W. J. Wilkins - Mitología hindú
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- Libro:Mitología hindú
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- Editor:ePubLibre
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- Año:1998
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Mitología hindú: resumen, descripción y anotación
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LAS DEIDADES VÉDICAS
LOS VEDAS
Antes de referirnos a las Divinidades Védicas, es necesario decir algo sobre los Vedas en sí mismos, nuestra fuente de información al respecto. La raíz de la palabra es «vid»: conocer. El término «Veda» significa pues, «conocimiento» y como que estos libros no fueron «escritos» más que al cabo de siglos después de originalmente compuestos, significa conocimiento que era transmitido oralmente.
Los Vedas no son la obra de una sola persona, sino que, según la creencia popular, fueron comunicados a varios Rishis o santos, quienes a su vez los transmitieron a sus discípulos. El vidente Vyasa se considera el compositor, o como hoy diríamos, el editor de estas obras.
Se dice que las enseñanzas contenidas en estos escritos han sido inspiradas por Dios mismo. Otros escritores enseñan que surgieron de Él como el humo del fuego. Otras veces se dice que los Vedas han derivado de los elementos. Los relatos sobre su origen, aunque difieren en su forma, coinciden en enseñar que fueron un don directo de Dios para el hombre y en consecuencia son considerados con la mayor veneración. Son propiedad especial de los Brahmanes. En tiempos de Manu, el autor nominal o recopilador de un libro de leyes, probablemente no más tarde de dos o tres siglos después de los Vedas, aunque algunos suponen que no fue antes del año 500 de la Era Cristiana, era considerado como una grave ofensa el que una sola palabra de estos libros divinamente revelados fuera escuchada por un hombre de una casta inferior.
Los Vedas son cuatro. De ellos el Rig-Veda es el más antiguo; el siguiente en orden fue el Yajur-Veda; después el Sama-Veda, y el último de todos ellos, el Atharva-Veda. Cada uno de estos Vedas se compone de dos partes principales: una Sanhita o recopilación de mantras o himnos y una Brahmana que contiene preceptos ritualistas y enseñanzas y que guarda con la Sanhita la misma relación que el Talmud con la Ley. En éstos se encuentran instrucciones para los sacerdotes que dirigen la adoración de los dioses invocados en los himnos. Unido a cada Brahmana se halla un Upanishad que contiene doctrina secreta o mística. Se considera que éstos poseen menor autoridad que los Mantas y Brahmanas, por cuanto éstos se repiten como «sruti», es decir, oídos, y los Upanishads son «smriti», aprendidos. Aunque están basadas en las antiguas composiciones, si existe alguna discrepancia entre ellas, se rechazan las enseñanzas de las últimas. Las Sanhitas y Brahmanas generalmente son para los Brahmanes; los Upanishads para investigadores filosóficos. Sin embargo, y aunque parezca extraño, algunas partes de los Upanishads eran muy familiares entre los eruditos pandits de Benarés y otros lugares, mientras que las porciones más antiguas habían sido casi completamente desestimadas hasta fecha muy reciente. En muchas partes de la India no podía encontrarse una sola persona que fuese capaz de leerlas e interpretarlas. De las Sanhitas, la Sanhita del Rig-Veda, que contiene mil diecisiete himnos, es con mucho el más importante, mientras que la Sanhita del Atharva-Veda, aunque se suele afirmar que es el más reciente, es quizá la más interesante. Además, éstos son los dos únicos libros de himnos Védicos que merecen ser calificados como recopilaciones originales en sí mismas; los demás han sido compuestos casi por completo a partir de extractos del Rig-veda. Entre la época de la composición del Rig-Veda y la del Atharva, ocurrieron cambios considerables en las creencias religiosas de la gente. La fe de niño de los primitivos himnos desaparece, las deidades parecen ahora más crueles y existe una mayor necesidad de sacrificios propiciatorios. Probablemente la antigua región de los pueblos conquistados por ellos había comenzado a afectar a la de los Arios.
