Víctor Balaguer - El monasterio de piedra

que par encargo de la Real Academia de la Historia, dio el Excmo. Sr. D. Cayetano Rosell, sobre la obra EL MONASTERIO DE PIEDRA, escrita por el Excmo. Señor D. Víctor Balaguer.

Desde el último mes de Junio debo a la Academia el informe que se me encomendó sobre el libro titulado EL MONASTERIO DE PIEDRA, presentado al Gobierno por los editores de Barcelona, D. Juan y D. Antonio Bastinos, para los efectos del Real decreto de 12 de Marzo de 1875. Un cúmulo de contrariedades de toda especie me han impedido cumplir hasta hoy con aquel deber; sírvanme ellas de explicación, más que de disculpa, sin contar con que el libro, aunque poco voluminoso, es de naturaleza tal, que seduce a la imaginación con su lectura, y embarga el ánimo de manera que no le consiente espacio ni libertad para volver sobre sí mismo y trocar en juicios las impresiones que experimenta.

¿Es esto mérito del autor, perfecta ejecución de su obra, o índole excepcional del asunto a que se refiere? Hay sin duda asuntos privilegiados que por su grandeza o el atractivo con que se ofrecen a la inteligencia que los contempla, parecen brotar espontáneamente de la pluma o el pincel que les presta vida; mas no por eso pierden su existencia abstracta hasta que adquieren realidad de ser y forma en el troquel de la fantasía. Para todo se requiere disposición especial, aun para los trabajos mecánicos, no menos a veces que para los mentales; cada acción pide su fuerza proporcionada, y a esta diferencia de actitudes en el orden intelectual alude el sumite materiam del preceptista.

Estas reflexiones, vulgares después de todo, me sugiere el elogio que debiera hacer del presente opúsculo; y a no ser su autor tan esclarecido en la república de las letras, y además y principalmente, tan nuestro, no sólo por los vínculos del afecto, sino del compañerismo, que constituye una especie de parentesco, sin reparo alguno, antes libre de toda alucinación y apasionamiento, renovaría aquí los aplausos que tan merecidamente le granjearon otras obras suyas, como la Historia de Cataluña, que le trajo a nuestro seno; la de los Trovadores, o las inspiradas composiciones poéticas, líricas y dramáticas, a que debe su ingreso como Académico de número en la Española.

Del antiguo Monasterio de Piedra, en Aragón, conserva esta casa un inestimable recuerdo en el suntuoso relicario que brilla al frente de su gabinete de antigüedades. El arte cristiano del siglo XIV apuró en él su riqueza, como la naturaleza sus maravillas en aquel santo retiro. No es ya en nuestros días morada del Ser Supremo, pero, al menos, no yace como otros olvidado y envuelto en ruinas; y entre los que por recreo o curiosidad visitan hoy mansión tan encantadora, circulan por sus risueños valles, miden espantados la altura de sus ingentes rocas, se estremecen al borde de sus abismos, al estrépito de sus bravos torrentes y cascadas y en el umbral de sus pavorosos antros, o reposan adormecidos a orillas de inmobles lagos y se acercan a la gruta, donde, como dice el autor, se ven «todos los portentos posibles e imposibles realizados por la gota de agua en su labor de siglos,» nadie hay que no eleve su corazón a Dios, ni dude de que estas obras de sus manos anuncian el firmamento.

Digámoslo de una vez: el Sr. D. Víctor Balaguer ha escrito un libro, ha trazado más bien una serie de cuadros que pintan al vivo los lugares y escenas que se ofrecen a su vista; desde este momento el Monasterio de Piedra es más célebre y conocido que antes; no es posible leer aquellas páginas sin admirar tantas bellezas, sin desear contemplarlas de cerca y averiguar si es verdad lo que se adivina.

