Titus Burckhardt - Símbolos
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- Libro:Símbolos
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- Año:1980
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Nueve ensayos de interpretación simbólica a cargo del crítico e historiador de arte suizo Titus Burckhardt.
Titus Burckhardt
ePub r1.0
Titivillus 05.04.17
Título original: Symboles: Recueil d’Essais
Titus Burckhardt, 1980
Traducción: Francesc Gutiérrez
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
[1] Especialmente entre los musulmanes de Java y África negra. La máscara existe también entre los bereberes del África del Norte, donde toma un carácter carnavalesco.
[2] En los pueblos germánicos se encuentra la máscara grotesca –de carácter “apotropeico”, utilizada sobre todo durante las mascaradas solsticiales- y la feérica, al igual que la heroica, que también existe en el folklore español.
[3] Se ha hecho derivar persona de personare, “sonar a través” –siendo literalmente la máscara, portavoz de la Esencia cósmica que se manifiesta por ella-, pero esta etimología parece ser dudosa, conforme a Littré, por razones fonéticas; no deja de tener, aún en ese caso, cierto valor desde el punto de vista de las coincidencias significativas –las cuales no son precisamente “azares”- en el sentido del nirukta hindú.
[4] Pensamos en el hecho de que un dios secundario puede “usurpar” ocasionalmente el papel supremo.
[5] En el esoterismo musulmán, por ejemplo, los dioses múltiples de los politeístas suelen compararse a nombres divinos; el paganismo, o el politeísmo en el sentido restrictivo del término, corresponden entonces a una confusión entre el “nombre” y lo “nombrado”.
[6] Lo mismo sucede con la concepción de la máscara en la mayoría de los pueblos africanos: el escultor de una máscara sagrada ha de someterse a una cierta ascesis. Cf., Jean-Louis Bédouin, Les Masques (Les Presses Universitaires, París, 1961).
[7] Las máscaras terapéuticas de los iroqueses –llamadas False Faces, “falsas caras”- son un ejemplo bien conocido y típico de la función de que se trata; por otra parte, recuerdan extrañamente ciertas máscaras populares de los países alpinos.
[8] Cf. Ananda K. Coomaraswamy: The Face of Glory, y también nuestro libro Principes et Méthodes de l’Art sacré, p. 55.
[9] Quizá las imágenes egipcias de los dioses con cuerpo de hombre y cabeza de animal deriven del uso ritual de la máscara. Dichos dioses corresponden a ángeles; pues bien, según Santo Tomás, cada ángel ocupa el grado de una especie entera.
[10] Cf. Jean-Louis Bédouin, ob. cit., p. 89 ss.
[11] Cf. René Guénon, L’Erreur spirite, cap. VII.
[12] En el ajedrez oriental, esta pieza no es una “reina”, sino un “consejero” o “ministro” del rey (en árabe mudabbi o wezir, en persa fersan o fars). La denominación “reina”, en el juego occidental, parece deberse a una confusión entre el término persa fersan, que en castellano se convirtió en alferza, y el antiguo francés fierce o fierge, “virgen”. Sea lo que fuere, la atribución de tan predominante papel a la “dama” del rey bien corresponde a la mentalidad caballeresca. Es significativo, por lo demás, que el ajedrez haya sido transmitido a Occidente por la corriente arabo-persa, que también transmitió el arte heráldico y las principales reglas de la caballería.
[13] Al principio, esta pieza era un elefante (en árabe al-fil) que llevaba una torre fortificada. La representación esquemática de una cabeza de elefante, en manuscritos medievales, pudo ser tomada por un birrete de bufón o una mitra: en francés la pieza se llama fou, “bufón”, y en inglés bishop, “obispo”; en alemán se le llama Läufer, “corredor”.
[14] [Nota del trad.: El autor se refiere varias veces a lo largo de este capítulo a artículos suyos, publicados anteriormente en la revista Etudes Traditionnelles, titulados Le Temple, corps de l’Homme divin, y La Génèse du Temple hindou, suponiéndolos accesibles a sus lectores. Como no es éste el caso del lector español, incluimos cada vez los extractos que hemos creído necesarios para la mejor comprensión del texto].
“… sin el “sello” que el Espíritu divino imprime en la “materia”, ésta no tendría forma inteligible, y sin la “materia” que recibe el “sello” divino y, por decirlo así, lo delimita, ninguna manifestación sería posible. Según el Brihat-Samhita (LII, 2-3), había antaño, en el comienzo del presente manvantara, una “cosa” indefinible e ininteligible, que “obstruía cielo y tierra”; viendo esto, los devas la tomaron súbitamente, la echaron en tierra, boca abajo, y se establecieron sobre ella en la posición que tenían cuando la tomaron; Brahmâ la llenó de devas (nota: es la transformación del caos en cosmos, el fiat lux, por el que la tierra “informe y vacía” será llenada de reflejos divinos) y la llamó Vâstu-purusha” (t. Burkhardt, La Génèse du Temple hindou, en Etudes Traditionnelles, 1953.)
[15] Los devas de la mitología hindú son análogos a los ángeles de las tradiciones monoteístas; sabido es que cada ángel corresponde a una función divina.
[16] La palabra tchaturanga designa el ejército hindú tradicional, compuesto de cuatro angas = elefantes, caballos, carros y soldados.
[17] La cosmología hindú siempre tiene en cuenta el principio de inversión y excepción, que dimana del carácter “ambiguo” de la manifestación: la naturaleza de los astros es luminosidad, pero como éstos no son la Luz misma, ha de haber también un astro oscuro.
[18] “… el “campo” central del mandala representa el Brahmâsthana, la “estación” de Brahmâ; en el mandala de 64 cuadrados ocupa los cuatro cuadrados centrales … Los cuadrados situados alrededor del Brahmâsthana … son asignados a las doce divinidades solares …, el borde de 28 casillas corresponde a 28 mansiones lunares”. T. Burckhardt, cit. (nota del trad.)
[19] Algunos textos budistas describen el universo como una tabla de 8 x 8 cuadrados, fijados por cuerdas de oro; estos cuadrados corresponden a los 64 kalpas del budismo (cf. Saddharma Pundarîka, Burnouf, Lotus de la bonne Loi, p.148). En el Râmayâna, la ciudad inexpugnable de los dioses, Ayodhya, es descrita como un cuadrado con ocho compartimentos por lado. Mencionemos también, en la tradición china, los 64 signos que se derivan de los ocho trigramas comentados en el I King. Estos 64 signos suelen estar dispuestos de manera que correspondan a las ocho regiones del espacio. Ahí también se encuentra, pues, la idea de una división cuaternaria y octonaria del espacio, que resume todos los aspectos del universo.
[20] En 1254, San Luis había prohibido el ajedrez a sus súbditos. Es que apuntaba a las pasiones que el juego podía desencadenar, tanto más cuanto que se lo combinaba normalmente con el uso de dados.
[21] Esta variante del ajedrez se describe en el Bhawishya Purana. Alfonso el Sabio habla también de un “gran juego de ajedrez” que se juega en un tablero de 12 x 12 casillas y cuyas piezas representan animales mitológicos; lo atribuye a los sabios de la India.
[22] Dado que el tablero chino, que también es originario de la India, no cuenta con la alternancia de los dos colores, es de creer que este elemento viene de Persia; permanece fiel al simbolismo original del tablero de ajedrez.
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