Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia. Ll évame h asta el cielo
Cuasi comedia en cuatro cuadros y un ascensor Primera edición: julio 2018 ISBN: 9788417483234
ISBN eBook: 9788417483821 © del texto: Nacho A. Llorente © de esta edición: , 2018 www.caligramaeditorial.com info@caligramaeditorial.com Impreso en España – Printed in Spain Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright . Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
A mi familia, la de casa,
en la que nunc a escuché
hablar sobre puertas. A Aitana, Thiago, Cristina, Lui s, Laura. A las persona s de todo
género, color, creencia y a pariencia
que se ven agre didas en su libertad
y que no pueden ejercer su vida l ibremente
por imposiciones a las que nunca
pudieron enf rentarse. A los que emplean el miedo para someter:
¡ atención!: mariposas sueltas. No sé h asta cuando pod ré seguir
engañando a la gente. Blanche Dubois en
Un tranvía llam ado Deseo
de Tennessee Williams.
Introducción Tennessee Williams jugueteó con el expresionismo en el teatro en sus primeros estrenos comerciales. En El zoo de cristal , renegó del realismo e investigó las posibilidades plásticas de un acercamiento a la verdad a través de la excitación sensorial y psicológica en el arte dramático y de una estimulación del proceso cognitivo en el público que huía de la concepción fotográfica del arte para abogar por una creación orgánica que también representara los procesos internos de las tramas y los personajes y no sólo sus realidades visibles. A pesar de que pueda parecer lo contrario, obras posteriores como La gata sobre un tejado de zinc caliente , Un tranvía llamado deseo o De repente, el último verano no abandonan esa propuesta, aunque las construye más en torno a lo corporal, al sudor o a la animalidad básica y profunda de personajes que viven su sueño particular en una realidad sucia y cruel que a fantasías oníricas que esconden debilidades humanas bajo un manto de humo escenográfico. El Tennessee Williams de Broadway y de Hollywood entendió que el público quiere ser parte de la transgresión, de la violencia y de las pasiones que viven los personajes sobre el escenario y que la verdad no está reñida ni con la mentira ni con la fantasía. Kowalsky y Blanche, o Brick y Margaret, o Cukrowicz y Violet, no dejan de ser el reflejo de unas existencias privadas puestas en la arena de un mundo al que no han sabido pertenecer según reglas que les son extrañas. En este sentido, también son personalidades irreales.
Pero la fantasía de sus realidades individuales es también un camino hacia la verdad. Como filólogo, como autor y como lector, me interesa la creencia de Tennessee Williams de que siempre existen varios caminos para acceder a la verdad, además del verdadero. No he querido elegir el formato del drama para contar la historia de Llévame hasta el cielo . Es, sencillamente, una función de dos-en-un-ascensor, un two-in-a-box , la metáfora de un encierro del que ha de surgir, por múltiples vías, la realidad de la libertad. Quizás, a primera vista, el holograma no sea demasiado evidente pero, detrás de Ángela y de Marcelo, hay varias reflexiones complejas acechando en la claridad. Espero que el lector tenga la paciencia primero de capturar las imágenes y, después, de superponer las ideas para crear su propia conclusión de una fantasía que, en realidad, es muy real.
Según el irremplazable autor y guionista William Goldman, Tennessee Williams siempre decía que en toda obra de teatro había siempre un momento en el que ésta te abría la puerta y, como autor, te dejaba entrar. Llévame hasta el cielo tardó en abrirme la suya pero, después de algunos intentos por acertar, lo hizo de par en par de repente, un día sin avisar. Por cierto: conviene advertir de que este texto es deliberadamente anacrónico en alguna de sus partes. Venga, pasen. Está la puerta abierta. Notas para la representación Llévame hasta el cielo es un función de atrapados-en-una-caja .
En un ascensor real, el espacio físico es reducido; a lo sumo, 4 o 5 metros cuadrados. Sin embargo, y al igual que el tiempo, el espacio no deja de ser una dimensión flexible cuya percepción depende de la experiencia personal y de los procesos psicológicos y sensoriales que cada uno asocia a cada momento y a cada estado. Cada producción puede elegir cómo representar el lugar de la acción, mediante ficticios de atrezzo o una construcción escenográfica ad-hoc. Mi elección, si alguien lo pregunta, es la de trabajar en una caja negra en la que no existan corpóreos y ayudarse con recortes regulados para sugerir cómo se expande o se contrae el espacio físico según evoluciona la percepción del espacio para los personajes y para el público. Al inicio de la representación, el ascensor tendrá una superficie realista pero, con el avance de la interacción entre Ángela y Marcelo, los recortes de iluminación se abrirán para que la superficie interna al relato sea de 12 o 15 metros cuadrados, o incluso más, para permitir que los personajes deambulen e interactúen sin limitación de espacio. Las puertas del ascensor o el movimiento de la cabina serán mejor sugeridos con efectos de sonido que con corpóreos.
Con una propuesta de espacio vacío, el público no recibirá otro estímulo visual que no sea el de los propios actores y el canal quedará limpio para que puedan ofrecer un trabajo directo y sin interferencias. En este caso, prefiero recomendar también un desglose de efectos sonoros que acompañen a la acción. El estímulo auditivo cuenta con un potencial narrativo sensorial que puede aportar una experiencia con significados más intuitivos para el público. Los directores y productores que opten por una escenografía más realista pueden recurrir a la utilización de paredes móviles que se desplacen hacia dentro y hacia fuera para acotar el espacio de trabajo de los actores. Las puertas pueden simularse con un marco vacío y sugerir con efectos sonoros el cierre y la apertura. O puede obviarse también el marco, o emplearse un ficticio completo, con marco, puertas deslizantes y panel de botones.
Este recurso puede ser combinado con un ciclorama, con una trasera retroproyectada o con una pantalla, empleando audiovisual o fotografías para añadir una ambientación más cinematográfica a la historia, para proyectar citas o textos o contenidos gráficos o ilustraciones… Como autor, acepto que cada productor o director elija cómo crear su particular versión de esta historia. La música, los efectos sonoros y la iluminación son, en mi elección, recursos principales en términos de producción. En el inicio de los cuadros I y III, la música conocida como de ascensor o de hilo musical es capaz de evocar, de forma instantánea, toda una fotografía y un subtexto para esta historia. Por su parte, y a efectos de iluminación, se recomienda hacer un tratamiento de las luces creativo y, sobre todo, temático a-la-wagneriana y por temperaturas de color, de acuerdo a las indicaciones de cada director. Durante el inicio de los cuadros I y III, la iluminación pide intensidad y contrastes para sugerir realidad pero, una vez lanzada la trama, se recomienda jugar con la mezcla de colores básicos para combinarlos temáticamente y crear ambientes con significado. El lugar de la acción es el vestíbulo de ascensores de un rascacielos cualquiera en una metrópolis moderna.