Puede dividirse la obra en dos partes, y de hecho así resulta: una histórica, otra descriptiva. En la primera se trata de la fundación del Monasterio, sus protectores, sus privilegios y fueros, sus donaciones y mercedes, sus obras y objetos de arte, sus modernas reparaciones y su estado actual; en la segunda se describe sucesivamente, y con gallardísimo desempeño, los sitios y objetos, bellos unos, grandiosos sobre manera otros, que embelesan y asombran al espectador, en que el arte, si no ha vencido, ha rivalizado a la naturaleza; las cascadas, ríos aprisionados que buscan su lecho en los abismos; los valles y vergeles, defendidos por inaccesibles riscos y montañas; los lagos, cuyas serenas ondas reflejan al prometido cielo; las grutas, donde las sombras ceden al fin su imperio al esplendor del sol y se detienen a contemplar los portentos que crea la luz en las pirámides de estalactitas y en los prismas de sus cristales; y para que todo corresponda a aquel mundo maravilloso, óyese recitar la leyenda del lago y del misterioso monje que supo resistir a la pasión de su enamorada Eladia.

Termina el Sr. Balaguer su libro, hojeando las páginas del álbum en que cien y cien personas distinguidas por algún concepto, al visitar el ex-Monasterio de Piedra en estos postreros años, han estampado sus firmas, muchas acompañadas de pensamientos ingeniosos en prosa o en verso, que, andando el tiempo, serán también recuerdos de un valor inestimable.

Esto me ocurre acerca del libro sustancialmente considerado; en cuanto a la petición de los editores, juzgo que por el mérito intrínseco que recomienda sus interesantes páginas, y por contribuir eficazmente, como ellos observan, «a poner de relieve la belleza y excelencias de un lugar privilegiado del suelo español, hoy poco conocido aún,» el Gobierno de S. M., por medio del Ministerio de Fomento, pudiera favorecer esta publicación adquiriendo el número de ejemplares que tenga a bien, con destino a las bibliotecas públicas y atendido el objeto de utilidad previsto en el artículo 3.º del mencionado Real decreto de 12 de Marzo de 1875.

La Academia, sin embargo, acordará lo que estime conveniente. —Madrid 15 de Noviembre de 1882. —Cayetano Rosell.

SU HISTORIA, SUS VALLES, SUS CASCADAS,
SUS GRUTAS, SUS TRADICIONES Y LEYENDAS

(SEGUNDA EDICIÓN)

—Fundación del monasterio. —Sus protectores. —Sus privilegios y fueros. —Su prosperidad. —Sus varones ilustres

—Lo que era el monasterio en sus buenos tiempos. —Sus obras y objetos de arte. —Lo que de él queda. —Su fundador y su conservador

—La torre. —Antiguos privilegios. —Donaciones y mercedes. —El comisario del arzobispo. —El huésped misterioso

—Las cascadas. —La Cola de Caballo. —El Iris. —Los Fresnos. —El Vergel. —La Carmela. —El baño de Diana. —El torrente de los Mirlos. —Las grutas del Artista, de la Pantera y de la Bacante. —La Caprichosa. —La Trinidad. —La Solitaria. —La Gruta Negra. —La Sombría

—El Vado. —La gran Requijada. —La Niña. —Los Peñascos. —El valle. —Las orillas del río. —Los Argálides. —El Parque

—La gruta

—Otra vez la gruta

—El lago

—La leyenda del lago

—La Peña del Diablo

—Las Pesqueras

—El álbum de Piedra

Se publicó esta obra por vez primera hace treinta y cinco años en las páginas del Diario de Barcelona. De ella se hicieron luego cuatro ediciones en España y seis u ocho en las Américas latinas. Brot la tradujo al francés y Rosenthal al alemán.

En 1880 se publicó nuevamente (Madrid, imprenta de Cao y de Val), después de un largo período en que se habían agotado todos los ejemplares de sus distintas ediciones, con el beneplácito y revisión de su autor, quien, dejando íntegra la obra de su juventud tal y como entonces apareció (hasta con las faltas hijas de la inexperiencia), la ilustró sin embargo con notas, le añadió los trabajos literarios que acerca de Montserrat había escrito posteriormente, y la acompañó con nuevas leyendas y con una descripción de las cuevas descubiertas en el monte.