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Gilles Deleuze - Proust y los signos

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Gilles Deleuze Proust y los signos
  • Libro:
    Proust y los signos
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1964
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Proust y los signos: resumen, descripción y anotación

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Para Proust la literatura es la vida esclarecida es esa realidad lejos de la - photo 1

Para Proust la literatura es la vida esclarecida; es esa realidad lejos de la cual vivimos. El verdadero arte es pues ese complejo instrumento por el cual podemos desvelar un misterio que no puede descubrirse por medios conscientes y directos como pretende la literatura realista. Así como para Proust la verdadera vida no es la realidad sino la literatura, análogamente, podemos considerar que no son las cosas sino sus nombres (entidades inmateriales, aparentemente formales, de una naturaleza similar a la literatura, incapaces en apariencia de contener en su seno la verdadera realidad de las cosas, como incapaz puede parecer la literatura de ser más real que la realidad misma) el verdadero objeto de ésta, el depósito en el que habrá que buscar incansablemente la verdad de los lugares y las personas. Deleuze ya apuntó que la obra de Proust es un continuo aprendizaje que consiste en «interrogar vivamente los signos».

Gilles Deleuze Proust y los signos ePub r10 riverrun 230414 Título - photo 2

Gilles Deleuze

Proust y los signos

ePub r1.0

riverrun 23.04.14

Título original: Proust et les signes

Gilles Deleuze, 1964

Traducción: Francisco Monge

Editor digital: riverrun

ePub base r1.1

Notas Es preciso que el lector cuando lea Recherche además de remitirse a - photo 3
Notas

[*] Es preciso que el lector, cuando lea Recherche, además de remitirse a la obra de Proust, lea, por regla general, su sentido concreto de búsqueda. Pues en esta ambivalencia de significados juega a menudo el escrito de Deleuze. (N. T.)

[1] P2, III, 375.

[2] TR2, III, 907.

[3] CG3, II, 547-552.

[4] JF3, I, 794.

[5] CS2, I, 276.

[6] SG2, II, 1115-1120.

[7] SG1, II, 608.

[8] SG1, II, 616.

[9] SG1, II, 851.

[10] CS1, I, 47.

[11] TR2, III, 867.

[12] P2, III, 375.

[13] TR2, III, 867.

[14] TR2, III, 878.

[15] JF1, I, 442.

[16] CS2, I, 282.

[17] CG1, II, 66.

[18] TR2, III, 880.

[19] TR2, III, 879.

[20] TR2, III, 897.

[21] TR2, III, 924.

[22] JF1, I, 433.

[23] CG1, II, 122.

[24] SG1, II, 755-760.

[25] SG1, II, 759-760.

[26] JF1, I, 579-581.

[27] AD, III, 616.

[28] AD, III, 607.

[29] TR2, III, 880.

[30] TR2, III, 906.

[31] TR2, III, 899.TR2, III, 899.

[32] TR2, III, 908.

[33] TR2, III, 896.

[34] TR2, III, 891.

[35] CS1, I, 155-156 y TR2, III, 892.

[36] CS1, I, 171.

[37] CG2, II, 205.

[38] CS2, I, 401.

[39] CG1, II, 66. “Françoise, la primera me dio el ejemplo (que yo no comprendí hasta más tarde…)”.

[40] CG3, II, 549.

[41] JF1, I, 567.

[42] JF3, I, 925.

[43] TR2, III, 888-896. Debemos evitar pensar que la crítica proustiana del objetivismo pueda aplicarse a lo que hoy día se llama la nueva novela (nouveau roman). Los métodos de descripción del objeto, en la nueva novela, no tienen sentido más que en relación con modificaciones subjetivas que sirven para revelarlas, y que sin ellas permanecerían imperceptibles. La nueva novela permanece bajo el signo de los jeroglíficos y de las verdades implicadas.

[44] TR1, III, 720-723.

[45] TR1, III, 855.

[46] TR1, III, 862.

[47] CG3, II, 524.

[48] JF1, I, 567.

[49] JF1, I, 560.

[50] JF1, I, 533.

[51] SG2, II, 994.

[52] CG1, II, 47-51.

[53] CS2, I, 347.

[54] CS1, I, 209.

[55] CG1, II, 48.

[56] P2, III, 375.

[57] Ibíd.

[58] CS2, I, 349.

[59] P1, III, 159.

[60] P2, III, 277.

[61] TR2, III, 895.

[62] TR2, III, 895-896.

[63] CS2, I, 349-351.

