• Quejarse

Gustavo Martínez Fernández - La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo

Aquí puedes leer online Gustavo Martínez Fernández - La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2022, Editor: G M, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover

La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

¿Qué tienen en común Charlot, Isabel Pantoja, Tarzán, Peret, Lola Flores, Bárbara Rey, Sara Montiel y Gato Pérez? La culpa fue de la rumba. Y Miquel Rubió tocaba el bajo es un libro de memorias; un relato vibrante que excita la imaginación del lector.

Miquel Rubió desarrolló una extensísima carrera como músico acompañando a los más relevantes artistas españoles del último tercio del siglo XX. Esa experiencia favoreció la cosecha de un rico e inagotable anecdotario que ahora se desgrana en cada una de las páginas de este libro.

Descendiente de una familia de vida singular, Miquel Rubió creció en una atmósfera de ingenio, creatividad y sensibilidad artística que le hizo decantarse, siendo aún niño, por la formación musical, que recibió en el Conservatorio de Barcelona.

A la edad de trece años, inició su andadura profesional creando su primer grupo, Mike Xavi, actividad que compaginó con sus colaboraciones en orquestas del velado y perverso ambiente nocturno de una ciudad que nunca despreció una oportunidad para evadirse de una realidad decidida por las circunstancias políticas.

Tras dejar atrás la adolescencia, se aventuró a viajar a Escandinavia para tocar, en compañía de otros músicos, en clubs de Suecia y Finlandia. Dos años después, se desplazó a Madrid para formar parte de Los Juniors, grupo con el que degustó la explosión de los años sesenta, viviendo experiencias inimaginables incluso para alguien que, como él, había conocido el ambiente liberal de la sociedad nórdica.

A su regreso a Barcelona, su carrera gira radicalmente tras conocer a los músicos Ramoncito Pérez y Papi Cunill, que lo sumergen en la guaracha -germen de la rumba catalana- y en el resto de ritmos caribeños hasta llegar a ser considerado por la prensa europea como el mejor bajo latino de Europa.

Y es, entonces, cuando el músico inicia su etapa álgida colaborando, además de los ya nombrados, con artistas como Dyango, Moncho, Tito Puente, Los Amaya, Ágata Lys, Manzanita, Armando Manzanero, Bambino, Olga Guillot, Josep M. Bardagí, José Luis Soler Beethoven, Astrud Gilberto, Papi Nilton o Mireille Mathieu, entre otros.

La culpa fue de la rumba. Y Miquel Rubió tocaba el bajo es una oportunidad para descubrir y sumergirse en la atmósfera libertina, apasionante e intensa de músicos y artistas que vivieron, en cierto modo, al margen de su época y de una sociedad que se vio abocada a una transformación exponencial de su propia concepción como tal.

Gustavo Martínez Fernández: otros libros del autor


¿Quién escribió La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Índice

La culpa fue de la rumba

Y Miquel Rubió tocaba el bajo

Gustavo Martínez Fernández

© 2022 Gustavo Martínez Fernández

https://www.amazon.com/author/gustavomartinezfernandez

Dibujo de portada: © 2022 Líneas Sinmas

https://www.facebook.com/lineas.sinmas

https://www.instagram.com/sinmas73

Este libro puede ser adquirido en todo el mundo tanto en librerías físicas como a través de las principales plataformas digitales, en las que se comercializa en formato impreso y electrónico.

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos.

La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.

Primera

—Mi abuelo era Charlot.

Son las cinco de la tarde en otro más de los soleados días del Maresme, a unos pocos kilómetros de Barcelona , la ciudad que contempló el nacimiento de mi singular anfitrión en mil novecientos cuarenta y cinco , un año que tú , lector , o incluso yo , percibimos tan remoto en el tiempo como pudiera serlo la era de la desaparición de los dinosaurios o el momento de nuestra evolución como especie a seres bípedos. Y sin embargo, si giras la cabeza para mirar a tu alrededor mientras degustas ese café que tienes en tus manos en la terraza de un bar, o si alzas la vista desde tu asiento en el trasporte público, constatarás, a poco que examines con un mínimo de detalle a quienes te rodean, que los frutos —hoy maduros— de esa década pueblan las calles de tu urbe.

El sol transita a través de los ventanales abiertos al aire mediterráneo, al viento que mueve las hojas de los árboles del parque justo a nuestros pies. En el interior, el olor de la madera del mobiliario se mezcla con la esencia lejana que desprenden las olas de un mar que, algunas calles más abajo, rompe mansamente sus olas contra la arena de la playa.

El sofá divide la estancia . La pantalla del televisor es, ahora, un marco digital que muestra aleatoriamente imágenes de otra época, personajes eternamente presentes en el papel que entonces se decía cuché; carne de paparazzi, voluntariamente o no. A mi espalda , tras la mesa de comedor, la pared sirve de soporte para algunos de los objetos que sustentan la mem oria del músico. Uno de ellos es una placa de callejero en la que puede leerse: “Calle de Charlot”.

— Mi abuelo era Charlot. En realidad —sonríe—, era el Charlot de los toros, como se decía entonces. Se llamaba Carmelo Tusquellas Forcén y había debutado en la arena como El relojero, porque otra de sus ocupaciones era arreglar relojes . Toreó como nov illero y, más tarde, como matador.

Miquel Rubió es músico. Puede que ya no ejer za como tal —esto es, el oficio—, pero es músico y morirá siéndolo. Así que tengo la impresión de que , de algún modo, conversa fiel a un tempo que le resulta gratificante. Y sin necesidad de partituras porque , como diríamos de un ajedrecista, juega de memoria.

