Zygmunt Bauman - Reflexiones sobre un mundo lí­quido

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Zygmunt Bauman ha sido uno de los mayores y más perspicaces pensadores del siglo XX y XXI . Intelectual inquieto y de una curiosidad omnívora, abarca la práctica totalidad de los temas y ángulos de visión posibles que conciernen a la condición humana en la posmodernidad, modernidad tardía o, como él mismo prefiere llamarla, modernidad líquida. Nunca dejó de afilar sus herramientas hermenéuticas y jamás descansó a la hora de cuestionar y refinar sus propios procedimientos de análisis. Sorprende, además, que un pensador tan longevo y autor de una obra especialmente voluminosa no perdiera nunca el contacto con su tiempo, aplicando marcos de interpretación conceptual obsoletos a una realidad sometida a un cambio perpetuo y vertiginoso: al contrario, la mirada de Bauman siempre suena fresca, renovada, y aunque parezca una paradoja, misteriosamente contemporánea y atemporal. Su condición de inquieto sismógrafo de lo real le permite tomar el pulso a las convulsiones sociales y los lentos cambios tectónicos que asolan el presente. Su lúcido punto de vista ilumina con inclemente delicadeza los rincones más oscuros, poniendo de relieve las aporías fundamentales que definen la naturaleza humana, en un intento por trascenderlas y aspirar al bien común, a la fraternidad universal, a la ayuda mutua, a la superación de los conflictos enquistados entre naciones, entre el capital y sus siervos, entre el capitalismo y sus marginados, entre Occidente y las nuevas oleadas de inmigrantes. Bauman siempre está de parte de los oprimidos, de los parias de la globalización; su crítica contra la humillación a los desfavorecidos, implacable en la fase más cruda del neoliberalismo, es ejercida sin descanso y con una mesurada contundencia.

Zygmunt Bauman acuña el concepto de «modernidad líquida» para definir un cambio profundo en el rumbo de nuestras sociedades, nuestros modos de convivencia y nuestra forma de percibir el mundo frente a la antigua modernidad sólida, definida por verdades últimas y fundamentos fijos que permeaban todos los estratos de lo humano. Frente a una realidad donde las identidades eran inmutables o evolucionaban siguiendo curvas predecibles, la modernidad líquida es un estado caracterizado por la impermanencia, la incertidumbre, la vulnerabilidad, la mutación, el simulacro, la ausencia de verdades, la caída de los relatos vertebradores, unificadores, cosmogónicos, que definían las realidades políticas, sociológicas, psicológicas o religiosas: la existencia en un sentido amplio. Las sociedades humanas son arrojadas a la ausencia de sentido y a la carencia de vínculos y fundamentos sólidos. Como consecuencia de ello, los vínculos interhumanos se erosionan, la solidaridad se torna obsoleta, la idea de comunidad es puesta en entredicho e incluso la identidad de los individuos pasa a ser un devenir sometido al imperio de las modas y a la lógica del consumo y la obsolescencia programada. El capitalismo muta en neoliberalismo y a su vez este se transforma en un sistema que fuerza a los ciudadanos a autoconstruir su identidad de forma agresiva y permanente. La metáfora de lo líquido permite a Bauman explicar y recodificar todos los aspectos de la condición humana en el cambio de paradigma operado entre el siglo XX y el XXI (que él definirá como interregno entre dos cosmovisiones): vida líquida, amor líquido, cultura líquida, vigilancia líquida, arte líquido... La idea de la carencia de cimientos sólidos, de la delicuescencia y caída de los grandes relatos políticos, religiosos o aparentemente secularizados, le ayuda a poner el foco donde más duele y exhumar los pliegues más oscuros que dictan nuestro comportamiento individual y social.

Los temas abordados por Bauman son muchos y se ofrecen en mutua dependencia: hilos subterráneos vinculan la urdimbre y la trama de este pensamiento inquieto e inquietante. En esta selección de fragmentos de su obra hemos optado por acotar seis grandes bloques: la crisis de la identidad y sus nuevas formulaciones en el mundo moderno líquido; la imposición de fronteras y la tragedia de la inmigración en el marco de los miedos globales recientemente exacerbados; la lógica depredadora de la globalización y su consecuente y deshumanizadora desigualdad; el consumismo feroz y su influjo en la conducta humana en la última fase del neoliberalismo salvaje; las derivas y contradicciones entre el virulento individualismo contemporáneo y la necesidad de comunidad para la supervivencia de todos; la redefinición de las ideas de progreso, crisis y esperanza, y apuntes diversos que atañen a la felicidad y lo que Bauman llama «el arte de la vida». Todos estos temas no han de entenderse como compartimentos estancos o autopistas de una sola dirección; al contrario, entre todos conforman un sistema de resonancias y apelaciones recíprocas, una suerte de retícula conceptual donde cada fragmento llama a los demás con idéntica vocación indagadora. La división temática resulta, por lo tanto, provisional y contingente frente a la fabulosa red de conexiones que el lector podrá trazar a su antojo, según el itinerario de su propia lectura inquieta, reticular, arborescente, infinita: «líquida».

A NTONIO F . R ODRÍGUEZ E STEBAN