[64] P2, III, 257.

[65] P2, III, 376.

[66] P2, III, 258.

[67] CS2, I, 350.

[68] P2, III, 374.

[69] P1, III, 187.

[70] CS2, I, 352.

[71] JF3, I, 906.

[72] CS1, I, 4-5.

[73] TR2, III, 899.

[74] P2, III, 377.

[75] TR2, III, 889.

[76] JF3, I, 835-837.

[77] P2, III, 260.

[78] P1, III, 159.

[79] P2, III, 259.

[80] JF3, I, 852.

[81] P1, III, 61.

[82] P1, III, 153.

[83] TR2, III, 879.

[84] P1, III, 27.

[85] JF2, I, 718-719.

[86] TR2, III, 889.

[87] Ibíd. (“… o incluso, así como la vida…”).

[88] P2, III, 375.

[89] TR2, III, 918.

[90] TR2, III, 889.

[91] TR2, III, 867.

[92] TR1, III, 865.

[93] JF2, I, 718-719.

[94] TR2, III, 873.

[95] SG2, II, 883-885.

[96] TR2, III, 872.

[97] TR2, III, 918.

[98] TR2, III, 875.

[99] JF3, I, 917-918.

[100] TR2, III, 904.

[101] TR2, III, 908.

[102] AD, III, 447.

[103] JF3, I, 894.

[104] JF3, I, 917-918.

[105] AD, III, 558.

[106] TR2, III, 915-916.

[107] JF1, I, 563.

[108] CS1, I, 30.

[109] TR2, III, 900-900.

[110] Ibíd.

[111] TR2, III, 904.

[112] TR2, III, 906.

[113] TR2, III, 899.

[114] TR2, III, 916.

[115] AD, III, 592.

[116] JF3, I, 944.

[117] SG2, II, 1113.

[118] AD, III, 596.

[119] AD, III, 561-562.

[120] SG1, II, 715.

[121] CS2, I, 279.

[122] AD, III, 610.

[123] SG1, II, 608.

[124] SG1, II, 616.

[125] SG1, II, 629.

[126] SG1, II, 622.

[127] SG1, II, 852.

[128] TR2, III, 1041.

[129] TR2, III, 901.

[130] CG2, II, 236.

[131] TR2, III, 900.

[132] TR2, III, 1031.

[133] SG1, II, 757.

[134] CS1, I, 179.

[135] CS1, I, 44.

[136] CS1, I, 47.

[137] P1, III, 88.

[138] P1, III, 88.

[139] La dialéctica no es separable de estos caracteres extrínsecos; Bergson de esta forma la define por los dos caracteres de la conversación entre amigos, y de la significación convencional de las palabras en la ciudad (cf. La pensé et le mouvant. Presses Universitaires de France, pp. 86-88).

[140] TR1, III, 713. En este pastiche de Goncourt, Proust lleva a lo más lejos su crítica de la observación, que forma uno de los temas constantes de la Recherche.

[141] SG1, II, 756, sobre la inteligencia que llega después, cf. TR2, III, 880 — y todo el prefacio de Contre Sainte-Beuve.

[142] P1, III, 88.

[143] JF1, I, 433, 497-499.

[144] CG2, II, 260: “M. de Norpois, ansioso por el cambio que los acontecimientos iban a tomar, sabía muy bien que no era por la palabra Paz, o por la palabra Guerra, que le serían significados sino por otra, banal en apariencia, terrible o bendita, y que el diplomático, con ayuda de su cifrado, sabría inmediatamente leer, y a la que, para salvaguardar la dignidad de Francia, respondería con otra palabra igualmente banal, pero bajo la cual el ministro de la nación enemiga vería también: Guerra”.

[145] CG1, II, 114.

[146] CS2, I, 236; JF1, I, 533.

[147] CS2, I, 352; P2, III, 249; TR2, III, 895-896.

[148] Cf. Esquilo, Agamenón (Henry Maldiney comenta estos versos analizando la oposición del lenguaje de los signos y del logos, Bulletin Faculté de Lyon, 1967).

[149] Cita de Chateaubriand, TR2, III, 920.

[150] P1, III, 186-187.

[151] CS1, I, 218-219.

[152] JF3, I, 841-842.

[153] CS1, I, 178-179.

[154] SG2, II, 1042.

[155] GG1, II, 11-12.

[156] CG2, II, 362-363. Los dos aspectos están muy señalados por “otra parte”.

[157] CS1, I, 47.

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