Las Sanhitas de tres de los Vedas tienen, según se dice, ciertas peculiaridades. «Si un mantra es métrico y prescrito ara ser recitado en voz alta, recibe el nombre de “Rich” (de “rich” alabanza): de ahí Rig-Veda, es decir, el Veda que contiene tales alabanzas».
Si se encuentra en prosa (en este caso debe ser murmurado inaudiblemente) se denomina Yajus (yaj, sacrificio: literalmente, el medio por el que el sacrificio es efectuado); por lo tanto Yajur-Veda significa el Veda que contiene tales yajus. Y si es métrico y prescrito para ser cantado, es llamado Saman (igual); el Sama-Veda es pues el Veda que contiene tales Samans.
El Rischi del mantra es el autor del mismo, o como los hindúes dirían, el inspirado vidente que lo recibió de la Divinidad, y el tema al que hace referencia es su devata, palabra que generalmente equivale a una «deidad», pero cuyo significado, en relación a los mantras no siempre debe ser tomado literalmente, pues existen himnos en los que no son los dioses ni seres divinizados invocados los que son considerados como el devata, sino, por ejemplo, un poste sacrificial, armas, etcétera.
Debería observarse sin embargo que la divinización de un «poste sacrificial» o de un «arma» es algo que está en perfecta armonía con las nociones panteístas generales que prevalecían entre la gente por aquel entonces al igual que ahora, de forma que no hay nada anormal, según sus ideas religiosas, en hablar incluso de objetos inanimados como si se tratase de deidades. Existen muy pocas dudas de que las Brahmanas son más recientes que las Sanhitas.
Los Vedas no han llegado hasta nuestros días sin sufrir considerables discusiones en lo que se refiere a su texto. Como bien cabría esperar del hecho de que sus enseñanzas fuesen transmitidas oralmente, surgieron discrepancias. Una relación menciona no menos de veintiuna versiones (Sakhas) del Rig-Veda; otra refiere unas cinco del Rig-Veda, cuarenta y dos del Yajur-Veda, menciona doce de entre un millar del Saman-Veda, y doce del Atharva-Veda. Como que cada escuela creía poseer el verdadero Veda, anatematizaba a aquellos que enseñaban y seguían cualquiera de los demás. La Sanhita del Rig-Veda que ha sobrevivido hasta el momento presente es el de una sola escuela, la Sakala; del Yajur-Veda persisten las de tres escuelas; del Sama-Veda quizá las de dos y del Atharva-Veda únicamente la de una escuela.
«La historia del Yajur-Veda difiere notablemente de la de los otros Vedas, pues está marcada por una disensión entre sus propias escuelas, mucho más importante que las diferencias que separaron las escuelas de cada uno de los otros Vedas. Es conocida por la diferenciación entre el llamado Yajur-Veda Negro y el Yajur-Veda Blanco. La tradición, especialmente la de los Puranas, registra una leyenda que relata este hecho. Cuenta la leyenda que Vaisampayana, un discípulo de Vyasa que había recibido de él el Yajur-Veda, habiendo cometido una ofensa, deseó que sus discípulos le asistieran en el cumplimiento de algún acto expiatorio. Sin embargo, uno de ellos, Yajnavalkya, propuso que él solo debía ser quien realizara todo el rito. Vaisampayana, enojado por lo que consideraba ser un acto de arrogancia de su discípulo, pronunció una maldición sobre él, cuyo efecto fue que Yajnavalkya vomitó todos los textos Yajus que había aprendido de Vaisampayana. Los demás discípulos entre tanto habían sido transformados en perdices (tittiri), cogieron estos textos mancillados y los guardaron. De ahí que estos textos se llamen Taittiriyas. No obstante, Yajnavalkya, deseoso de obtener unos textos Yajus, rezó al Sol con toda devoción y éste le concedió su deseo: “obtener unos textos que no fuesen conocidos por su maestro”». Por consiguiente, existen en la actualidad dos Yajus-Vedas, considerándose que el Negro es el más antiguo de los dos.
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