—Había un empresario que gestionaba varias plazas de toros en España —se refiere a Eduard Pagés—. Charles Chaplin se había comprometido con él a venir a… Santander, me parece; y quería que toreara . Y claro, Chaplin dijo : “Hombre, yo vengo. Pero torear… torear… yo no toreo”.

A Eduard Pagés Cubiñá se le considera un empresario pionero tanto en la gestión de plazas de toros —Barcelona, Madrid, Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Santander y otras varias españolas y francesas— como en el establecimiento de nuevos modelos de relación entre matadores, apoderados, ganaderos y empresarios. Ejerció de periodista taurino y fue, además, autor de comedias y criador de toros.

—El día de la corrida, estaba allí, en la plaza, en Cantabria, un apoderad o. No recuerdo su nombre, pero ya me saldrá, porque siempre se hablaba de él en casa. Y fue este quien dijo: “¡Ostia! La plaza está llena. ¿Por qué no se disfraza el Ca rmel de Charlot?” Y, así, con la coña, se lo propusieron a mi abuelo, Carmelo; y, como era joven y divertido , aceptó. Se puso el bombín , un bigote y una peluca postiza; cogió un bastón y comenzó a actuar. Fue… ¡un éxito de la hostia ! Y, al final del espe ctáculo, le dicen: “Q uítate, quítate la peluca”. Para que vieran que no era Charles Chaplin, sino que era él, Carmelo Tusquellas, El relojero. Entonces, se quitó la peluca y el bigote, y el público se quedó asombrado. Así es como comenzó el Charlot de las charlotadas; el toreo cómico, que no existía.

»Esto fue a principios de siglo —afina—, porque, en la primeras décadas, ya iban a América; hacían giras por México, Colombia, Perú… Era toda una novedad, la charlotada; nadie había visto algo parecido.

»Llegaron a actuar en Estados Unidos . E n Te xas, concretamente. Yo tengo fotografías de ello. E, incluso, tenía un Winchester que le regalaron allí; iban a cazar, y tal … ¡Era la hostia! En aquel momento, claro.

»¿ Sabes una cosa? Trabajó en Bélgica; ¡de torero, de Charlot! En Bélgica, en Alemania , en Suiza… Y en Francia, muchísimo .

»Formaban una compañía —continúa—: Él; Llapisera, que era un valenciano muy alto, y que, por eso, le llamaban así, como si fuera un lápiz; y, como tercer componente, el Botones, que era un andaluz bajito que representaba ese personaje: un botones. Entre los tres, montaban todo el lío.

Así puede leerse —con más o menos variaciones sobre la versión que Miquel nos relata de primera mano— en numerosos documentos públicos digitales. El Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia dedica a este personaje una entrada específica que subtitula así : “Tusquellas Forcén, Carmelo. Charlot . Barcelona, 11. XI .1893 – 22. II .1967. Torero cómico” . Los redactores de esta institución no escatiman elogios a la hora de valorar la importancia del charlotismo o toreo cómico, una manera de hacer humor creación genuina del matador antes conocido como El relojero, y que, en términos históricos, vendría a suponer —cito casi textualmente— la modernización y simplificación de las mojigangas que tanto se prodigaron en el siglo XIX . La publicación se extiende, después, en el relato histórico de la vida artística de la cuadrilla , la compañía formada por Carmelo Tusquellas, Rafael Llapisera Dutrús y el Botones Jaime Colomer, así como en la importancia del papel jugado por el empresario taurino Eduard Pagés como catalizador del éxito que llevó a este trío a sumar más de mil quinientas actuaciones. Por último, consta la b ibliografía seleccionada para la redacción de la entrada, con la enumeración de revistas taurinas y de un tratado enciclopédico de la editorial España Calpe.

Dejo caer en nuestra conversación que el abuelo habría ganado una cierta cantidad de dinero.

—Hombre, sí. Aunque, cuando yo nací, no tenían un duro porque, durante la guerra, aquí, en Cataluña —y en todas partes, claro—, se quedaron sin blanca porque el dinero de la república no valía, y nadie tenía dinero de Valladolid o de donde quiera que fuer a el dinero válido. En casa, se contaba que había llegado a ganar dos millones y medio de pesetas de aquella época; eso era ser millonario.

Puede estimarse que, en el año 1939, un español podía adquirir, con una peseta, la misma cantidad de productos de primera necesidad que puede ad quirir un ciudadano de nuestra época con un euro. Ciertamente, la fortuna de Carmelo Tusquellas , no era pequeña: dos millones y medio de euros.

—Pero, de ahí, pasó a tener que vender su coche: el primer Morgan que hubo en España.

Miquel se incorpora de su asiento para dirigirse a la pared a nuestras espaldas y descolgar una fotografía enmarcada.

—Mira. Aquí está él y mi abuela con el Morgan . Matrícula B-1273.

»Lo habían comprado en París, a donde viajaban frecuentemente. Parece ser que fueron al Salón del Automóvil; lo vieron y, como era joven y fardón, pues dijo: “P óngamelo”. Y regresaron de París con el Morgan. Entonces, no había ni seguro ni carta verde… ni nada. Por eso, cuando había accidentes en aquella época, se acababa a hostias. Yo he visto peleas, después de accidentes, que acababan así: a hostias.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo»

Mira libros similares a La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo»

Discusión, reseñas del libro La culpa fue de la rumba: Y Miquel Rubió tocaba el bajo y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.