© 2013 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc. Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com
Las selecciones de esta obra se han tomado del libro anteriormente publicado Cuando Cristo venga, por Max Lucado, © 1999 Grupo Nelson.
Título en inglés: Beyond Heaven’s Door
© 2013 por Max Lucado
Publicado por Thomas Nelson, Inc.
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A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usados con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.
Citas bíblicas marcadas « NVI » son de la Nueva Versión Internacional® NVI ® © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Usada con permiso.
Citas bíblica marcadas « NTV » son de La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente NTV ©Tybdale House Foundation, 2012. Todos los derechos reservados.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Eugenio Orellana, Ricardo y Mirtha Acosta
Desarrollo literario y diseño: Koechel Peterson & Associates, Inc., Minneapolis, Minnesota
Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN : 978-1-60255-006-3
13 14 15 16 17 QG 9 8 7 6 5 4 3 2 1
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Oí una gran voz
del cielo que decía:
He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres,
y él morará con ellos;
y ellos serán su pueblo,
Y D IOS MISMO ESTARÁ CON ELLOS
COMO SU D IOS.
—APOCALIPSIS 21.3
CONTENIDO
No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en
el reino de los cielos.
—MATEO 7.21
NO PRETENDO ser un buen golfista, pero sí tengo que confesar que soy un adicto al golf. Si conoces un programa de doce pasos para tratar el mal, me inscribo. «Hola. Soy Max, un golfadicto». Me encanta jugar golf, mirar jugar golf y, en las noches buenas, hasta sueño con golf.
Saber esto te ayudará a entender la tremenda alegría que sentí cuando me invitaron al Torneo de Maestros. Un boleto para el «Masters» es para el golfista como el Cáliz Sagrado. Son igual de escasos que las bolas que logro echar a los hoyos. De modo que estaba emocionado. La invitación vino vía el golfista profesional Scott Simpson. A cada jugador se le da cierta cantidad de boletos y Scott nos ofreció a mi esposa y a mí dos de los suyos. (Si alguna vez alguien hubiera dudado que Scott entraría al cielo, este gesto suyo eliminó cualquier duda.)
De modo que partimos para el club de golf «Augusta National» en Atlanta, Georgia. Allí los trofeos de golf son como el musgo que cuelga de los árboles. Está el campo donde Nicklaus dio el golpe. El borde donde se detuvo la bola de Mize. La pista donde Saranson golpeó su tiro de aproximación. Yo era como un niño en una confitería. Y, como un niño, no podía captar suficiente. No me bastaba con ver el campo de golf y caminar por el terreno. Quería ver el salón de los trofeos. Allí es donde están en exhibición los palos de Hoigan y Azinger. Allí es donde pasan el tiempo los jugadores.
Y allí era donde yo quería estar.
Pero no me lo permitieron.
Que no lo dejen entrar a uno para ver la historia del golf es una cosa, pero que le nieguen la entrada al cielo es otra muy diferente.
Un guarda me cerró el paso. Le mostré mi boleto, pero él movió la cabeza. Le dije que conocía a Scott, pero tampoco sirvió. Le prometí que le ayudaría para que su hijo mayor entrara en la universidad. Nada. «Solo caddies y jugadores», me dijo. Claro. Él sabía que yo no era jugador. También sabía que yo no era un caddie. En los «Masters» los caddies deben usar ropa blanca y mi ropa me delataba. Así es que opté por retirarme, pensando que nunca lograría ver los palos y los trofeos. Había logrado llegar hasta la puerta pero me habían negado la entrada.
Muchas personas temen que les pase lo mismo en el cielo. Temen que en la puerta les digan que no pueden entrar. Un temor lógico, ¿no te parece? Estamos hablando de un momento fundamental. Que no lo dejen entrar a uno para ver la historia del golf es una cosa, pero que le nieguen la entrada al cielo es otra muy diferente.
Esta es la razón por qué algunas personas no quieren hablar del regreso de Cristo. El tema las pone nerviosas. Puede que se trate de personas temerosas de Dios y asistentes a la iglesia, pero así y todo, el asunto las pone mal. ¿Hay una solución para este miedo? ¿Necesitas pasar el resto de tu vida preguntándote si te van a parar en la puerta?
Según la Biblia, es posible «saber más allá de toda duda que tienes vida eterna» (1 Jn 5.13). ¿Cómo? ¿Cómo podemos estar seguros?
Curiosamente, todo tiene que ver con la ropa que usamos.
UN ESTRICTO
código de vestimenta
Amigo, ¿cómo entraste aquí,
sin estar vestido de boda?
—MATEO 22.12
JESÚS CONTÓ la historia de un rey que planeaba una fiesta de bodas para su hijo. Se entregaron las invitaciones, pero las personas «no quisieron venir» (Mt 22.3). El rey es paciente y extiende una segunda invitación. Esta vez los siervos del rey son maltratados y muertos. El rey se pone furioso. Los asesinos son castigados y la ciudad es destruida y la invitación se hace, ahora, a todo el mundo.
La aplicación de la parábola no es complicada. Dios invitó a los israelitas, sus escogidos, a ser sus hijos. Pero ellos rechazaron la invitación. Y no solo la rechazaron, sino que mataron a los siervos del Señor y le crucificaron a su Hijo. La consecuencia fue el juicio de Dios. Jerusalén fue incendiada y el pueblo esparcido.
Pero la parábola continúa, y el rey hace otra invitación. Esta vez se dio a todos el acceso a la fiesta de bodas: «buenos y malos» (Mt 22.10), o judíos y gentiles. Aquí es donde nosotros, los que no somos judíos, entramos en la parábola. Somos los beneficiarios de la invitación amplia. Y un día estaremos en la entrada del castillo del rey. Pero la historia no termina aquí. Estar a la puerta no es suficiente. Se requiere una ropa determinada. La parábola termina con un párrafo estremecedor.