Roman Rosdolsky - Génesis y estructura de El Capital de Marx
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- Libro:Génesis y estructura de El Capital de Marx
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:1968
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Génesis y estructura de El Capital de Marx: resumen, descripción y anotación
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El nombre de Roman Rosdolsky está asociado a la publicación de los Grundrisse de Marx, por él descubiertos en 1948 en una biblioteca norteamericana, en donde se encontraba uno de los raros ejemplares disponibles en esa época en el mundo occidental. Desde entonces consagra gran parte de su tiempo a estudiarlo minuciosamente y a redactar los resultados de esa lectura con la intención de hacer conocer aquellos aspectos del pensamiento de Marx que lecturas esclerosadas de El capital habían mantenido ocultos. Para Rosdolsky los Grundrisse introducen en «el laboratorio económico de Marx y ponen al descubierto todas las sutilezas y todos los intrincados senderos de su metodología». Su lenguaje, aparentemente más «filosófico» que el de El capital, ha contribuido a que su lectura y comprensión se tornen más «difíciles». Pero si ésta es en parte la razón por la que numerosos economistas y los «marxistas ortodoxos» recibieron con indiferencia la publicación de esta obra, más lo es la negativa a una reflexión sistemática acerca de la naturaleza del objeto de la economía política marxista, supuesto, implícitamente, idéntico al de la economía burguesa.
Lenin decía que para comprender El capital era necesario estudiar y comprender la lógica de Hegel. Pero desde la aparición de los Grundrisse, dice Rosdolsky, «ya no es necesario apurar ese trago amargo», pues «se puede lograr el mismo objetivo por la vía directa mediante el estudio de los Grundrisse». Más todavía, sin la más amplia asimilación de las nociones contenidas en esta obra, ya no es posible ningún progreso en el terreno de la economía marxista.
Es cierto. Muchas de las dificultades de interpretación del complejo edificio teórico de El capital y de su estructura, muchas de las polémicas sobre las presuntas contradicciones internas tienen su origen en una insuficiente consideración de la específica metodología marxiana, a su vez vinculada al uso de la dialéctica —debidamente «puesta sobre sus pies»— de Hegel. La misma historia genética de El capital deberá afrontar el estudio de los fenómenos económicos en su carácter «concreto» después de haberlos captado en su máxima abstracción.
Reconstruir este método, y seguir su aplicación desde los Grundrisse hasta El capital, permite esclarecer problemas teóricos durante largo tiempo controvertidos o, peor aún, deformados por el marxismo «académico» antiguo o reciente.
En este denso y documentadísimo volumen, rico de implicaciones políticas no menos que de elucidaciones doctrinarias, Rosdolsky sigue el desarrollo del plan originario de la obra de Marx hasta su estructura definitiva, afrontando en cada caso los temas característicos de la indagación marxiana: desde la primera formulación de la teoría del dinero al análisis del proceso de producción y a los capítulos sobre la circulación del capital y sobre la ganancia e interés.
En todo el volumen, y particularmente en los capítulos conclusivos, Rosdolsky suministra el cuadro del debate en torno a la obra marxiana y a sus temas singulares: la reseña alude a Tugán-Baranovski, Hilferding, Lenin y Rosa Luxemburg, en lo que atañe a la polémica sobre los esquemas de reproducción, a Böhm-Bawerk y, finalmente, a los más modernos intérpretes de Marx, como Joan Robinson y Sweezy.
Roman Rosdolsky
(Estudios sobre los Grundisse)
ePub r1.0
Titivillus 12.08.15
Título original: Zur Entslehungsgeschichtie des Marxhen «Capital»
Roman Rosdolsky, 1968
Traducción: León Mames
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
[11]
Cuando, en 1948, el autor de este trabajo tuvo la fortuna de poder ver uno de los entonces rarísimos ejemplares de los Grundrisse de Marx, comprendió claramente de inmediato que se trataba de una obra fundamental para la teoría marxiana, pero que por su forma peculiar y en parte por su lenguaje, de ardua comprensión, era difícilmente apropiada para penetrar en vastos círculos de lectores. De ahí su decisión de, por una parte, «comentar» la obra y, por la otra, de aprovechar científicamente algunos de los nuevos descubrimientos allí contenidos. El primer propósito (al que sirven sobre todo las, partes II-VI de este trabajo) creó la necesidad de reproducir las ideas más importantes de los Grundrisse, en lo posible con las palabras del propio Marx; el segundo objetivo exigía digresiones minuciosas, que se situaron en su mayoría en la primera parte, que inicia esta obra, y en la séptima, que le da término.
Para la confección de su trabajo, el autor debió luchar contra innumerables dificultades. Las bibliotecas de la ciudad en la que vive sólo contienen escasísimas obras socialistas en alemán, ruso o francés. (Y ni hablar de publicaciones tan imprescindibles como la Neue Zeit de Kautsky y otros.) Por ello se vio obligado a limitarse mayormente a los pocos libros de su propiedad, lo que a menudo, como es natural, le hizo desesperar de la viabilidad de sus objetivos. Pero eso no es todo. Cuanto más penetraba en el tema, tanto más claramente comprendía el autor que sólo habría de rozar el problema más importante y teóricamente más interesante que ofrecen los Grundrisse, sin poderlo tratar con mayor profundidad. Y ese problema es la relación entre la obra marxiana y Hegel, y, en especial, con la Lógica de este autor.
Por cierto que no existe problema de la teoría económica de Marx que haya sido más descuidado que el de su método en general, y el de su relación con Hegel en particular. Lo que puede leerse últimamente al respecto son, en su mayoría, lugares comunes que, para decirlo con palabras de Marx, sólo revelan el «interés enorme por el tema» propio [12] de los autores y atestiguan una total indiferencia con relación al método de Marx. ¿Qué podría decirse, por ejemplo, de un psicólogo teórico que sólo se interesase por los resultados logrados por Sigmund Freud, pero que rechazara por improcedente y hasta por «metafísico» el problema de la manera en que arribó Freud a dichos resultados? Todo cuanto podría dedicársele sería —y con razón— un mero encogimiento de hombros. ¡Pero precisamente ésa es la manera en que la mayor parte de los actuales críticos y «conocedores» de Marx emiten juicios acerca de su edificio teórico-económico! Una de dos: o se niegan en absoluto a hablar del método dialéctico de Marx, ya que (tal como cuadra a los partidarios de la «teoría moderna») están en contra de toda metafísica (lo cual tiene, por añadidura, la ventaja de que de ese modo pueden ahorrarse el verdadero estudio de este método), o bien se limitan a un par de frases bienintencionadas, que mejor hubiesen hecho en omitir. Esto vale incluso para un crítico de Marx tan destacado como Joseph A. Schumpeter.
En una de sus últimas obras afirma que pese a que el autor de Das Kapital [El capital] era un neohegeliano, sería «un error y una injusticia respecto a la capacidad científica de Marx» convertir a ese elemento filosófico «en la clave fundamental de su sistema». Es verdad que Marx «se mantuvo fiel a su primer amor durante toda su vida. Se complacía en ciertas analogías formales, tales como las que pueden hallarse entre su argumentación y la de Hegel. Le gustaba rendir testimonio de su hegelianismo y emplear el lenguaje hegeliano. Pero eso es todo. En ninguna parte traicionó la ciencia positiva en beneficio de la metafísica»
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