notas
Es decir, todo el mundo.
Se lo hicieron a medida a Crowley. Los chips de encargo son increíblemente caros pero él podía permitírselo. Aquel reloj daba la hora de veinte capitales del mundo y una del Otro Mundo, donde siempre era la misma hora: Demasiado Tarde.
Santa Berilia Articulata de Cracovia, conocida mártir del siglo V. Según cuenta la leyenda, Berilia era la prometida (en contra de su voluntad) de un pagano, el Príncipe Casimiro. En la noche de bodas rezó al Señor para que intercediese, esperando sin mucha fe que le saliera barba milagrosamente. De hecho, tenía ya preparada una cuchilla de afeitar para mujer, por sí acaso; pero el Señor le concedió la milagrosa capacidad de decir continuamente lo que se le ocurría, por intrascendente que fuera, sin cesar ni siquiera para comer o respirar.
Según una versión de la leyenda, el Príncipe Casimiro estranguló a Berilia tres semanas después de casarse y haber consumado el matrimonio. Murió virgen y mártir, hablando hasta el final.
Según otra versión de la leyenda, Casimiro se compró tapones de cera y ella murió en el lecho, con él, a los sesenta y dos años.
La Orden de Parlanchinas de Santa Berilia hace voto de emular a su santa patrona en todo momento, con un descanso de media hora los martes por la tarde, momento en que se les permite a las monjas callar y, opcionalmente, jugar al ping-pong.
Con una encantadora abuelita de detective y nada de persecuciones de coches, a menos que vayan muy despacio.
Llegados a este punto, posiblemente valga la pena mencionar el hecho de que el Sr. Young creía que un paparazzi era un tipo de linóleo italiano.
Aunque, todo hay que decirlo, tuvo que levantarse en 1832 para ir al baño.
Nota para los americanos y otros alienígenas: Milton Keynes es una ciudad nueva a medio camino entre Londres y Birmingham, aproximadamente. La construyeron como ciudad moderna, eficiente, saludable; en resumidas cuentas, un lugar agradable para vivir. Cosa que muchos británicos encuentran graciosa.
La Biblia del Carajo también es célebre por contar con veintisiete versos en el tercer capítulo del Génesis, en lugar de los habituales veinticuatro.
Los versos seguían al vigésimo cuarto, que en la versión del rey Jaime reza:
"Expulsó al hombre, y puso delante del jardín de Edén a los querubines y una espada flameante para guardar el camino al árbol de la vida."
25 Y el Señor se dirigió al Ángel que guardaba la puerta oriental, diciéndole: "¿Dónde se halla la espada flameante que te fue otorgada?
26 Y el Ángel dijo: "La tenía aquí mismo hace tan sólo un instante, me la habré dejado en alguna parte, algún día me dejaré la cabeza".
27 Y el Señor no volvió a preguntarle.
Al parecer, estos versos se insertaron durante la etapa de pruebas. En aquellos días era una costumbre muy común entre los tipógrafos colgar hojas de prueba en los postes de fuera de las tiendas para instruir al populacho y para que les corrigieran las pruebas gratis, y dado que la tirada entera fue echada al fuego, nadie se molestó en plantearle la cuestión al encantador Señor A. Zirafel, que tenía una librería dos puertas más abajo, que tanto ayudaba con las traducciones y cuya escritura se entendía a la primera.
Las otras dos fueron La ratonera y Buscadores de oro en 1589.
A quien ya se le había pasado por la cabeza alguna que otra idea en aquella dinámica, y se pasó los últimos años de su vida en la cárcel, desde que por fin decidió ponerlas en práctica.
Otro arranque de ingenio editorial, porque el Parlamento Puritano de Olive Cromwell había declarado ilegal la Navidad en 1654.
Ciudad sólo de nombre. Tenía las dimensiones de una capital de condado de Inglaterra o, traducido a términos americanos, de un centro comercial.
Una escuela nocturna al final de Tottenham Court Road, dirigida por un actor de edad que lleva desde los años 2O haciendo papeles de mayordomo y de ayuda de cámara en películas y en series de televisión.
Omitía el dato de que Atila se portaba bien con su madre, o de que VIad Drakul era muy puntilloso en cuanto a rezar sus oraciones todos los días.
Excepto de los detalles sobre la sífilis.
