George Y Weedon Grossmith - Diario de un Don Nadie
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Diario de un Don Nadie: resumen, descripción y anotación
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Sinopsis
«¿Por qué no habría de publicar mi diario? A menudo he visto memorias de personas de las que nunca había oído hablar, y no acierto a comprender -por la mera razón de que yo no sea “alguien”- por qué mi diario no habría de ser interesante. Solo lamento no haberlo comenzado cuando era joven.» Así empieza este divertidísimo relato de quince meses en la vida del señor Charles Pooter, un empleado de la City londinense, de clase media y con aspiraciones sociales. Por sus páginas irán apareciendo personajes inolvidables como su esposa Carrie, o su hijo Lupin, sus amigos el Sr. Cummings y el Sr. Gowing, y la novia de Lupin, Daisy Mutlar. Las anécdotas registradas en este diario están llenas de inocencia y de la alegría de la vida de este empleado medio y su gusto por los juegos de palabras y los chistes. Es también, sin pretenderlo, un registro exacto de los modales, costumbres y experiencias de los londinenses de la época victoriana tardía.
Esta novela cómica, escrita por George Grossmith y su hermano Weedon, con ilustraciones de este último, apareció por primera vez en la revista Punch entre 1888 y 1889, y se imprimió en forma de libro en 1892. Se la considera una obra clásica del humor y nunca ha dejado de imprimirse.
George y Weedon Grossmith
DIARIO DE UN DON NADIE
Traducción de Eduardo Iriarte
Título original: The Diary of a Nobody
Diseño de la cubierta: Pepe Far
Primera edición en Edhasa Literaria: octubre de 2002
© de la traducción y notas: Eduardo Iriarte, 2002
©Edhasa, 2002 Avda. Diagonal, 519-521. 08029 Barcelona
ISBN: 84-350-0894-0 Depósito legal: B-29.122-2002
Impreso por Hurope, S. L. Recaredo, 4. 08005 Barcelona sobre papel offset crudo de Leizarán
Impreso en España
DIARIO DE UN DON NADIE
INTRODUCCIÓN DEL SEÑOR POOTER
¿Por qué no habría de publicar mi diario? Veo a menudo las memorias de gente de la que ni siquiera he oído hablar, y no veo razón para que —sólo por el hecho de no ser «Alguien»— mi diario no sea interesante. Lo único que lamento es no haber comenzado cuando era joven.
CHARLES POOTER
Los Laureles, Brickfield Terrace,
Holloway
CAPÍTULO I
Nos instalamos en nuestro nuevo hogar y tomo la decisión de llevar un diario. Los proveedores nos dan algún quebradero de cabeza, y también el limpiabarros. Viene de visita el cura y me hace un gran cumplido .
Mi querida esposa Carrie y yo llevamos apenas una semana en nuestra nueva casa, Los Laureles, en Brickfield Terrace, Holloway; [1] una hermosa residencia de seis habitaciones, sin contar el sótano, con un saloncito que da a la calle. Tenemos un jardincillo en la parte delantera y hay un tramo de diez peldaños hasta la puerta de entrada, que, por cierto, mantenemos cerrada y con la cadena pasada. Cummings, Gowing y nuestros demás amigos íntimos siempre acceden por la entrada lateral, lo que ahorra a la criada el engorro de acudir a la puerta delantera, descuidando sus faenas. Tenemos un bonito jardín trasero que se prolonga hasta las vías del tren. En un primer momento albergábamos cierto recelo con respecto al ruido de los trenes, pero el propietario nos aseguró que al poco tiempo no nos daríamos ni cuenta, y redujo el alquiler en dos libras. Desde luego, estaba en lo cierto y, aparte de una grieta en la base del muro del jardín, no hemos sufrido ninguna incomodidad.
