SEGUNDO ACTO
E l día siguiente. El mismo escenario. El cielo está verde como si fuera a llover de un momento a otro. Bertina se pasea por el jardín, inquieta.
Bertina : –Es tarde ya... Ojalá no le haigan dicho naa en el pueblo. Norte claro..., sur oscuro..., aguacero seguro. ¡Esta noche va a llover! Esa es mala señal... ¡Luzmira!
Voz de Luzmira : –¿Qué?
Bertina : –¿Por qué no llegará? Capaz que llueva y entonces sí que le va a costar venir.
Luzmira : –( Saliendo de la casa .) Esta noche va a llover.
Bertina : –¿Tú creís que le habrán dicho algo en el pueblo?
Luzmira : –A lo mejor...
Bertina : –Pero él no cree en esas cosas.
Luzmira : –Algún día se irá a dar cuenta.
Bertina : –( Suspirando .) ¡Ay! Ahora, aunque quisiera, no me voy a poder d’ir al cielo.
Luzmira : –Yo hei estao pensando en eso...
Bertina : –¿Y qué habís pensao?
Luzmira : –Que si tú querís algo..., de verdá... Tenís que conseguirlo... Tratar, por lo menos.
Bertina : –Yo tamién pensé toa la noche... Él es güeno, parece que me quiere. Cuando la Orfilia me ‘ijo qu’iun deseo cumplío era lo mejor, yo me decidí a..., hacerlo. Pero es qu’iahora es mucho más complicá la historia. Ahora... me enamoré.
Luzmira : –¡No’stís tontiando!
Bertina : –Me enamoré. No me di cuenta cuándo.
Luzmira : –Pero no hay na que hacer.
Bertina : –No sé... Tiene que haber un modo.
Luzmira : –Nosotras somos di’otro mundo... Del otro..., d’este..., es decir, no poh..., del otro..., ya se me armó el enreo otra vez.
Bertina : –Tiene que haber una manera. Yo creo que tiene que haber.
Luzmira : –A lo mejor hoy día no lo sabe, pero mañana lo va a saber. Será mejor que se lo digái too.
Bertina : –Si lo llega a saber..., güeno, qué se le va’hacer, pero por mí..., que dure..., aunque sea un ratito más..., una horita...
Luzmira : –Él es de carne..., tú eres de aire.
Bertina : –Me dio un beso y jui de carne otra vez.
Luzmira : –No digái blasfemias que Dios te va a castigar.
Bertina : –( Se arrodilla lentamente .) Señor Diosito..., usté me metió en esto... Usté me tiene que sacar... ( Truenos lejanos .) No sé, pues; usté sabrá... Yo nunca le pedí naa pa mí... Pero ahora, es el tiempo ‘e los damascos, Diosito..., y los árboles van a florecer...
Luzmira : –Los árboles están secos.
Bertina : –Yo estoy seca, tamién, como los árboles de la quinta..., pero, a veces, ocurren milagros, Diosito...
Luzmira : –Los damascos están secos, Bertinita. Ya nunca más darán flores..., ni damascos... Nunca más... No puee ocurrir.
Bertina : –Es tarde y él no llega.
Luzmira : –Ya no va a venir.
Bertina : –La Floridema sacó el arpa y la guitarra, pa entretenerlo... Y el ingrato no vino... ¡Chist...! ( Se quedan escuchando, a lo lejos se oye el trote de un caballo .) Es él... Luzmira. ¡Es él, que viene!
Luzmira : –Él es... Voy a dejarte sola con él un ratito entonces. Después vengo.
Bertina : –Eres muy regüena conmigo... Nunca más vamos a peliar...
Luzmira : –Chiquilla diabla... ( Ríe y sale .)
Bertina : –( Espera ansiosamente, adelantándose a recibirlo .) Eulogio...
Eulogio : –( Entrando .) Güenas tardes, Bertinita.
Bertina : –Güenas noches será, pues... ¡A las horas que viene! Y ayer tanto que rejuraba qu’iba a llegar tempranito.
Eulogio : –Es que no sabe na lo que me pasó. Me hei andao escapando del aturdío de mi primo, el Indalicio Tapia. Le dio con que yo estaba embrujao; me quería llevar onde una señora medio rara qu’hay allá, Oña Vicenta.
Bertina : –( Alarmada .) ¿Oña Vicenta?...
Eulogio : –Esa mismita. ‘Icen que’s reentendía en cosas d’iaparecíos. Y querían que juera. Miren si serán... ( Hace un gesto dando a entender que son unos babosos .) Total, que too se golvió pura discusión, él me ‘ecía que juera, yo que no’iba, y en este tira y afloja se le ocurrió ir a buscar a la señora esa, entonces yo aproveché pa venirme volando. Así que perdóneme, no sea malita.