Belcebú tiene reservado un demonio para mí. (N. de la T.)
Un imbécil del siglo XVI sin relación con ningún presidente de los Estados Unidos.
Sorprendentemente, una de estas historias es cierta.
La entrevista fue concedida en 1981 y consistió en lo siguiente:
P: ¿Entonces, es usted el Secretario de las Naciones Unidas?
R: Jawoh1.
P: ¿Llegó a ver a Elvis?
El Sr. y la Sra. Thomas Threllfall, Calle de Los Olmos, 9, Paignton. Siempre decían que lo mejor de las vacaciones era no tener que leer el periódico ni escuchar las noticias; dejarlo todo de lado. Y debido a una alteración del estómago que tuvo el Señor Threllfall, y a que la Sra. Threllfall abusó del sol el primer día, aquella era la primera vez que salían de la habitación del hotel en una semana y media.
No importaba que el nombre de la banda hubiera cambiado a lo largo de los años, de acuerdo, normalmente, con lo que Adán había visto o leído el día anterior (La Patrulla Adán, Adán y Cía., La Banda del Agujero en la Tiza, Los Cuatro Súper Famosos, La Legión de los Auténticos Superhéroes, La Banda de la Cantera, Los Cuatro Secretos, La Sociedad de la Justicia de Tadfield, Los Galaxatrons, Las Cuatro Personas Simplemente, Los Rebeldes). Todos los demás se referían misteriosamente a ellos como Ellos, y al final ellos también.
Culogordo Johnson era un niño triste y más grande de lo normal. Hay uno en todos los colegios; no es exactamente gordo, sino más bien gigantesco, y normalmente usa la misma talla de ropa que su padre. El papel se rompía entre sus tremendos dedos, los bolis se hacían añicos cuando él los cogía. Los niños con los que intentaba jugar a juegos tranquilos y amistosos solían acabar debajo de sus descomunales pies, y así Culogordo Johnson se convirtió en un matón casi en defensa propia. Al fin y al cabo, más valía que le llamaran matón, que al menos implicaba cierto control y voluntad, que bruto patoso. Era la cruz del profesor de gimnasia, porque si Culogordo Johnson se hubiera tomado el mínimo interés, el colegio habría sido campeón. Pero nunca dio con el deporte que le fuera bien. En vez de ello, estaba consagrado en secreto a su colección de peces tropicales, que ganaba concursos. Culogordo Johnson tenía la misma edad que Adán Young, con unas horas de diferencia, y sus padres no le habían dicho que lo adoptaron. ¿Lo ven? No se equivocaron en lo de los bebés.
Si en aquel tiempo, Adán hubiera dispuesto de todos sus poderes, la Navidad de los Young se habría estropeado al descubrir un hombre gordo muerto boca abajo en el conducto de la calefacción central.
Sería interesante mencionar que la mayoría de los seres humanos no pueden levantar, normalmente, más de O,3 alpes (3O centialpes). Adán se creía las cosas en una escala que iba de 2 a 15.64O everests.
Y pelo. Y color de piel. Y, si se comía durante el tiempo suficiente, señales de vida.
Pero no como los demás Burger Lords del resto del mundo. Los Burger Lords alemanes, por ejemplo, vendían cerveza en vez del típico refresco de raíces, mientras que los Burger Lords ingleses se las ingeniaban para localizar las virtudes de los fast-foods americanos (la rapidez con la que sirven la comida, por ejemplo) y eliminarlas meticulosamente; traían la comida al cabo de media hora, a temperatura ambiente, y sólo se podía distinguir la hamburguesa del pan por la fina hoja de lechuga tibia que los separaba. A los representantes de Burger Lord les pegaron un tiro veinticinco minutos después de que pusieran los pies en Francia.
Los cómics a los que se refiere Wensleydale eran una obra en 94 fascículos semanales, llamada “Maravillas de la Ciencia y la Naturaleza”. Tenia todos los que habían salido, y para su cumpleaños quería encuadernarlos. La lectura semanal de Brian consistía en cualquier cosa cuyo título incluyera un montón de exclamaciones, como “WhiZZ!” o “Clang!!”. También lo era para Pepper, aunque ni sometiéndola a la mas refinada tortura admitiría que también se compraba una revista para adolescentes con tapas lisas. Adán no leía cómics. Nunca estaban a la altura de lo que el se inventaba.