Índice
P REÁMBULO
L a era moderna.
Cuando los valores y la consideración de lo ético y lo moral no son lo que eran.
Cuando la filosofía de vida se ha alterado tanto que los padres no son capaces de comprender a sus hijos. Ni a otros muchos padres.
Cuando todo se ha vuelto líquido.
¿Como siempre ha ocurrido?
Quizá.
El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman fue capaz de desentrañar los misterios del mundo occidental contemporáneo y explicar sus fenómenos sociales. En sus libros Modernidad líquida (2000), Amor líquido (2003), Vida líquida (2005) y Tiempos líquidos: vivir en una época de incertidumbre (2007), descubrió y detectó aquello que diferencia a las generaciones actuales de las anteriores: una completa ruptura con las instituciones establecidas, con los cánones impuestos y con las estructuras prefijadas.
Hasta hace unos años, el individuo nacía predestinado, sin saberlo, a seguir una senda ya marcada; a completar unas etapas, a tachar de una lista tan invisible como sólida una serie de hitos que no podía esquivar. Estaba llamado a estudiar, trabajar y encontrar dos ejes inamovibles en forma de ocupación profesional y de compañía sentimental. O, simplemente, a apoyar al otro, a aquel que debía asumir, por aquellas leyes no escritas, las tareas fundamentales.
Pero hoy nada es como era. La vida «líquida» se basa en la temporalidad y en la inestabilidad, en el individualismo; en el cambio, la volatilidad y, también, en la obsolescencia programada. El compromiso es una responsabilidad que evitar y, por eso, hoy, nada se conserva. Todo se exprime y se cambia, se recambia y se actualiza.
La televisión ha contribuido a ese cambio en nuestra forma de vivir y de entender el mundo. Hoy, la sociedad vive en una eterna búsqueda, en un gasto constante, en una eterna exploración; busca sin querer encontrar, solo por el gusto de descubrir, cada día, algo nuevo. Se entiende que el ayer es efímero, y se empieza a pensar que el ahora, casi también.
Aunque el cambio ha sido tan rápido, tan abrupto, tan vertiginoso que no son pocos los que se debaten, cada minuto, entre lo que en su día asumieron como correcto y lo que la realidad, la cotidianeidad, los empuja a entender como deseable.
Y en este contexto viven los Simpson .
En este contexto vive Marge.
«Perdona a una bocazas»
Corría el año 1990, el inicio de la década que se asomaba al nuevo milenio. Cuando el fin de la Guerra Fría dibujaba un nuevo capítulo de la historia. Cuando la moda grunge atacaba el decoro con sus vaqueros rotos y su música histriónica. Cuando los nacidos en las primeras décadas del siglo XX no dejaban de repetir que no entendían nada de lo que estaba empezando a suceder.
Un periodista de la revista People preguntó a la primera dama su opinión por el último fenómeno televisivo. ¿Le gustaban a Barbara Bush Los Simpson ? «Jamás dedicaré un minuto a ver algo tan estúpido.» Ella, sin duda, se sentía más cercana a Los Walton , aquella idílica familia que, con esfuerzo y amor, luchaba junta para salir adelante en tiempos de la Gran Depresión norteamericana.
Sus palabras no habrían ido más allá de no ser porque otra poderosa mujer decidió contestarle, con admiración, escribiéndole una sentida carta en la que le explicaba sus zozobras y refutaba con cortesía su deliberado insulto.
Yo sonreiré por las dos
La vida en femenino
según Marge Simpson
Lalo Tovar
«Querida primera dama», comenzaba su escrito aquella madre que se sentía incomprendida por aquella a la que tomaba como modelo que seguir. «He leído recientemente sus críticas a mi familia. Me han hecho mucho daño. Sabemos que no somos perfectos y, siendo sinceros, quizá solo seamos un poco normales; pero, como dice el doctor Seuss, “una persona es una persona”.»
