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Jostein Gaarder - El libro de las religiones

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Jostein Gaarder El libro de las religiones
  • Libro:
    El libro de las religiones
  • Autor:
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    ePubLibre
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  • Año:
    1989
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El libro de las religiones: resumen, descripción y anotación

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Religiones tribales

La tribu y la estirpe en el centro

Al emplear la expresión «religiones tribales» para las religiones africanas, ya hemos proporcionado una clave para entender algo de su esencia. La tribu (clan, estirpe, familia) constituye el marco de la vida cotidiana del africano. Esta comunidad prevalece por encima del individuo. Lo especial del concepto africano de estirpe es que no sólo incluye a las personas vivas, sino también a las difuntas. Los antepasados siguen cerca de la tribu, se han convertido en una especie de espíritus que habitan el reino subterráneo o vuelan invisibles alrededor de la casa para asegurar que los descendientes sigan las tradiciones.

Las costumbres y hábitos, los rangos de la sociedad, la «constitución» (por usar una palabra moderna), fueron establecidos al comienzo de los «tiempos primitivos» de los que hablan los mitos. La misión de los vivos es procurar que este orden perdure, y eso se hace cumpliendo minuciosamente todas las reglas y normas, empezando por los sacrificios a los espíritus de los antepasados.

No sólo forman parte de la estirpe los vivos y los muertos, sino también los no nacidos, los descendientes. Es obligación del individuo procurar que la estirpe continúe. Una de las peores desgracias que puede ocurrirle a una persona es morir sin descendencia. La extinción de una estirpe significa que a los espíritus de los padres se les impide visitar la tierra, porque ya no queda nadie que pueda mantener la relación con ellos. Por eso, cuando un hombre tiene más de una esposa y muchos hijos, su alma está en paz. Sabe que, después de muerto, ésta no estará condenada a volar por lugares desiertos y perder el contacto con la tierra, porque siempre habrá alguien con el que estar relacionado.

Uno de los cometidos más importantes de un ser humano es por lo tanto cuidar del territorio que le ha sido entregado a la tribu por los antepasados. Este territorio tendrá que entregarlo en su momento a los descendientes. En otras palabras, no existe el derecho a la propiedad privada cuando se trata de la tierra, por lo que tampoco se puede vender por trozos.

El jefe de la tribu

La tribu es dirigida por un jefe o rey. El papel y el poder del rey varían de una tribu a otra, y también con el transcurso de los años, en especial tras el encuentro con los poderes colonizadores.

El rey no es sólo el jefe político, sino también el guardián de la ley y el derecho, y el juez en los procesos. En muchos casos también es el sacerdote que dirige los sacrificios. La razón por la que el rey asume todas estas funciones es que no existen fronteras claras entre política, religión, ley y ética. Todo forma parte del sistema, costumbres y hábitos sobre los que descansa la sociedad tribal.

El rey es el permanente guardián del sistema, representa el nexo con los antepasados, con la tradición. También es el representante de los dioses ante los seres humanos, a la vez que el portavoz de los humanos ante los dioses.

Creencia religiosa

Tomando como punto de partida los mitos, que no están escritos sino que se han ido narrando de generación en generación, los investigadores han intentado encontrar las características de la creencia religiosa de los africanos.

Aunque los dioses tienen muchos nombres, en la mayor parte de las tribus existe la fe en un dios supremo, a menudo llamado así por los estudiosos de la religión. El dios supremo se asocia en muchos casos con la bóveda celeste. Él es quien concede la fertilidad, y en algunos mitos es representado con una diosa de la tierra a su lado.

El dios supremo no ha creado ni la tierra ni el cielo, pero sí todos los seres vivos, animales y humanos. También es quien ha instituido los usos y costumbres que regulan la sociedad y que la tribu está obligada a obedecer. Asimismo, suele ser el dios del destino, el que decide sobre las vidas de los seres humanos y sobre su dicha y desdicha. En relación con este dios supremo se ha utilizado la expresión «el dios en reposo», por encontrarse muy alejado de la vida cotidiana. Algunos mitos relatan que al principio de los tiempos, cuando reinaba la armonía, había un estrecho contacto entre el dios y los seres humanos, pero que una disputa hizo que el dios se alejara.

