¿Sabía que las cámaras de vigilancia de edificios oficiales, así como sus vigilantes de seguridad, están grabando y viviendo manifestaciones fantasmales? ¿Cuál es el último milagro 'oficial', curación milagrosa, avalado por la Ciencia y la Iglesia católica? ¿Qué en la Base Aérea Militar de Morón de la Frontera quince soldados fueron testigos de un OVNI? 'Incógnita' nace fruto de la investigación en archivos y bibliotecas -donde duermen historias desconocidas y proscritas-, así como de miles de kilómetros recorridos por un reportero -grabadora, cámara y cuaderno de campo en ristre-, acudiendo al lugar donde un día se produjo lo inexplicable o pervive lo sagrado, entrevistando a sus protagonistas, para compartir y desvelar unos sucesos y temáticas que desafían a la razón, al conocimiento, que son un desafío para la ortodoxia, una alternativa a las corrientes dogmáticas de pensamiento, que permanecían condenados al olvido, bajo la censura del miedo, y que nos muestran que la realidad es más amplia de lo que creemos y nos han contado.
A l hombre que nos hizo soñar, Fernando Jiménez del Oso.
Decías que estaba ahí. Silenciosa y paciente. Tan discreta que si girabas o levantabas la cabeza para intentar sorprenderla, tu vista nunca la alcanzaba. Que era tu compañera, nuestra compañera invisible desde el momento en el nacíamos y que no había manera de desprenderse de ella.
Decías que algún día desplegaría sus alas y te cubriría con ellas. Y que ese día sabrías entonces si la niebla espesa con que está hecha era negro sudario para un sueño eterno sin ensueños o una manta de viaje para el tránsito a otra vida.
Decías que hubo un tiempo en que esa idea te atormentaba, pero que se fueron tantos amigos con ella, que de su mano cruzó tanta gente al otro lado, que fuera de sombras o de verdes bosques y azul mar, no te importaba afrontar ese paso para estar con ellos en el desconocido reino, y esperar allí a los que después de ti fueran llegando…
Gracias por todo lo que me enseñaste, enseñas y sigues enseñando. Por todo lo que compartiste y sembraste. Allí donde estés, se te quiere.
A todos aquellos que compartieron con este buscador una experiencia que les cambió la vida, a lo largo de estas más de dos décadas de búsqueda y divulgación del misterio. Testigos, directos e indirectos, que son los protagonistas de este viaje y cuaderno de campo tras lo insólito y lo sagrado. Gracias a todos de corazón, por haber confiado, por ser cómplices en esta particular aventura tras lo insólito, inexplicable, legendario, mágico, trascendental. En definitiva, de lo heterodoxo.
AGRADECIMIENTOS
A Miguel Pedrero, Lorenzo Fernández y Bruno Cardeñosa. Porque siempre están… el orden de los factores no altera el producto.
A Rafael, Antonia, Sonia, Francis, Carmen, Miriam, Juan Antonio, Sandra, Pilar, Elizabeth Alonso Rivas, Rafael, Pedro, y los peques de la familia sevillana, por el cariño y amor que siempre me dan.
A Alberto y Baby, sus peques, Lolo Vázquez, Joseba Fernández, Soni Ruiz, Miguel Angel Pertierra, Jesús Pertierra, la familia malagueña. Juan, Dulce, Virginia y el pequeño Juanjo.
A Edaf, por seguir creyendo en el misterio y la heterodoxia en el mundo literario.
Al equipo radiofónico que hemos compuesto Espacio en blanco en Radio Nacional de España, durante los últimos seis años, Paz Llamas, Rosa Rodríguez, Natalia Sotillos, Yolanda Nieto, Olga Martínez, Miguel Pedrero, los técnicos Rubén de Felipe, Mark Gasca, Paco Bermúdez, María José Cascante, y por supuesto, al capitán, «leyenda viva», Miguel Blanco.
