Náufragos sin tierra
A bordo de la misión más dura del Open Arms
Yolanda Álvarez
NÁUFRAGOS SIN TIERRA
A BORDO DE LA MISIÓN MÁS DURA DEL OPEN ARMS
Yolanda Álvarez
Este es el relato emocionante y crudo de la travesía más dura del Open Arms, el buque de rescate que salvó del naufragio a 160 personas en el Mediterráneo y que tuvo que navegar sin rumbo con ellas a bordo hasta que la justicia italiana ordenó su desembarco por motivos humanitarios.
La periodista de TVE Yolanda Álvarez vivió, junto al reportero gráfico Joaquín Relaño, aquella odisea en el verano de 2019 a bordo del buque de rescate, con decenas de personas que ansiaban alcanzar las costas de Europa. El equipo, que pensaba cubrir la misión de rescate durante una semana, pasó cerca de un mes en el mar. Con los puertos seguros más cercanos cerrados al desembarco y una Europa que no movía ficha, la misión 65 del Open Arms se convirtió en la más difícil de la nave de rescate, una secuencia de diecinueve jornadas agónicas que el equipo de televisión transmitió al mundo prácticamente en directo: desde la visita del actor Richard Gere hasta las evacuaciones de emergencia y los intentos de saltar por la borda de algunos náufragos.
Yolanda Álvarez narra sus vivencias, en condiciones a veces extremas, y describe la convivencia, en un barco con capacidad para diecinueve tripulantes, con hombres, mujeres y niños náufragos, desesperados por llegar a una tierra de acogida, después de dejar atrás un infierno de explotación, violencia, abusos y esclavitud.
ACERCA DE LA AUTORA
Yolanda Álvarez nació en Burjassot (Valencia) en 1974. Estudió Periodismo en Valencia, donde empezó a trabajar en Televisión Española. En 2007, ya en Madrid, se incorporó al Área Internacional de los Servicios Informativos de TVE. Fue corresponsal en Oriente Próximo durante cuatro años, donde cubrió las guerras en Gaza de 2012 y 2014. Por su trabajo periodístico en la Franja durante la ofensiva más sangrienta, obtuvo el Premio Libertad de Expresión, el Premio Derechos Humanos y el Premio Turia a la Mejor Contribución de Medios de Comunicación. Desde 2015, es reportera del programa En Portada .
ACERCA DE LA OBRA
«Si algo he sacado en claro después de hablar con los náufragos es que nadie arriesga su vida ni abandona su entorno, su cultura y a sus seres queridos si tiene una vida digna en su lugar de origen. También que los traficantes despiadados que se lucran con el sufrimiento y la necesidad humana, sin mostrar el menor respeto por la vida de las personas migrantes, no van a preocuparse de si en el Mediterráneo hay o no buques humanitarios de rescate para seguir adelante con su sucio negocio. No tengo la menor duda de que si los países más desarrollados establecieran mecanismos más rápidos y sencillos para facilitar la migración regular y el derecho al refugio, los traficantes de personas tendrían menos oportunidades de lucrarse con la desesperación ajena, en un mundo en el que sobran las razones para huir en busca de una vida mejor.»
Y OLANDA Á LVAREZ
Índice
A Alicia G. Montano, por la magia de hacerlo posible.
A todas las personas que huyen del infierno, sea cual sea.
Que la vida no te traiga todo
aquello que puedas soportar.
P ROVERBIO ÁRABE
E n la vida, el sueño que perseguimos puede convertirse súbitamente en una condena. Y lo que muchos contemplan con horror, como algo insufrible, puede acabar siendo nuestra tabla de salvación. Las dos cosas ocurrieron a bordo del Open Arms el verano de 2019. Todavía hoy me pregunto quién ayudaba a quién: si con cada operación de salvamento no naufragaban nuestros valores y si aquellos náufragos no eran al fin y al cabo el único rescate posible de una Europa que está perdiendo el alma.
La semana que se convertiría en un mes
U nas semanas antes de aquel viaje, me había sincerado con mis jefes: me sentía estancada, sin retos. Quizás se debía a mi espíritu inquieto, que se niega a acomodarse, quizás a mis ritmos vitales, que cada cuatro o cinco años me producen lo que los valencianos llamamos desfici , un desasosiego o sensación de aburrimiento que reclama cambios. Desde que llegué a Madrid, en 2007, había pasado cuatro años en el Área Internacional de los Servicios Informativos de TVE, cuatro más como corresponsal en Jerusalén y ahora se cumplían otros cuatro en el programa En Portada .
El último reportaje, No es país para cineastas , rodado en Irak, me había llevado de regreso a Oriente Medio, el lugar en el que más había aprendido como periodista y como persona. Mi trabajo allí, especialmente la cobertura de la última guerra en Gaza, en verano de 2014, me granjeó el reconocimiento del público y de la profesión; pero implicó también el fin de mi etapa como corresponsal. La dirección de Televisión Española, que confundía periodismo con servilismo, se plegaba en 2015 a los intereses políticos y diplomáticos no solo del Gobierno de Israel, sino también del español y, en el mejor momento de mi carrera, me mandaba a casa.
Recuerdo la llamada de Gundín, el director de Informativos, para comunicarme el cese: «Cuento contigo en Madrid». Le espeté un: «Quieres decir que no cuentas conmigo». El cinismo de los serviles no conoce límites. Ya lo dijo el maestro Kapuściński en su libro Los cínicos no sirven para este oficio , que me quedé con ganas de regalarle a él y a alguno de sus adláteres. Era tan evidente que se trataba de un movimiento para sacarme de escena que tuve que insistir durante más de dos meses para que la dirección me diera a conocer el destino en el que supuestamente «contaba conmigo».
No fui la única corresponsal española a la que las presiones sacaron de allí, pero mi destitución había montado tal revuelo en la prensa nacional e internacional que la dirección de Informativos decidió darme una salida más o menos digna, que no sonara a castigo evidente. La directiva que ahora se atreve a tuitear con el hashtag #diariodeunacesada —como si ella no hubiera orquestado y ordenado el cese de otras compañeras y compañeros competentes— me propuso una salida «adecuada a mi perfil» en el programa En Portada , un espacio de periodismo internacional de calidad relegado a horarios intempestivos y cambiantes, que hay que ir buscando con verdadera militancia por la parrilla de programación de La 2.
Durante mi etapa en este programa, he hecho algunos reportajes que me han reconciliado con el periodismo y con TVE, como «Esclavas del Dáesh», «Ex yihadistas» o «Prisionero 151/716», que abordaban temas relacionados con la región del mundo que mejor conocía, pero desde otros escenarios, sin poner un pie en Oriente Medio. Por eso, cuando volví a Bagdad para el rodaje del último En Portada , fui feliz. Y no solo eso: durante aquellos días, fui consciente de mi felicidad, algo que ocurre pocas veces en la vida (solemos añorar momentos felices vividos en el pasado, pero nos cuesta identificar la felicidad del presente, en el preciso instante de vivirla). No obstante, al acabar el reportaje no logré conservarla y sentí una profunda nostalgia por volver a pisar el terreno, sin importar lo duro o escabroso que fuera, por volver a ser testigo de primera mano de los acontecimientos con los que se va escribiendo la historia.
A veces las mejores cosas de la vida llegan por una serie de coincidencias o por casualidad. Hay quien a esa conjunción de factores le llama destino. Quienes no creemos en él sabemos que, además de la suerte, hace falta la voluntad y la ocasión de que quienes pueden darte una oportunidad te la ofrezcan.