... recojo ahora el libro de los besos escritos
silenciosamente y entre lágrimas actúas.
Misión 1
Rescatar a un zumbado en la piscina municipal
Juro por todos los dioses del firmamento estelar que si sigo oyendo villancicos voy a ponerme a gritar como la loca que llevo dentro. Y la llevo, te lo aseguro.
La primera noción que tuve de mi locura obsesa-posesa vino de labios de mi abuela, ni más ni menos: «Diana, ¿cómo vas, nena, a meterte en semejante follón si lo tuyo es la tranquilidad de tu casa?».
Y eso, créeme, es lo mismo que me he repetido durante 2.309.402.394 veces a lo largo del último año y medio.
Ser policía en este mundo de pirados instantáneos (especie de zumbados que en un minuto la lían parda sin pensar en las consecuencias inmediatas de su acción, oséase , esposas, calabozo y tunda abogacil con juicio incluido) es uno de esos errores que una comete en la vida una sola vez, porque, claro, en cuanto consigues la placa: «¡¡No vas a ser tan gilipollas de dejarlo!! Pero ¡¡si eres funcionaria, hija mía, ¿cómo se te ocurre?!! ¡¡Con lo que te ha costado llegar hasta aquí!!».
¿Llegar adónde exactamente? ¡¿Al borde de la piscina del ayuntamiento, a cinco días de Navidad, llena hasta los topes y con un sujeto de identidad desconocida dando saltos como el macaco de El rey león en pelota picada encima del trampolín?! ¿Para eso he estado yo como una capulla metida en la academia de Ávila durante no sé cuántos meses, más puteada que una monja de clausura? ¿Para eso? ¡¿Con villancicos como música de fondo?!
¡¡Y una mierda!!
—Haga el favor de bajarse de ahí, por favor. Está usted llamando la atención de todos los usuarios de la piscina municipal.
—Tú flipaz , madera tocapelotaz . No pienzo bajarme de aquí hazta que mi Lola venga a buzcarme . Quiero que zepa lo bien que nado.
Perfecto, lo que me faltaba, un borracho exhibicionista enamorado. Un tonto del haba. Debe de ser mi sino. Se me da genial encontrarme con idiotas.
—Se lo repito por última vez: ¡¡¡BAJE DE AHÍ INMEDIATAMENTE!!!
—Ni lo zueñez . Mi Lola dice que el vecino del cuarto ez el mejor, pero yo zé que no. No hay nadie que me gane zaltando dezde el trampolín.
¡Y ¿qué hago?! ¿Saco la pistola y lo amenazo? ¿Le pego cuatro gritos? ¿Pido refuerzos? ¿Sigo mirando al resto de los nadadores, estupefactos ante mi nula actuación como agente de la ley y el orden?
—Estoy empezando a enfadarme. ¡O baja usted de ahí, o me veré obligada a actuar de un modo más contundente!
Contundentísimo, desde luego, aunque si descarto lo de la pistola en su culo, casi me quedo sin recursos. No quiero que me expedienten por «ensuciar mi arma» de semejante forma.
—Oh, la maderita tiene mala leche... ¡ Puez no voy a bajar, y ya ze puede poner como una energúmena, que aquí me quedo! —apunta dando saltitos con los pies en medio del trampolín azul.
No me gustan los desafíos. Me ponen negra. Caigo en todos.
—Eh, ¿es que no piensa hacer nada? Anda que..., policía y encima inútil.
Perfecto, un usuario tocacojones. Decidido. Intervengo. Allá voy, yo... y la brillante idea que acabo de tener.
—Anda, la poli viene a zaltar conmigo. Venga, venga, que yo le voy a enzeñar .
Titubeo a mitad de la pasarela. No es que me encante caminar por una tabla móvil y tambaleante delante de alrededor de setenta y cinco personas que me miran desde debajo de sus gorros de látex. No, la situación no es de mis preferidas. Pero, en fin, allá que voy.
—Deme la mano y camine hasta mí. Quiero hablar con usted con tranquilidad y aquí, desde luego, no podemos hacerlo. Por favor, venga hacia mí. ¡¡No, no salte!!
— Eztoy entrenando para cuando venga Lola. Zólo podré dar un zalto ezpectacular , azí que debo practicar.
—Está usted cometiendo varios delitos: desacato a la autoridad, o sea, yo, exhibicionismo público...
—¡Eh, qué yo no zoy ningún zibionista ! Zimplemente zoy naturizta . Atención todoz : ¡¡VIVA LA MADRE NATURALEZA!!
—¡VIVA!
Casi ochenta bocas aclamando al héroe. Cojonudo.
—Está bien. Ya me ha enfadado. Queda usted detenido...
—Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla...
Uf. Me está poniendo de los nervios. En serio. De verdad. Saco la pistola.
—¡¡LE HE DICHO QUE SE BAJE YA MISMO DE AHÍ!!
—¿Me va a dizparar ? Hoy, en zerio , ez un día de mierda.
Mira, primer punto en el que estamos de acuerdo.
—Me ha dejado Lola, mi novia. ¡ Eztoy haciendo el ridículo en medio de una pizina llena de gente paleta con gorro de ducha y encima odio loz villanzicoz de loz cojonez !
Segundo punto a su favor y abucheo general de los bañistas por el taco.
El sospechoso, culpable a todas luces, sacude las manos como acallando a las masas y vuelve a saltar en la puntita del artilugio maligno, que está empezando a darme vértigo. Muy bien. Acción-reacción, es decir: salto-asalto.
Camino deprisa por el trampolín y lo agarro de los brazos justo en el momento en que éstos se encuentran atrás cogiendo impulso.
—Pero bueno, ¡¡ zi la poli me quiere zobar !! ¡¡ Zo guarrona!! ¡¿A que la denuncio por acozo zezzual ?!