Después de acabar mi jornada de trabajo en la City, [2] me gusta estar en casa. ¿De qué sirve una casa si nunca se está allí? «Hogar, dulce hogar», ése es mi lema. Siempre estoy dispuesto a pasar una agradable velada en compañía, eso sí. Tal vez nuestro viejo amigo Gowing se deje caer sin ninguna ceremonia; y lo mismo Cummings, que vive enfrente. A mi querida esposa Caroline y a mí nos encanta verles, si les apetece hacernos una visita, pero Carrie y yo nos las podemos arreglar para pasar las tardes juntos sin nuestros amigos. Siempre hay algo que hacer: colocar una tachuela, enderezar una persiana, clavetear un ventilador o fijar la esquina de una moqueta, todo lo cual puedo hacer con la pipa entre los labios, mientras que a Carrie no se le caen los anillos por coser un botón, remendar una funda de almohada o ensayar la Sylvia Gavotte [3] en nuestro nuevo piano vertical (en régimen de pago a tres años), manufacturado por W. Bilkson (en letra menuda), de Collard y Collard (en letra bien grande). También nos supone un gran alivio saber que a nuestro chico, Willie, le va de maravilla en el Banco en Oldham. Nos gustaría verle más a menudo. Ahora pasemos a mi diario:
3 DE ABRIL
Han venido los proveedores, como de costumbre, y he prometido a Farmerson, el ferretero, que si quiero clavos o alguna herramienta se lo haré saber. Por cierto, eso me recuerda que la puerta de nuestro dormitorio carece de llave y que hay que arreglar las campanillas. La campanilla del salón está averiada y la de la puerta principal suena en el dormitorio de la sirvienta, lo que es ridículo. Nuestro querido amigo Gowing nos ha hecho una visita, pero ha preferido no quedarse, alegando que había un olor infernal a pintura.
4 DE ABRIL
Siguen viniendo los proveedores; al estar Carrie ausente, he decidido vérmelas con Horwin, que me ha parecido un carnicero atento con un negocio limpio y bien llevado. He encargado una espalda de cordero para mañana, a modo de prueba. Carrie se ha puesto de acuerdo con Borset, el mantequero, y ha pedido una libra de mantequilla fresca, así como libra y media de sal de cocina ídem y un chelín de huevos. Por la tarde, Cummings se ha dejado caer inesperadamente para enseñarme una pipa de espuma de mar que había ganado en una rifa en la City, y me ha dicho que me anduviera con cuidado, ya que podía echar a perder el colorido si tenía las manos húmedas. Puesto que no le hacía mucha gracia el olor a pintura, ha dicho que no iba a quedarse y al salir ha tropezado con el limpiabarros. Tengo que retirar el dichoso limpiabarros, o alguien podría acabar restregando mi buen nombre por el barro. No hago chistes a menudo.
5 DE ABRIL
Han llegado dos espaldas de cordero, pues Carrie se había puesto de acuerdo con otro carnicero sin consultarme. Ha venido Gowing y se ha dado un trastazo con el limpiabarros al entrar. Tengo que retirar ese limpiabarros.
6 DE ABRIL
Los huevos del desayuno estaban sencillamente repugnantes. Se los he enviado de vuelta a Borset con un atento saludo y el mensaje de que no hace falta que venga a tomar encargos nunca más. No podía encontrar el paraguas, y aunque llovía a cántaros, he tenido que salir sin él. Sarah me ha dicho que el señor Gowing debió de llevárselo anoche por error, pues había un bastón en el recibidor que no era de nadie. Por la noche, al oír que alguien se dirigía a voz en cuello a la sirvienta en el salón de abajo, he salido a ver quién era, y me he llevado una sorpresa al comprobar que se trataba de Borset, el mantequero, que no sólo estaba embriagado, sino que se mostraba ofensivo. Al verme, Borset ha afirmado que preferiría que le colgaran antes que volver a prestar servicios a un oficinista de la City; el asunto no ha tenido mayor importancia. Me he mordido la lengua y en voz queda le he hecho ver que, en mi opinión, cabía la posibilidad de que un oficinista fuera un caballero . Ha respondido que se alegraba mucho de oírlo, y que le gustaría saber si me había cruzado alguna vez con uno, pues a él nunca le había pasado. Se ha ido dando un buen portazo, lo que a punto ha estado de romper el montante, y le he oído tropezar con el limpiabarros, lo cual ha hecho que me alegrara de no haberlo retirado. Después de que se marchara, me ha venido a las mientes una espléndida réplica que debería haberle soltado. No obstante, la guardaré para otra ocasión.
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