Winston Churchill mantuvo siempre un estrecho contacto con las tropas británicas encargadas de defender las islas. Pero tan sólo podía prometerles sangre, sudor y lágrimas.
Cazas británicos Spitfire, los grandes protagonistas de la Batalla de Inglaterra. La Luftwaffe se rendiría ante su rapidez y agilidad.
Londres, preparada para una invasión que nunca se produciría. En esta dramática composición, el Big Ben visto a través de unas alambradas.
Un miembro de la defensa civil vigila el cielo londinense, con la catedral de Saint Paul al fondo. La población británica permanecía alerta ante el peligro de una inminente invasión.
Para los soldados británicos era siempre motivo de alegría recibir una visita de Churchill, que siempre sabía corresponder con buen humor a las muestras de camaradería de la tropa.
La catedral de Saint Paul destaca entre el humo que cubre Londres, el 29 de diciembre de 1940, durante un bombardeo de la Luftwaffe.
Bombardero pesado norteamericano B-17 . Cientos de aviones como éste despegaron del aeródromo maldito de Boreham rumbo a Alemania.
Fotografía del diario Los Angeles Times, en el que parece apreciarse un objeto esférico iluminado por los reflectores. Aunque es probable que se tratase de un globo meteorológico, no faltan quienes creen ver en él un platillo volante.
Portada del Los Angeles Times, informando del extraño bombardeo sufrido por la ciudad californiana. Todavía no se sabe quién fue el causante de aquella alarma.
El general Marshall fue el encargado de redactar el informe sobre el enigmático bombardeo de Los Angeles. En él reconocía no saber su origen.
Las explicaciones que recibió el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt sobre el misterioso incidente de Los Angeles no pudieron ser muy precisas.
Tropas niponas con la bandera del Sol Naciente durante la invasión de la isla de Attu, en el archipiélago de las Aleutianas. En sus aguas se produciría la fantasmagórica Batalla de los Pips.
Un oficial coordina con un altavoz el desembarco norteamericano en Kiska. No tuvieron ninguna oposición; los japoneses habían abandonado la isla con anterioridad sin ser vistos.
La Última Cena, pintada por Leonardo Da Vinci, estuvo a punto de ser destruida durante un bombardeo de la aviación aliada. Algunos califican esa salvación de milagrosa.
La figura del mariscal alemán Erwin Rommel alcanzó proporciones míticas gracias a sus campañas en el desierto, al mando del Afrika Korps, lo que le ganó una gran reputación, incluso entre los Aliados.
El mariscal Rommel inspeccionado las defensas costeras en Normandía antes del Día-D. Estaba convencido de que si los Aliados las superaban, la guerra estaría irremediablemente perdida; ¿entabló negociaciones secretas para alcanzar la paz?
Las relaciones entre Rommel y Hitler no eran tan amistosas como podría parecer contemplando esta instantánea. El Führer no compartía los deseos de paz del Zorro del Desierto.
La Gata fue una destacada agente de la Resistencia pero, inexplicablemente, pasó a colaborar con los nazis. En la imagen, tropas germanas desfilando por París.
Mathilde Carré durante el juicio al que fue sometida después de la guerra. Sería condenada a muerte, pero fue perdonada por el presidente de la República.
Como tenía grandes problemas para conciliar el sueño, tomaba potentes somníferos. El aprendiz de espía no tenía ninguna dificultad para entrar a hurtadillas en la habitación y apoderarse durante unos minutos de los papeles que el embajador guardaba en su maletín. Luego los llevaba a una habitación contigua en donde tenía una potente lámpara, colocaba debajo el papel y lo fotografiaba. Ésa era la manera como el improvisado agente secreto trabajaba.
El culto Franz Von Papen, embajador alemán en Turquía, escogió el nombre de Cicerón, el maestro de la elocuencia, para el enigmático Elyesa Bazna.
Gracias a las revelaciones de Richard Sorge, Moscú pudo ser defendida