resultar en gran parte de esta operación de lectura-escritura, esta pre-interpretación que da la primera medida de su relación con el mito.

C. L.-S.: Leo los mitos con regocijo. Cuando pienso en los grandes antecesores como Frazer o Lévy-Bruhl, quienes consideraban este contacto íntimo con la materia del mito como la parte más ingrata del trabajo, me parece que ha habido una transformación total de la etnología. Pienso que en gran parte es debida al surrealismo. Dicho esto, yo no intento escribir como un literato, más bien trato de poner en equilibrio este montón inestable de mitos.

R. B.: Pero es este gran esfuerzo el que permite una arquitectura asombrosamente equilibrada entre el mito y el comentario que lo aclara, el relato de su interpretación.

C. L.-S.: Esto forma parte de la concepción musical que me hago de los mitos, del contraste que he querido constantemente respetar entre las «arias», los «recitados», los «intermedios»…

R. B.: Esta doble voluntad, de arte y de verdad, multiplica la impresión que se experimenta ante el conjunto; uno se pregunta —aunque en el libro se lo muestra claramente— ¿cómo llega usted a establecer una especie de constricción absoluta sobre un dominio arbitrario y a penetrar, hasta dominarla, esa materia multiforme?

C. L.-S.: Hice diez años de cursos y seminarios sobre el análisis de los mitos antes de comenzar Lo crudo y lo cocido. He intentado abordar los mitos de diversas maneras y fue en el curso de esos tanteos, después de un número considerable de esbozos orales, que poco a poco fue desprendiéndose una cierta arquitectura. En cuanto a la composición, ella se expande siempre simultáneamente en varias dimensiones. La razón por la cual parto de un mito y no del otro es muy subjetiva. A partir de lo cual, como un pulpo, el análisis lanza sus tentáculos en las direcciones más diversas. El mito se encuentra en primer lugar alimentado por una documentación etnográfica que se encarna en una experiencia vivida. Pero después que se ha ligado un mito particular a una experiencia local, se busca ligarlo también a otros mitos, mientras se tenga la intuición de ciertas estructuras comunes. A partir de allí, el primer momento recomienza en todas las poblaciones por las cuales se han movilizado los mitos. Se desprende un cierto número de propiedades del cuerpo mítico. Entonces se retoma todo desde el principio, se filtra la materia mítica, se recoge precisamente todo eso que había quedado en la criba de la interpretación. Se repiten estas operaciones varias veces seguidas hasta que uno se da cuenta de todo lo que hay en el mito. El procedimiento evoca un poco el de la formación de los cristales en un líquido saturado: de una rama emergen ramitas perpendiculares, después otras, perpendiculares a las primeras, hasta que una especie de árbol se desarrolla en diversas direcciones. Cuando todo cuaja se tiene la impresión de haber llegado al final de lo que podíamos hacer. La operación no surge de un plan premeditado: los mitos se reconstruyen a sí mismos por mi intermedio. Trato de ser el lugar por donde los mitos pasan.

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