La gente sólo se dirige al dios supremo en casos excepcionales, cuando se encuentra en una situación de gran necesidad de ayuda. En la vida diaria no hay que molestar al dios supremo, sino dirigirse a dioses y espíritus menores, sobre todo a los espíritus de los antepasados.

Culto a los antepasados

Los antepasados son invisibles, pero puede ser que tengan el mismo aspecto que cuando estaban vivos, tal vez en una versión reducida.

Los africanos no manejan ideas sobre la separación entre el alma y el cuerpo, y tampoco existe entre ellos la creencia en que el alma sea lo que siga vivo. Los espíritus se comparan con sombras o con los «dobles» de los difuntos, que pueden estar en muchos lugares a la vez: en la tumba, en el reino de los muertos o en fenómenos que acontecen cerca del individuo.

Una idea bastante generalizada es que los difuntos viven en el reino de los muertos de la misma manera que vivieron en este mundo. Tienen incluso el mismo rango social que cuando estaban vivos. Aparecen ante los vivos sobre todo en los sueños, pero también en animales y otros fenómenos de la naturaleza.

Cualquier hombre adulto que muere se convierte en un espíritu o dios ancestral, pero no todos desempeñan el mismo papel, ni son objeto del mismo culto. Los más importantes son los espíritus de los padres de familia, patriarcas y jefes de tribu. Quien es considerado padre fundador de un linaje de jefes es visto a menudo como un dios por encima de cualquier otro, una divinidad nacional.

El culto a los antepasados es la expresión de una interacción entre vivos y muertos. Los vivos reciben fuerza y ayuda de sus antepasados, y los muertos dependen a la vez de los sacrificios de sus descendientes: A través de los sacrificios adquieren poder y fuerza. Si no reciben sacrificios «morirán», es decir, dejarán de existir por completo.

El sacrificio a los antepasados puede ser algo muy sencillo. Por ejemplo, un miembro de la tribu se acerca a la tumba de su padre, sacrifica algo de comida y bebida, y pide ayuda en una situación difícil. Ahora bien, lo más corriente es el sacrificio conjunto de toda la familia, oficiado por el padre y dirigido a los padres de familia muertos, los espíritus más significativos. La jerarquía es importante, el padre de familia es el único que sustenta este derecho, pero durante el sacrificio representa a toda la familia.

El sacrificio más extenso es el realizado por el jefe de la tribu. De parte de la tribu se dirige a los espíritus de anteriores jefes para pedir buena caza o buena cosecha. Cuando empieza la cosecha se ofrece a los espíritus de los jefes la primera recolección. Se presenta una selección de frutos en honor al espíritu, y mediante cánticos, oraciones, y muchas veces también danzas con máscaras y otros objetos, la gente da las gracias y suplica al espíritu que siga protegiéndolos.

Otros espíritus

Por todas partes de África encontramos también creencias en espíritus que nada tienen que ver con el culto a los antepasados.

Cuando una persona sufre una enfermedad, sobre todo una enfermedad mental, se cree que está poseída por un espíritu de la enfermedad.

La naturaleza está poblada de espíritus. Se encuentran en el bosque, en las llanuras, en las montañas, y en los ríos y lagos. Están relacionados en particular con hechos extraordinarios, tales como truenos y rayos, una enorme cascada, un manantial de agua caliente, un gran árbol, una piedra de aspecto especial. La creencia en espíritus de la naturaleza se llama animismo (del latín anima = espíritu).

Los simples espíritus suelen ser percibidos como fuerzas más vagas que los dioses y los espíritus de los antepasados, y son más peligrosos para las personas, entre otras cosas porque sus malas acciones pueden deberse a un mero capricho. Si los dioses y los antepasados hacen daño a las personas, tiene una causa concreta, es el castigo por haber infringido las leyes y costumbres sobre las que descansa la vida de la tribu.

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