A Rastreadores de misterios, un equipo humano y profesional diferente a todo, Javier Linares, Jorge Linares, Jesús Sánchez, Lorenzo Fernández, Javier Roa (Yeye) y Javi Linares Junior.
PRÓLOGOS
UN GRAN LIBRO
DE UN GRAN AMIGO
Lorenzo Fernández Bueno
Periodista y escritor
Director de la revista ENIGMAS
Colaborador de La rosa de los vientos en Onda Cero
I rreverente, políticamente incorrecto, curioso, caótico, meticuloso, amigo de sus amigos, insaciable, apasionado, arribista, oveja negra, intenso, espíritu libre. En fin, son tantos los apelativos que me vienen a la cabeza cuando hablo del autor de este libro que ahora, seguro, se dispone a disfrutar, que uno no puede por menos que traer al papel una vez más la sempiterna frase que asegura que «Donde hay confianza da asco». Porque a Fran Contreras lo conozco desde que éramos niños, y sé que no hay calificativos suficientes para definirlo, porque cuando uno piensa que el tornillo ya no gira, él siempre se saca de la manga una vuelta más.
No empezaría así estas líneas de no ser consciente de que sus trabajos, y este posiblemente sea uno de los mejores que ha construido, son un reflejo de él mismo, de su forma de ser y de ver el mundo; de su tono vital y de su manera de concebir la existencia propia; siempre al límite, llegando allí donde otros se dan la vuelta.
De alguno de los casos que expone he tenido la fortuna de poder disfrutar, llegando al lugar, conversando con el testigo que, siempre lo digo, se acoge a la presencia del extraño que no para de preguntarle por la experiencia vivida como si fuera ese último clavo que, aunque ardiendo, le da serenidad y lo comprende. Y lo he hecho en compañía de Fran, percibiendo en innumerables ocasiones que su profesionalidad va paralela a su bonhomía, porque donde llega su talante curioso de reportero insaciable también lo hace la persona que empatiza con el testigo. Y este, al cabo del tiempo se refiere a Fran como amigo, y lo recibe como si de su propia familia se tratase.
No hace muchos meses tuve la oportunidad de volver a comprobarlo, en uno de los muchos viajes que realizamos juntos cuando rodábamos la serie de televisión Rastreadores de misterios. Fue en un lugar muy especial, que a mí me cautivó desde el preciso instante en el que Fran me habló de él, la Balma, el santuario de los endemoniados que se cuelga desde las peñas que parte en dos el río Bergantes en las entrañas del Castellón más serrano. En este lugar de pesadilla en tiempos ocurrieron demasiadas cosas, y casi ninguna buena. No les voy a dar más datos, que para eso están extraordinariamente desarrollados en páginas interiores, pero sí les diré que una vez allí, no sé si protegidos o «acongojados» por las sombras del lugar, el ermitaño que gestiona el maravilloso enclave, un tío estupendo llamado José Barberán, literalmente nos abrió las puertas de su casa abrazando a Fran y besándole en las mejillas. Y ya se sabe que el beso entre hombres indica a la familia que se elige. Ahí fui consciente una vez más que este reportero de aire despistado y planta setentera se apasiona tanto con su trabajo, que hasta el testigo lo percibe y lo acaba queriendo como a uno más de su entorno más íntimo.
Dicho lo cual siéntense tranquilos y disfruten de este libro hecho con corazón. Acabarán respirando las sensaciones que anteriormente les comenté, en cada línea; y hasta es posible que se emocionen, que rían o lloren conforme avancen en las historias que aquí se ofrecen; hasta puede que se asusten. Cuando esto ocurra créanme si les digo que cuando Fran Contreras redactaba estas páginas ha hecho lo mismo. Ha llorado, reído y se ha asustado, porque es la única forma de transmitir como solo él transmite.
Y una cosa más; al inicio de estas letras se me ha olvidado añadir algo; además, Fran Contreras es mi amigo. A personajes así o los quieres o los odias, y a mi me ha tocado quererle, qué le vamos a hacer…