Bertina : –No vaya onde Oña Vicenta. Es medio bruja..., dicen... La Luzmira... Mi agüelita no la puee ni ver, se lo pasaban peliando.
Eulogio : –¿Por qué?
Bertina : –¡Porque es tan remetete! Desde chica jue así... Dicen. Ésa nació pa bruja... ¡No vaya na, será mejor!
Eulogio : –No, si no voy a ir na. Y el tonto ’el Indalicio, que me rejuraba que había visto un ánima aquí. Una viejita. Y yo le ’ecía que no había una, que habían cuatro... Y él me ’ecía: ¡No, pus Eulogio, si son cinco! Pobre cabro, parece que está medio trastornao. Es que son esas cosas que le meten en la cabeza a la gente. Y después, pueen morirse jurando que son ciertas... Y usté, ¿cómo ha estao?
Bertina : –Aquí, pues... Esperándolo. Soy tan relesa que cuando usté dijo qu’iba a venir tempranito, l’entendí qu’iba a venir en la mañana. Así que de la mañana que lo estoy esperando.
Eulogio : –De la mañana que me’stoy viniendo tamién... Le traje un engañito.
Bertina : –Pa qué se jue a molestar, ¿qué es?
Eulogio : –Una leserita, no más..., a ver si me perdona... ( Ella abre el paquete y saca una figurita típica del lugar, una cerámica pintada de colores vivos. Es una pareja que va a caballo. ) Ésa es usté, y ése soy yo..., y ése es el “Ñato”. Mi caballo se llama Ñato... Güeno, nu es mío, pero... ¿Qué pasa? ¿Qué tiene? ( Bertina examina cuidadosamente la figurita. )
Bertina : –¡Floridema! ¡Venga un ratito! ¡Floridema!
Voz de F loridema : –Allá voy, niña.
Eulogio : –¿Qué pasó? ( Entra Floridema .)
Floridema : –¿Me llamaban? Porque la Luzmira me dijo que no viniera a molestar.
Bertina : –Mira. ( Floridema queda hipnotizada por la figurita, se acerca a Bertina y la coge. )
Floridema : –¡Mi monito! Mi monito. ¿Di’ónde lo sacaste, m’hijita?
Bertina : –Me lo trajo Eulogio del pueblo.
Floridema : –( a Eulogio .) Lo’hice yo.
Eulogio : –¡Usté!
Floridema : –Yo mismita lo’hice, con estas manos que usté ve. Es la mejor de toas. Naide l’ha mejorao. ¡Ay! Qué gustazo más grande. Era lo que más quería. Se jue regüelto con los otros, pa la venta, mi’hermana no sabía. Y cuando lo jui a buscar, ya lo habían vendío. Y ahora... Ahora está aquí otra vez..., con su “mamá”... Perdone, pero, Bertinita, m’hijita, ¿le pueo decir una cosita? Con su permiso, joven...
Eulogio : –Suyo... ( Las hermanas se apartan .)
Floridema : –( Sin saber cómo decirlo .) Güeno, pus, mi linda, nos tenemos que’espedir.
Bertina : –Me lo’staba figurando... Pero a lo mejor no quería irse... y yo tengo la culpa...
Floridema : –¿Cómo se le ocurre m’hijita? Jue tan grandazo el gusto que me dio. Desde que lo’hice, nunca había tenío un gusto tan grandazo. Vale la pena. Acuérdese de mí. No sea ingrata, no me olvide...
Bertina : –Nunca la voy a olvidar, hermanita.
Floridema : –( La besa .) Al joven digámosle que tengo que ir al gallinero...
Bertina : –¡Si ya no hay gallinero!
Floridema : –Pero él no sabe na eso. ( La vuelve a besar. Se dirige hacia Eulogio y le da la mano. ) Mucho gusto di’haberlo conocío, joven. Voy a ir al gallinero. Con su permiso de usté. ( Cuando llega a la puerta de la casa, se vuelve y levanta la figurita .) Gracias..., gracias a los dos... ( Sale .)
Bertina : –Oiga, Eulogio, ahora es usté el que me tiene que perdonar a mí.
Eulogio : –( Un poco sentido, pero exagerando su estado de ánimo para que ella lo regalonee .) ¿De qué?... Usté es dueña...
Bertina : –Es que era lo que ella más quería, ¿sabe? Era..., era como si a usté me lo quitaran a mí. Por eso tuve que devolvérselo. Después me trae otra cosita y la voy a guardar como reliquia, se lo juro... No sea malo, pues... Dígame qu’entendió.
Eulogio : –Usté es dueña, pues.
Bertina : –¡Ya se me amurró ya! ( Se apega a él, poniéndole una cara divertida. Él sonríe .) A ver, ¡réteme! Dígame que soy mala, qu’iando botando sus regalos... Se va a sentir rebién después.
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