El concepto «normal» asomaba ya en las primeras líneas. «Intento enseñar a mis hijos, Bart, Lisa e incluso a la pequeña Maggie, que siempre le den a alguien el beneficio de la duda y que no hablen mal de ellos, incluso aunque sean ricos. Cuesta que entiendan este consejo cuando la primera dama del país no solo nos llama tontos, sino “la cosa más tonta ” que ha visto nunca. Señora, si somos la cosa más tonta que ha visto nunca, Washington debe de ser mucho más diferente de lo que me enseñan en los encuentros de la iglesia.»
Y remataba: «Siempre he creído en mi corazón que teníamos algo muy bueno en común. Las dos vivimos nuestra vida para servir a un hombre excepcional. Espero que haya una manera de terminar con esta controversia. Pensé que quizá sería un buen comienzo decir lo que pienso».
Palabras sinceras, escritas con gran respeto y desde una admiración que se había visto contrariada por un ataque gratuito. Si ambas se esforzaban en cumplir un papel provechoso para la sociedad que compartían, si las dos tenían claro cuál era su papel, si las dos dedicaban todos sus esfuerzos a seguir fortaleciendo las bases de su país y de su sociedad…, ¿qué era lo que ella estaba haciendo mal?
La respuesta llegó, pocos días después, también en forma de carta… y de igualmente sentida disculpa.
YO SONREIRÉ POR LAS DOS
La vida en femenino según Marge Simpson
Lalo Tovar
EL REFLEJO DE LA LUCHA CALLADA DE MILLONES DE MUJERES EN TODO EL MUNDO,
DESDE LA ÓPTICA PARTICULAR DE MARGE SIMPSON.
Yo estaré aquí para auparte, sostenerte y para sacrificarme. Yo, que ya he asumido mi papel. Yo, que no estoy dispuesta a que repitas mis errores. Yo, que quiero que tú, Lisa, seas lo que a mí no me dejaron ser: autónoma, independiente, una mujer del siglo XXI . Que si quiere llorar, llora; que si quiere gritar, grita. Que debe gritar. Y sonreír únicamente cuando de verdad quiere hacerlo.
¿Es Marge Simpson una mujer dibujada para su familia… y nada más? Ella toma la palabra —y ya era hora— para demostrar que bajo su pecho amarillo late el corazón de una mujer corriente, sí, pero también revolucionaria. Ignorada, pero con mucho que decir. Sumisa, pero decidida a lograr que todo cambie. Porque, sin duda, #MargeToo.
ACERCA DEL AUTOR
A Alejandro Tovar Lasheras (Zaragoza, 1988) le llaman Lalo desde pequeño; cuando le preguntaban su nombre, solo acertaba a balbucear el que hoy sigue siendo su apodo. Por entonces, cuando ni siquiera sabía construir frases completas, se topó con un anuncio en TVE…, el anuncio de una nueva serie de dibujos animados. No podía verla; la emitían por la noche, cuando él dormía en la cuna. Y, aunque no lo sabía, esa suerte de hipnosis se iba a mantener y a potenciar con los años. Los Simpson terminarían siendo su pasión y, también, el eje central de su tesis doctoral, que le ha valido un aplauso cum laude. Alejandro (Lalo) es periodista y locutor de radio. Y es consciente de que a Matt Groening, el «padre» de Homer, Bart, Marge, Lisa y Maggie, le debe, al menos, una cena.
Uno de estos, como todo lo que hago,
también va para allá, madre.
Para ti. Por ti.
«Querida Marge: Qué amable por tu parte escribirme. Me alegra que hayas dejado que hable tu mente, fui tonta al pensar que no tenías una. Estoy mirando una foto tuya en un vaso de plástico, con tu pelo azul lleno de pájaros rosas asomando por todas partes. Evidentemente, tú y tu encantadora familia, Lisa, Homer, Bart y Maggie, estáis de camping . Es una bonita escena familiar. Claramente, estáis dando un buen ejemplo al resto del país. Por favor, perdona a una bocazas. Post data : ¡Homer parece un tipo muy guapo!»